El último fiscal que quedaba con vida de los juicios de Núremberg, llevados a cabo después de la II Guerra Mundial, falleció el viernes a los 103 años.
Ben Ferencz tenía solo 27 años cuando aseguró las condenas de 22 oficiales nazi por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
MIRA: Quiénes eran las “Trümmerfrau” y por qué fueron fundamentales para Alemania después de su derrota en la II Guerra Mundial
Más tarde abogó por el establecimiento de un tribunal internacional para enjuiciar crímenes de guerra, un objetivó que logró en 2002.
Ferencz falleció mientras dormía el viernes por la noche, en un centro de vida asistida en Bonynton Beach, en Florida, Estados Unidos.
“Hoy el mundo perdió a un líder en la búsqueda de justicia para las víctimas del genocidio”, dijo el Museo del Holocausto en EE.UU. confirmando su muerte.
Ferencz nació en Transilvania -parte de Rumania- en 1920, pero su familia emigró a EE.UU. cuando él era pequeño para escapar del antisemitismo, y más tarde se estableció en Nueva York.
Después de graduarse de la Escuela de Derecho en Harvard en 1943, se enroló en el ejército estadounidense y participó en la invasión aliada de Normandía en la batalla de las Ardenas.
Ascendió al rango de sargento y finalmente se sumó al grupo dedicado a investigar y recopilar evidencia de los crímenes de guerra nazis.
El equipo trabajaba junto con el ejército en Alemania y entraba en los campos de concentración a medida que eran liberados, para tomar nota de las condiciones en cada uno de ellos y entrevistar a los sobrevivientes.
En un relato posterior de su vida, Ferencz habló del momento en que encontró cuerpos “amontonados como leña” y “esqueletos indefensos con diarrea, disenteria, tifus, tuberculosis, neumonía y otras enfermedades, vomitando en sus literas o en el suelo, suplicando ayuda solo con sus patéticos ojos”.
Ferenz describió Buchenwald -uno de los más grandes campos de concentración en Alemania- como un “osario de indescritpibles horrores”.
“No hay duda de que quedé traumatizado para siempre por mis experiencias como investigador de los crímenes de guerra en los campos de extermino nazis”, escribió. “Todavía trato de no hablar o pensar en los detalles”.
Después de la guerra, regresó a Nueva York a ejercer como abogado, pero poco después fue reclutado para llevar a los tribunales a los nazis en los juicios de Nuremberg, a pesar que que no tenía experiencia previa en jucios.
Fue designado fiscal en jefe en los juicios de los integrantes del Einsatzgruppen, los escuadrones de la muerte móviles de las SS que operaban dentro de la Europa del Este ocupada por los nazis, y que se estima asesinaron a más de un millón de personas.
De los 22 hombres procesados en el juicio, todos fueron condenados. 13 de ellos fueron condenados a pena de muerte y cuatro finalmente fueron ejecutados.
Cuando concluyeron los juicios, Ferencz -que hablaba con fluidez seis idiomas, incluido el alemán - permaneció en Alemania Occidental y ayudó a grupos judíos a obtener acuerdos de reparación del nuevo gobierno.
En sus últimos años, se convirtió en profesor de derecho internacional e hizo campaña para que se estableciera un tribunal internacional que pudiese enjuiciar a los líderes de los gobiernos que habían cometido crímenes de guerra, y escribió varios libros sobre el tema.
En 2002, se estableció la Corte Penal Internacional de La Haya,en Países Bajos, aunque su efectividad se ha visto limitada por la negativa de varios países importantes, incluido EE.UU., de formar parte.
Ferencz deja un hijo y tres hijas. Su esposa -su novia de la juventud Gertrude Fried- falleció en 2019.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- Macron dice que China sabe que aún no es tiempo de negociación en Ucrania
- Cómo y dónde surgió el castigo de la crucifixión
- Cómo la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén terminó en manos de 3 confesiones cristianas
- Finlandia en la OTAN: Las razones por las que se ha convertido en el nuevo dolor de cabeza de Rusia
- Cómo el conejito se volvió el símbolo de la Pascua de Resurrección
Contenido Sugerido
Contenido GEC