Un bloque inédito, fruto de la suma de la derecha y la extrema derecha, logró una ajustada mayoría en las elecciones legislativas de Suecia frente a la izquierda, hasta ahora en el gobierno, según resultados casi definitivos anunciados el miércoles.
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Al término de una última jornada de recuento de votos tras unos comicios muy reñidos el domingo, la primera ministra saliente, la socialdemócrata Magdalena Andersson, reconoció la derrota de su bloque y anunció su dimisión, que se hará efectiva el jueves.
“Gracias por la confianza. ¡Ahora pondremos orden en Suecia!”, reaccionó inmediatamente en Facebook el llamado a ser su sucesor, Ulf Kristersson, jefe del partido conservador.
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Con 176 escaños, de los cuales 73 corresponden al voto a la extrema derecha de los Demócratas de Suecia (SD), el bloque de cuatro partidos de derecha supera por muy poco al bloque de izquierdas encabezado por Andersson, que logró 173 escaños, según resultados con más del 99% de los votos escrutados.
El cambio es histórico: nunca antes un gobierno sueco se había apoyado para gobernar en el SD, el gran vencedor de esta cita electoral con el 20,6% de los votos y el recién estrenado título de segundo partido del país.
“Ahora empieza el trabajo para hacer que Suecia vaya bien de nuevo”, reaccionó su líder, Jimmie Åkesson, en Facebook, prometiendo ser una “fuerza constructiva y de iniciativa”.
Heredero de una formación neonazi, el partido fundado en 1988 fue normalizándose en el paisaje político sueco y aumentando su representación hasta entrar en el parlamento en 2010 con el 5,7% de los votos. De ahí, ha ido subiendo en cada elección.
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Pero aunque el SD es el primer partido de la mayoría de derechas, su líder no es capaz de hacerse con el apoyo de las otras formaciones para convertirse en primer ministro, puesto prometido a Ulf Kristersson.
Los expertos creen que acabará apoyando al futuro Ejecutivo en el parlamento sin formar parte de él.
Negociaciones en la derecha
Pero esa mayoría que va del centro derecha a la extrema derecha se anuncia bastante frágil, especialmente por las considerables divergencias en múltiples temas entre los liberales y el SD.
Exgimnasta, Ulf Kristersson deberá poner a prueba su capacidad para las acrobacias al tener que mantener la unión entre derechas muy distintas entre sí.
“Es una situación parlamentaria difícil”, resume Mikael Gilljam, profesor de políticas de la universidad de Gotemburgo, con una mayoría muy débil y “partidos que no se gustan nada” entre sí.
Por detrás del SD y sus 73 escaños, once más que en 2018, los moderados han obtenido 68 asientos; los democristianos, 19 y los liberales, 16.
En la izquierda, los socialdemócratas han subido a 107 (siete más que en las pasadas elecciones), pero las cuentas no han salido para obtener, junto al partido de Izquierda y de Centro, y los Verdes, una mayoría que les permita gobernar.
Tras la dimisión de Andersson, el presidente del Riksdag, el parlamento sueco, encargará formalmente la tarea de formar gobierno a Kristersson.
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