Alejandra Durán fue acosada sexualmente por un hombre en TransMilenio. Gritó, pidió auxilio, quiso denunciar y nadie la ayudó. Hoy contempla bajarse del sistema. Tiene miedo, está estresada y sospecha de todos.
Alejandra es parte del 37 por ciento de mujeres que, según cálculos de un estudio de la Universidad de North Carolina, han sufrido de acoso en TransMilenio.
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Ella le contó su caso a este diario. “Todos los días tomo el H15 para ir a mi trabajo. Esta semana, como el bus estaba tan lleno, quedó detrás de mí un hombre. En un momento, sentí su mano en mi pierna. Pensé que había sido un accidente y no hice nada. Pero luego me agarró fuerte la cola. Le pedí que se alejara y lo volvió a hacer. Me enfrenté a él y nadie dijo nada”, relata la joven, quien trató de alejarse de su acosador, pero solo logró quedar mirándolo de frente.
“Entonces, empezó a tocarse los genitales delante mío y a decirme cosas horribles. Cuando me bajé, corrí a buscar a un operario del sistema o a un policía para denunciar. Pero el hombre se fue detrás mío, me dio otra nalgada y me dijo ‘tranquila, que yo me la voy a comer’ ” , añade Alejandra.
Finalmente, nadie en el sistema le prestó atención a su caso. El hombre escapó y ella, ahora, vive con miedo.
Justamente, estos son algunos de los efectos que identificó en su estudio Gwen Kash, planeadora urbana con doctorado en planeación urbana de la Universidad de North Carolina (Estados Unidos) y experta en temas de transporte desde la planeación, la sostenibilidad y la equidad.
EL TIEMPO conoció el documento y dialogó con esta mujer que ha estudiado este mismo fenómeno en ciudades como Arequipa (Perú) y El Alto y La Paz (Bolivia).
“Tuve especial interés en analizar el acoso sexual en Bogotá porque TM es referente a nivel mundial en temas de BRT (buses de transporte rápido), pero ha tenido un punto débil en temas de acoso. La ciudad de Bogotá debe entender que es un problema que requiere una solución”, afirmó.
Kash enmarcó su estudio en situaciones de acoso en aglomeraciones dentro del sistema. “En este contexto hay más acoso y no se percibe. O si se hace, no se toma en serio porque, a ojos de las autoridades, hay ‘delitos más serios’ que tratar”, indica la urbanista.
Ahora, la gravedad del asunto radica en los comportamientos que se derivan del acoso. En su estudio, Kash identificó que los más frecuentes son los comportamientos de evasión: dejan de usar el sistema en ciertas horas del día, eligen viajar con una persona de confianza o prefieren ubicarse junto a mujeres, se protegen con objetos o, en últimas, terminan por alejarse del sistema. Como podría ocurrirle a Alejandra.
Y no es cualquier cosa: entre enero y junio del año pasado, por ejemplo, dejaron de registrarse 12’982.652 viajes en TM. Las causas no eran claras, pero expertos sí hablaron del acoso a mujeres y la seguridad como posibles factores.
Ahora, según Kash, si las mujeres terminan por regresar al sistema “experimentan miedo crónico, ansiedad e hipervigilancia”.
“Estos crímenes no son insignificantes, como se ha creído por años: se demostró que cambia el comportamiento de las mujeres y afecta su calidad de vida. Son graves como cualquier otro y reflejan, en últimas, un tema de sociedad”, aclaró la investigadora.
En esto coincide la secretaria de la Mujer, Ángela Anzola de Toro, quien entiende que en TM y otros servicios de transporte público se reflejan el acoso callejero y la violencia comunitaria: dos males de sociedad.
“Es producto de una cultura sexista, que pasa en TM y en la ciudad de Bogotá y que tiene que parar. Pero no lo entendemos ni tenemos una línea de base con investigaciones ni medidas jurídicas claras”, afirmó. En Colombia, el acoso callejero, como el que sucede en el sistema, no está tipificado como un delito y por eso no es sencillo sancionar a los victimarios.
En lo que va del año, se han capturado 63 personas en flagrancia por acoso callejero.
La denuncia tampoco es común, por miedo de las mujeres a ser señaladas. “Como está naturalizado, se califica a las mujeres que lo gritan de histéricas y exageradas. En Buenos Aires se quiso cambiar esta idea con la campaña ‘Ni loca, ni perseguida, ni histérica’, que promueve que las mujeres víctimas de acoso o testigos apoyen y denuncien”, añadió De Toro.
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Por ahora, desde la Secretaría de la Mujer se enfrenta el problema desde la capacitación a funcionarios para prestar ayuda a las víctimas: van alrededor de 400 personas formadas. También se creó el Mecanismo de Atención Intermedia (MAI), un protocolo que presta apoyo jurídico y psicosocial a las víctimas, incluso mucho después de que el evento haya ocurrido. Ya se han hecho 120 acompañamientos en los últimos ocho meses a mujeres acosadas en el transporte.
Por su parte, TransMilenio aseguró que trabaja en un refuerzo de seguridad para la protección de las mujeres y de los pasajeros. De acuerdo con cifras de la empresa, el sistema cuenta con 427 servicios de seguridad privada, 823 policías del Comando de Servicio de Transporte Masivo, 176 cámaras de seguridad en 25 estaciones y presencia de mediadores sociales en 31 puntos. Ahora, agregan que con la nueva flota que entró hace mes y medio se hace un avance adicional:
“Los 1.441 buses nuevos vienen equipados con cámaras de seguridad. Estas se conectan en tiempo real con el centro de control cuando el conductor oprime el pedal de pánico ante cualquier situación atípica y potencialmente peligrosa”, indican en un documento.
Por otro lado, ambas académicas consideran que los vagones exclusivos, como los que se implementaron aquí en un plan piloto en 2014, no resuelven el problema. “En últimas, al acosador lo encuentras afuera también”, dice Kash. De Toro, por su parte, dice que la segregación no es la solución: “Ellos son los que tienen que cambiar, no tengo porqué esperar a que pase un vagón exclusivo para mí. Como ciudadana, tengo derecho a habitar la ciudad libremente a la hora que quiera, vestida como quiera y sentirme segura”.
Ahora, al ser un tema de planeación y trabajo interinstitucional, la planificadora y autora del estudio dio tres claves para atacar el problema: reducir el hacinamiento, simplificar los canales de denuncia y promover la intervención de los espectadores.La Secretaría de la Mujer aseguró que ya trabaja en el tema. En un mes saldrá la campaña ‘Me muevo segura’, que busca un cambio de comportamiento ante el acoso.