“Las balas trazaban el cielo en la playa de Courseulles-sur-Mer, en Normandía. Habían pasado varios días desde el Día D [6 de junio de 1944], pero los combates estaban lejos de terminar. Saltamos a un mar helado lleno de cadáveres. La mayoría había recibido disparos en las piernas y brazos y habían quedado desangrados mientras intentaban regresar nadando a los botes que estaban a 5 kilómetros de la orilla. Vi caer al primer compañero del cuarto pelotón. Mi pelotón. Mi amigo. Cuando llegamos a tierra aún quedaba un campo lleno de minas, un alambrado de púas y un acantilado de 30 metros de alto. Eso sin contar a los soldados, cañones y ametralladoras”.
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*Esta nota fue publicada originalmente en setiembre del 2018, pero ha sido republicada tras la muerte de Jorge Sanjinez, el 24 de agosto.
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A sus 101 años, Jorge Sanjinez revive una escena que lleva casi ocho décadas en su memoria. Él formó parte de la Brigada Pirón en el desembarco de Normandía, un grupo compuesto por unos 2.200 soldados que se enrolaron en las Fuerzas Belgas Libres, tropas que lograron escapar de Bélgica y unirse a los aliados luego de que el rey Leopoldo III capitulara ante los nazis en mayo de 1940.
Conozca a profundidad las historias de los veteranos, siga la ruta que recorrieron y vea las entrevistas a los familiares a través del especial que hemos preparado para ustedes: AQUÍ.
En tierras sajonas, las filas belgas pasaron a estar bajo el mando del Ejército Británico y fueron rebautizadas en honor al mayor Jean Baptiste Pirón, un experimentado soldado que había combatido en la I Guerra Mundial y los entrenó en bases de EE.UU. y Canadá.
Sanjinez fue uno de los cinco peruanos que llevaron el uniforme de esta brigada. Carlos Pérez-Barreto y Carlos Oyanguren desembarcaron a su lado aquella tarde de agosto. Desde Londres, el chiclayano Luis Miguel Chirichigno y el puneño Arnoldo Zamora coordinaban la logística del batallón y a la vez sobrevivían a los incesantes bombardeos nazis sobre la capital inglesa. El francés André Layseca, que había llegado a vivir al Perú pocos años atrás, se encontraba en la Segunda Compañía Motorizada.
— Camino a la guerra— Cada uno fue a la guerra por razones distintas. Sanjinez por aventurero, Layseca quería vivir un combate y Chirichigno quería conocer Europa.
Barcos con voluntarios chilenos y argentinos recogieron a los peruanos del puerto del Callao en enero de 1943, atravesaron el canal de Panamá, hicieron una corta escala en Cuba y desembarcaron en Nueva Orleans. Luego, recorrieron la costa este de EE.UU. en trenes, hasta llegar a Montreal, donde fueron entrenados por seis meses. Tras ello, se embarcaron en el transatlántico Queen Mary con destino a Irlanda. Desde ahí un ferry los llevó a Liverpool y finalmente se agruparon con las fuerzas belgas en Londres en setiembre de 1943.
Casi un año después, partieron hacia Normandía a bordo de cuatro acorazados .
“[La noche que partimos] un comandante nos dijo que saldríamos a hacer un entrenamiento de playa. ‘Vamos a demorar cuatro días, lleven todas sus cosas’, dijo. Luego llamaron a una reunión y dijeron: ‘Señores, esto no es un entrenamiento, esto es Normandía’. Todos estábamos pálidos”, cuenta Sanjinez a El Comercio.
—En el terreno— La misión que tuvo la brigada fue clara: debían recuperar la costa francesa del control nazi.
Pese a que Sanjinez asegura que desembarcaron 17 días después del Día D, la bitácora que conserva la Real Federación Nacional de Veteranos detalla que la Brigada Pirón llegó en dos grupos a las 10:00 a.m. del 7 de agosto a las playas de Arromanches [Gold Beach] y Courseulles [Juno Beach].
El 17 de agosto, la Brigada Pirón recuperó Franceville en el marco de la operación Paddle. Avanzaron por la costa francesa hasta que el 29 de agosto atravesaron el río Sena, donde recibieron la orden de dirigirse a la frontera con Bélgica. El 4 de setiembre participaron en la liberación de Bruselas del control nazi.
“Cuando terminó la guerra en Francia, él [André Layseca] entró al pueblo donde nació. Todas las chicas salieron a abrazarlo, le aventaban flores, como a un héroe. En eso, su madre salió y ¡jua! le mandó un par de cachetadas. ‘¡Qué haces acá! ¡Te van a matar!’, le dijo”, cuenta Violeta De Negri, viuda de Layseca.
La labor de la brigada continuó hacia Holanda y Alemania antes de desactivarse.
Tras retirarse, Sanjinez se quedó un tiempo en Inglaterra, ganando unos pocos centavos. Regresó al Perú en 1946 y tras dos años desempleado consiguió trabajo en la antigua compañía telefónica. Fue despedido al poco tiempo, pero luego entró a trabajar a la empresa Faucett, donde llegó a ser gerente comercial. Actualmente vive en Pucallpa.
Layseca decidió retomar su aventura. Volvió al Perú para trabajar en el distrito de Casa Grande (Trujillo), donde conoció a María Rosa Vargas, con quien se casó y tuvo cuatro hijos: Arlette, Viviane, Andrés Paul y Christiane. Posteriormente, entabló una nueva relación con Violeta Denegri, con quien tuvo dos hijas más: Michèle y Nicole.
Layseca trabajó en un par de haciendas, incursionó en la industria pesquera y laboró en hoteles y clubes antes de aceptar un empleo en albergues de la selva, donde trabajó hasta poco antes de fallecer. Chirichigno vivió en Londres, Liverpool, volvió al Perú y finalmente se mudó a las Islas Canarias, donde falleció un mes antes de cumplir 97 años. Zamora, quien se casó con la hermana de Chirichigno, volvió al Perú para trabajar como periodista hasta su muerte, a los 90 años. A excepción de Sanjinez y Layseca, el resto murió sin recibir condecoraciones.
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LOS QUE PARTICIPARON EN LA GUERRA
Jorge Sanjinez (24/1/1917 - Moquegua) El único miembro vivo de la brigada. A los 25 años se enroló en el ejército belga. Ha recibido media docena de medallas, la última fue la Legión de Honor en grado de caballero, que le entregó el Gobierno Francés en el 2017.
André Layseca (14/2/1918 - Blingel, Francia )
Tras la guerra volvió al Perú y fue recibido como un héroe, pero siempre se negó a hablar sobre la guerra y evitó que sus hijos vieran películas bélicas. Mantuvo una fuerte amistad con Sanjinez hasta su muerte, en el 2010.
Luis M. Chirichigno (6/7/1918 - Chiclayo)
Formó parte de la división de tanques del batallón de artillería del Ejército Peruano durante el conflicto con Ecuador de 1941. Tres años después se alistó en la Brigada Pirón por el simple deseo de conocer Europa.
Arnoldo Zamora (25/10/1917 - Puno) A los 27 años se enroló en la Brigada Pirón y conoció a Chirichigno. Ambos estuvieron a cargo de la logística desde Londres. A su regreso trabajó de periodista. Jaime Bayly lo incluyó en su libro “Los últimos días de La Prensa”.
Carlos Pérez Barreto (6/6/1920 - Lima)
Vivió en la hacienda San Andrés, en Trujillo, y trabajó como mecánico. Según su libreta militar, formó parte de la Segunda Unidad Motorizada de la Brigada Pirón y se habría mantenido vinculado al ejército belga hasta 1954.
Carlos Oyanguren (Desconocido)
Registros de la guerra dan cuenta de su participación en las filas de la Brigada Pirón. Según Sanjinez, Oyanguren se ahogó durante el desembarco. El Comercio no pudo comprobar esa versión.
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Reconstruyendo los pasos de los héroes
Las historias de estos soldados se guardan hoy en la Real Federación Nacional de Veteranos de la Brigada Pirón. Esta asociación, con sede en Bruselas, mantiene el registro de las misiones que cumplió cada uno. El Comercio tuvo acceso a las libretas de matrícula de nuestros compatriotas y a partir de ellas contactamos a los familiares de Layseca, Chirichigno y Zamora, además de Sanjinez, a quien entrevistamos en enero del 2016, un año antes de que el Gobierno Francés le otorgara la Legión de Honor en grado de caballero.
No fue posible ubicar a familiares de Pérez Barreto. De Oyanguren no hay registro más allá de su nombre.
“Las figuras de estos héroes nos deberían servir como ejemplo”
— ¿Cuán importante es saber que estos peruanos participaron en el desembarco de Normandía? Es importante para comprender que la historia no solo debe ser entendida a nivel de nación. Es necesario que empecemos a recopilar experiencias individuales porque al fin y al cabo son las que trascenderán en la sociedad. Por ejemplo, hay un colegio en Pucallpa y otro en Arequipa con el nombre de don Jorge Sanjinez. Las figuras de estos héroes nos deberían servir como ejemplo.
— Sobre todo porque, a fin de cuentas, representaron a toda la nación durante el conflicto. Sí, en cierta medida llevaron un carácter de peruanidad consigo. Pero, además, cuando uno escucha la impresión que los europeos tenían sobre cómo actuaba o pensaba Jorge Sanjinez les sorprendía, pero lo aceptaban. Eso también es importante porque las diferencias fueron las que causaron la división de Europa en un momento, pero finalmente las diferencias en sus filas terminaron uniéndola nuevamente.
— ¿Por qué dejamos que cayeran en el olvido estos héroes? Porque hemos estado tan acostumbrados a mirar a la historia en base a los grandes acontecimientos que dejamos de lado las pequeñas historias que se desarrollaron durante esos eventos.
— Varios de estos peruanos fueron criticados por no participar en el conflicto contra Ecuador de 1941 No es el deber de la historia juzgar sino entender.