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Ignacio Jaime Carrasco, un chileno de 51 años, se ha enfrentado al potente sol del desierto de Atacama, a los perros salvajes y a los zorros. Pero cuenta que lo más difícil de su vida ha sido golpearse con las puertas que se le cerraron por ser discapacitado.
Es por eso que está dispuesto a recorrer medio país con la ayuda de dos muletas y con una mochila de 80 kilos a cuestas.
Camina los 1.300 kilómetros que separan su ciudad, Antofagasta, en el norte del país, con la capital, Santiago de Chile, para generar conciencia e igualdad de oportunidades para las personas con discapacidades.
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“La primera parte del desierto fue menos complicado, pero ahora estoy atravesando una zona de piedras que me dañan la pierna”, le cuenta a BBC Mundo.
De hecho, en su trayecto sufrió un desgarro en la pierna que le ha obligado a bajar el ritmo de marcha, unos 10 km al día.
ACCIDENTE LABORALIgnacio Jaime, un analista de sistemas informáticos que trabajaba en una empresa de la minería en esta región del norte de Chile, sufrió un accidente laboral en 2007.
Le atropellaron cuando salía del trabajo y se fracturó ambas piernas y la mano derecha, lo que le ocasionó además daños en el pulmón.
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Tiene también una discapacidad visual y hernias musculares en las piernas que lo obligan a medicarse con morfina.
Dice que por eso casi no hay empleadores que quieran contar con él.
Salió de Antofagasta el pasado 17 de septiembre y ya atravesó el desierto de Atacama, uno de las zonas con las condiciones climáticas más hostiles del país. En total más de 400 km.
APOYO PUPULARSu caso ha conmovido a los vecinos de la zona e incluso más personas se han comunicado con él para trasladarle sus deseos de unirse a su recorrido hasta la capital del país.
“Llevo casi 2.000 fotografías con la gente que viene a apoyarme, que me trae agua, jugos”, le dice a BBC Mundo en una entrevista telefónica.
Del otro lado se escucha la bocina de un camión que pasa por ahí. “Eso lo hacen para apoyarme”, apunta.
“Hay un grupo de camioneros que hicieron una red de protección para alertar si me pasa algo. Un matrimonio me trajo una radio y una linterna para caminar por la noche”.
Ignacio Jaime subió una carta dirigida a la presidenta, Michelle Bachelet, al portal Change.org, donde más de 12.000 personas han firmado en apoyo.
Allí va narrando también su viaje y sube las fotografías que se toma con quienes le alientan en el camino.
ATENCIÓN MÉDICA Y OPORTUNIDAD LABORALTodo comenzó como un reto ante su mutual de seguridad, una institución social sin ánimo de lucro muy común en Chile que ofrece protección y atención a los trabajadores.
Este analista la acusa de no solucionar un error informático que le dejó sin financiación para costear su tratamiento de morfina, aunque la aseguradora sostiene que le ofreció otras alternativas para ayudarlo.
Dice que las aseguradoras lo han llamado para reevaluar su enfermedad y darle asistencia, pero explica que tras el apoyo logrado en los dos meses de caminata su objetivo es ahora uno mucho mayor.
“No busco un beneficio para mí, sino para todos los chilenos. Para que otros compañeros no sufran discriminación y tengan oportunidades laborales”, asegura.
“Cada persona discapacitada en nuestro país es discriminada psicológicamente, socialmente y laboralmente. Ninguna empresa nos da la oportunidad de insertarnos en el campo laboral y así poder tener una mejor condición de vida en esta sociedad en el día de hoy”, sostiene.
Este caminante extremo pasó un año planeando su viaje.
A su espalda lleva prendas de ropa térmica, un botiquín de primeros auxilios, mochilas con suero salino y agua, un panel solar y raciones de comida como las usadas por los militares, todo comprado en tiendas de internet.
Cuando cruzaba el desierto dormía en su tienda de campaña, ahora pasa las noches en las estaciones de servicio.
Está previsto que en Enero de 2015 llegue a Santiago, donde confía que las autoridades del país o del extranjero puedan escuchar su caso.
“Que nos escuchen y atiendan nuestro pedido de justicia, para tener la atención médica necesaria que nos permita tener una vida digna, con los mismos derechos de cualquier ciudadano chileno”.