Río de Janeiro. Es un barrio humilde y desconocido de Río de Janeiro, ausente de las guías de turismo y lejos del retrato de 'Cidade Maravilhosa' que se vende al mundo. Se llama Deodoro y sus habitantes esperan que los Juegos Olímpicos del 2016 se traduzcan en beneficio para sus comunidades.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Once modalidades como hipismo, ciclismo BMX y piragüismo serán disputadas en esta zona, ubicada a 40 km de las populares playas de Copacabana. Desde el parque que allí se construye no se ven los icónicos Pan de Azúcar o Cristo Redentor, sino un denso cinturón de favelas.“Aquí viven los más pobres de Río”, dijo el alcalde Eduardo Paes al visitar las obras este jueves. “Y les va a quedar un parque de legado, va a beneficiar a mucha gente”, siguió.Y la gente le toma la palabra y tiene esperanza de que con los Juegos lleguen aquellos turistas que nunca oyeron hablar de aquel lugar lejano, que aumente el comercio, el trabajo y mejore la seguridad, el transporte… Todo, porque Deodoro y las comunidades vecinas tienen carencias de sobra.¿Y LA BANDERA?No hay banderas olímpicas ondeando en Deodoro, pero todos saben que este barrio recibirá los Juegos. Ya en el 2007 recibieron atletas para los Panamericanos en un complejo militar que queda cerca.Pero el prestigio olímpico huele diferente.El taller mecánico de Carlos Ferreira (55) queda justo al frente al portón de la obra, donde una placa dice que se construye el parque para los Juegos Olímpicos.“La obra vino a favorecernos, valorizó las casas, valorizó todo. Va a mejorar el entorno aquí, hay empleo, acabaron con la selva, tengo más clientes”, celebró este hombre, que ya comenzó a ahorrar para comprar sus boletos y cruzar la calle para vivir la experiencia de los primeros Juegos de Sudamérica, del 5 al 21 de agosto de 2016.Irasy de Matos (63 años), que tiene un pequeño bazar, aseguró por su parte que “nunca hubiera imaginado que los Juegos llegaran hasta aquí” porque “falta de todo”.Matos por ejemplo pide que abran un banco y los Juegos Olímpicos son la excusa perfecta.Se puede llegar a Deodoro por auto, bus o tren... Y por cualquiera de los tres, el escenario a través de la ventanilla será el mismo: pobreza.El tránsito por la avenida Brasil, que conecta a los suburbios con el centro de la ciudad, es insoportable y puede hacer que el viaje sea de más de dos horas.Por tren es más rápido, pero el servicio es cada vez más cuestionado por sus máquinas vetustas. En enero -a 14 km de Deodoro- un accidente entre dos trenes dejó 229 heridos.“Yo no creo que cambie nada, después de los Juegos todo va a seguir igual”, dijo por su parte, pesimista, Tahisa Bousquet, una estudiante universitaria de 18 años.LOS DESPIDOSLas obras del parque de Deodoro comenzaron con un año de atraso, pero Paes aseguró que serán entregadas a tiempo para la celebración de los primeros eventos test.El alcalde desmintió el jueves que el Deodoro corra riesgo de ser paralizado por atraso en los pagos a la constructora Queiroz Galvao, una de las investigadas por el escándalo de corrupción en Petrobras.“Todo el mundo está trabajando, no hay paralización (...) Las obras se encuentran rigurosamente dentro del cronograma”, dijo.La constructora ha colocado a 1.000 trabajadores en preaviso dentro del proyecto de Deodoro para presionar a la alcaldía que pague 80 millones de reales (unos 25 millones de dólares) que debe. En 30 días, este personal, que representa casi la totalidad de la obra, podría estar en la calle.“Es una estrategia de las empresas para presionar, no vamos a aceptar presión. Van a recibir [sus pagos] al día (...). Hay trámites burocráticos que deben ser cumplidos para pagar una obra pública, controles. Esos trámites serán cumplidos”, siguió.Setenta despidos que ya estaban previstos se cumplieron en estos días, entre ellos algunos amigos de Ferreira que viven también en este barrio por ahora olvidado por el gobierno, pero cargado de esperanza olímpica.
Fuente: AFP