“Este es el comienzo de un nuevo capítulo en nuestra relación”.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han logrado cerrar un escurridizo acuerdo sobre Irlanda del Norte, que se había convertido en el último gran escollo para implementar el Brexit y era una fuente de tensión entre Londres y Bruselas.
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El nuevo “marco de Windsor”, como han denominado el pacto alcanzado en esta localidad, preservará el “delicado equilibrio” del acuerdo de paz de Viernes Santo con el IRA, según ha dicho Sunak, y protegerá las “aspiraciones y la identidad” de todas los habitantes de Irlanda del Norte.
El acuerdo reducirá los controles aduaneros dentro de Reino Unido facilitando los intercambios comerciales sin establecer una “frontera dura” entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, que pudiera poner en peligro los acuerdos de paz.
Según Von der Leyen, quien viajó a Windsor para finalizar el acuerdo y hacer el anuncio junto al primer ministro británico, el pacto no solo “beneficia a los habitantes de Irlanda del Norte y apoya a todas las comunidades que celebran la paz en la isla de Irlanda”, sino que refuerza las relaciones entre la UE y Reino Unido.
Irlanda del Norte sufrió un sangriento conflicto entre 1968 y 1998, que enfrentó a los llamados unionistas (de religión protestante, mayoritaria en la región), partidarios de preservar los lazos con Reino Unido, y los republicanos (en su mayoría católicos, demográficamente minoritarios), que son partidarios de la independencia o de la integración de la provincia a la República de Irlanda.
El acuerdo de paz de Viernes Santo, firmado en Belfast en 1998, puso fin a la violencia, pero contempla como condición la ausencia de fronteras físicas en la isla.
Desde entonces, los ciudadanos han podido cruzar de un lado a otro sin pasar por ningún control.
Hasta antes del Brexit, la venta de bienes y servicios entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda se realizaba con pocas restricciones ya que ambos territorios pertenecían al mercado común europeo y seguían las mismas normas.
Sin embargo, desde que el Reino Unido salió de la UE, tuvieron que ponerse en marcha una serie de controles comerciales.
Ninguna de las dos partes quería que esos controles se realizaran en la frontera entre las dos Irlandas, ya que temían que la presencia de cámaras y puestos fronterizos pusiera en peligro el acuerdo de paz. Durante la época del conflicto armado, era habitual que estos puestos sufrieran ataques.
Por ese motivo, se decidió que esa aduana se trasladara al mar que separa la isla de Irlanda con la de Gran Bretaña.
De esta forma, el control aduanero y toda la nueva burocracia que implica el Brexit se ha estado aplicando en los puertos de Irlanda del Norte. Los productos desde el resto del Reino Unido llegaban al puerto, pasaban el chequeo aduanero y, a partir de ahí, ya se podía mover libremente.
Esto ha generado muchos problemas y críticas de los unionistas, en su mayoría partidarios del Brexit, que han visto cómo, en la práctica, se había implantado una suerte de frontera dentro de su propio país, Reino Unido, mientras que Irlanda del Norte permanecía dentro del mercado común europeo.
El Protocolo ha generado inestabilidad política en Irlanda del Norte e incluso algunos conatos de violencia.
El último de ellos ha sido el ataque contra el inspector de policía John Caldwell, que fue tiroteado el pasado 22 de febrero en Omagh por un grupo que se hace llamar el “Nuevo IRA” y se encuentra hospitalizado.
Este lunes, tanto Sunak como Von der Leyen han recordado al agente en el inicio de su rueda de prensa conjunta, poniendo sobre la mesa sin mencionarlo expresamente las nefastas consecuencias de la inestabilidad en el territorio.
Las instituciones autonómicas se encuentran también paralizadas desde que el principal partido unionista, el Partido Democrático Unionista, que quedó segundo en las últimas elecciones celebradas en 2022 (por detrás de los republicanos del Sinn Fein), se negara a formar parte del gobierno hasta que se resolvieran sus demandas.
El sistema de gobierno autonómico en Irlanda del Norte se basa en el conocido como “poder compartido”, que fue redactado según los acuerdos de paz de Viernes Santo, y que establece en la práctica que los principales cargos son ocupados por un político unionista y por un republicano irlandés.
Para poner fin a los problemas que ha generado el Brexit y la herramienta que la UE y Reino Unido acordaron para Irlanda del Norte (el Protocolo), el nuevo acuerdo alcanzado este lunes prevé un sistema de dos vías para el comercio entre las islas.
Habrá una “vía verde” para los productos que procedan de Reino Unido y estén destinados a quedarse en Irlanda del Norte. Estos bienes no serán controlados.
Los que estén destinados a la República de Irlanda o el resto de la Unión Europea, irán por una “vía roja”, y deberán someterse a controles, como ocurre ahora.
De esta forma, ha dicho Sunak, se elimina “cualquier tipo de frontera en el mar de Irlanda”. Esto facilitará una mayor disponibilidad de productos británicos en Irlanda del Norte.
Además, el parlamento autonómico podrá hacer uso de un mecanismo de emergencia para frenar la aplicación de la legislación europea sobre ciertos productos, algo que demandaban los unionistas. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea seguirá teniendo, sin embargo, la última palabra en los asuntos del mercado único.
Rishi Sunak ha prometido que el acuerdo se someterá al voto de los diputados británicos cuando sea “apropiado”.
En el pasado, los parlamentarios británicos rechazaron hasta en tres ocasiones los acuerdos alcanzados por la entonces primera ministra Theresa May y las instituciones europeas, lo que provocó finalmente su dimisión.
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