Plaza de San Pedro, 13 de mayo de 1981. Mientras atraviesa una multitud de 20.000 fieles, Juan Pablo II se desploma dentro de su ‘jeep’ descapotable, víctima de un intento de asesinato por parte de un extremista turco, cuyas motivaciones siguen siendo misteriosas.
A las 17:41 horas, la AFP publica un flash: “Papa Juan Pablo II herido de dos disparos”. Karol Wojtyla, de 60 años, es inmediatamente trasladado al hospital Gemelli con heridas en el abdomen, la mano izquierda y el brazo derecho.
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Dos mujeres también resultan heridas. Ambulancias, carabineros y periodistas se agolpan rápidamente en la plaza de San Pedro y en la entrada del hospital.
La noticia de la detención del autor del atentado, Mehmet Ali Agca, un turco musulmán de 23 años, se confirma rápidamente.
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Su presunto cómplice, Oral Celik, huye y no es detenido hasta unos años más tarde, en Francia, por tráfico de drogas, antes de ser extraditado a Italia.
A los investigadores, Ali Agca les dice: “No me importa morir”.
“El papa ha muerto”
Desde el anuncio del atentado, los fieles del mundo entero se ponen a rezar por “el fenómeno Wojtyla”, el primer papa eslavo de la historia, que deja su huella en el mundo católico desde su elección el 16 de octubre de 1978.
Carismático, desde hace dos años y medio multiplica los viajes que transforma en acontecimientos mediáticos.
Desde sus primeros desplazamientos, favorece el contacto directo con la multitud abrazando a los niños y dejándose tocar, dificultando así cualquier misión para garantizar su seguridad.
En la plaza de San Pedro, el ambiente es rápidamente “irreal”, escribe un periodista de la AFP. Peregrinos “se unen a las oraciones difundidas sin interrupción por los altavoces de Radio Vaticano”, mientras que “varios helicópteros de la policía sobrevuelan (...) a baja altura”.
Un misionero colombiano de 45 años Manuel Gutiérrez dice que “de repente” oyó dos o tres disparos. “Vi al papa (...) caer en el asiento” del papamóvil, con su sotana blanca cubierta de sangre.
Otro testigo agrega: “Hubo gritos y luego solo silencio”. Mujeres lloran y gritan lo que nadie se atreve a imaginar: “El papa ha muerto”.
En el hospital Gemelli, Juan Pablo II se somete a una importante intervención quirúrgica, pese a que ningún órgano vital fue alcanzado. Luego de seis horas en el quirófano, su robusta constitución le permite salir adelante.
Perdón
Comienza entonces una vigilia de oración en la noche romana. A la mañana siguiente, se depositan rosas en el lugar donde el papa fue herido.
El viernes y el sábado, llegan noticias tranquilizadoras del hospital Gemelli, pero solo una prueba de vida del santo padre puede tranquilizar a la multitud ansiosa.
Esta llega el domingo por la mañana, cuando Juan Pablo II se dirige a los peregrinos desde su cama de hospital (por primera vez en la historia para un papa) en un discurso grabado.
En ese momento, el tiempo se detiene. “En la gran avenida de la Conciliación, que va del Tíber a la plaza de San Pedro, la actividad se paralizó unos instantes. La gente salía de los autobuses, cafés, tiendas de recuerdos para escuchar la voz débil pero tranquilizadora del sumo pontífice”, informa la AFP.
“Les doy las gracias con emoción por sus oraciones y les bendigo a todos. (...) Rezo por el hermano que me atacó, al que he perdonado sinceramente”, declara brevemente Juan Pablo II.
El 3 de junio, el papa está nuevamente en pie, más popular que nunca.
Visita a la cárcel
Hasta su muerte en 2005, Juan Pablo II dedicará una especial devoción a la Virgen de Fátima, convencido de que ella le salvó la vida aquel día, fecha del 64 aniversario de su supuesta aparición a niños pastores en el centro de Portugal.
Un año después del atentado, ofrece al santuario una bala que lo había alcanzado, hoy incrustada en la corona de la estatua de la Virgen.
El 27 de diciembre de 1983, visita a Mehmet Ali Agca en la cárcel. Después de la reunión, el papa le regala un rosario de nácar y afirma que Ali Agca se arrepintió de su acto y le renueva su perdón.
El musulmán, miembro del grupo ultranacionalista “Lobos Grises”, fue liberado de una prisión de Ankara en 2010 después de pasar casi treinta años en cárceles de Italia y Turquía por este intento de asesinato, y otros crímenes cometidos en suelo turco.
Mehmet Ali Agca dio numerosas versiones para explicar su acción, cuyo motivo sigue sin conocerse a pesar de la apertura de decenas de investigaciones.
En su último libro, “Memoria e identidad”, publicado el 22 de febrero de 2005, Juan Pablo II afirmó estar convencido de que alguien encargó el atentado.
Entre las pistas frecuentemente evocadas, nunca se demostró la posible implicación de la Unión Soviética y de la entonces Bulgaria comunista, por el apoyo prestado por Juan Pablo II al joven movimiento disidente Solidaridad en Polonia.
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