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Bogotá, EFE
Al menos el 40% de los homosexuales y el 65% de los transexuales de América Latina han sufrido violencia homofóbica en el ámbito escolar, según reveló hoy Mary Guinn Delaney, asesora regional en Educación para la Salud de la Unesco.
Delaney, que se encuentra en Bogotá para participar en una reunión con la que la Unesco culmina su consulta regional sobre violencia homofóbica y transfóbica en instituciones educativas de América Latina, dijo en una entrevista con Efe que este tipo de violencia va más allá del convencional “bullying” (acoso escolar).
“El cambio del concepto de 'bullying' a violencia tiene que ver con el sobreuso de la palabra y la trivialización de la palabra”, subrayó la especialista de la oficina regional de la Unesco, con sede en Santiago de Chile.
El concepto del acosador escolar, en opinión de la investigadora de la Unesco, “genera la imagen de un matón y la homofobia tiene muchas más dimensiones” ya que va más allá del individuo y “corresponde a una dinámica y escala mucho más amplia”.
Este tipo de violencia, física, psicológica y moral, supone un atentado contra el derecho fundamental a la educación y tiene una especial importancia para Delaney porque, dijo, el “colegio es un lugar seguro y sano para ir a aprender, no para sufrir violaciones de los derechos más básicos”.
En ese sentido, lamentó que en América Latina no existan datos fehacientes y profundos que analicen el fenómeno, lo que dificulta su labor y el efecto que tienen sus políticas.
Para la asesora regional de la Unesco, la acción en el ámbito escolar es fundamental porque “la persona no nace homofóbica”, sino que esas actitudes se van adquiriendo a través del tiempo.
El hecho de que los niños pasen mucho tiempo en la escuela se constituye en una oportunidad para empezar a formarles y evitar que esa intolerancia cristalice en su personalidad porque “una vez están formadas esas actitudes es muy difícil acabar con ellas”.
En ese contexto los profesores juegan, en opinión de Delaney, un papel muy importante no solo por su capacidad de inculcar esos valores, sino por el hecho de cortar situaciones de homofobia o transfobia (discriminación hacia las personas transexuales o transgénero).
Sin embargo, según resaltó, aún existe un temor entre los profesores para intervenir en esos casos debido a la falta de formación, de apoyo institucional y por el miedo a ser posteriormente señalados como homosexuales.
“Es abrir una caja de Pandora”, apostilló.
Preguntada por el marco legal latinoamericano en este tema, destacó que algunos países han tomado un abordaje “más de sanción del 'bullying' bien definido”.
En estos casos se produce una respuesta por parte del colegio una vez ha habido una denuncia.
Sin embargo, en otros casos se ha enfocado más en el uso del “ámbito escolar para enfatizar esos valores que construyen la convivencia democrática”.
En ese sentido, destacó el marco legal desarrollado en Argentina y Uruguay, países modelos en su opinión en la prevención de la homofobia y la transfobia en el ámbito escolar, porque los docentes “tienen el derecho de enseñar temas de sexualidad”.
De este modo, aunque los padres digan que no quieren que sus hijos reciban esa educación, no pueden impedir que “los docentes cumplan con su responsabilidad”.
En cambio, para Delaney los países en los que hay una política menos desarrollada en este campo son Guatemala, Panamá, Nicaragua y Chile, en los que “hay esfuerzos (para prevenir la homofobia y transfobia en el ámbito escolar) de menor escala”.
Debido a ese diverso desarrollo y el enquistamiento conservador que viven algunas sociedades de América Latina, consideró que el “paquete ideal de medidas depende mucho del contexto”.
“Tenemos que ser realistas, estamos pidiendo a personas (los profesores) que no han tenido educación adecuada en sexualidad que transmitan esos valores”, agregó.