Brasil entró este mismo lunes en un período de cuatro semanas de incertidumbre y frenéticas negociaciones políticas luego de una sorpresiva primera vuelta, ganada por el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, pero por un margen mucho menor al pronosticado sobre el presidente Jair Bolsonaro. Ambos candidatos, que enfocan sus todos cañones en la búsqueda de nuevos votos, se enfrentarán en el ballottage el 30 de octubre próximo.
La ventaja de poco más de cinco puntos a favor de Lula (48,43% a 43,20%) dejó la definición abierta, con el líder del Partido de los Trabajadores (PT) aún como favorito, pero en alerta por el envión del líder ultraderechista, con una militancia enfervorizada, señalaron los expertos y columnistas brasileños.
Mira: El mapa que muestra la división norte-sur en las elecciones en Brasil (y qué necesitarían Lula y Bolsonaro para ganar en segunda vuelta)
Encuestas erradas, un bolsonarismo fortalecido en el Congreso y las gobernaciones, un triunfo con sabor amargo para el PT, una polarización extrema pocas veces vista en la historia de Brasil, abstencionismo y una frenética campaña para lograr nuevos apoyos son algunas de las principales claves que dejó la elección de ayer.
1. Fallas de las encuestas
Los sondeos de opinión previos a las elecciones le daban a Lula una ventaja abrumadora: el último sondeo de Datafolha, publicado el sábado, le otorgaba un 50% de intención de votos válidos (sin contar nulos y blancos), con posibilidades de ganar en primera vuelta, con una ventaja de 14 puntos sobre Bolsonaro (36%). Dentro del margen de error de 2%, el estudio no erró el caudal de Lula (finalmente obtuvo 48,43%), pero sí falló en del presidente, que sacó 7,20% más que lo previsto (llegó a 43,20%).
Según los expertos de análisis electoral, Bolsonaro tuvo un desempeño superior al esperado en la región sudeste de Brasil, que incluye los estados altamente poblados de San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais. Por ejemplo, en San Pablo, motor económico del país y el estado con más cantidad de habitantes, Lula llevaba en las encuestas una ventaja por entre cuatro y nueve puntos, y finalmente Bolsonaro salió primero con 48%, siete puntos más que el líder del PT.
De cara al ballottage, las encuestas señalaban de Datafolha e Ipec que el nivel de rechazo del presidente (votantes que dijeron que nunca votarían por él) llegaba al 52%, una barrera clave. La cifra es muy superior al 40% que señaló que nunca elegiría a Lula. Pero tras las fallas que se vieron ayer la incógnita queda abierta para la segunda vuelta.
2. Fuerte avance bolsonarista
Los candidatos aliados de Bolsonaro lograron importantes victorias en las elecciones legislativas y de gobernadores que se celebraban en paralelo a las presidenciales, claves para la continuidad del proyecto bolsonarista en los próximos años.
El Partido Liberal (PL) de Bolsonaro ganó 23 diputados y llegó a 99, y se convirtió así en la bancada más grande electa en la Cámara en los últimos 24 años. El PT también elevó su bancada, del actual 56 a 76. En el Senado, figuras del PL y agrupaciones aliadas se quedaron con al menos 14 de los 27 escaños en disputa (se renovaba un tercio).
Además, nueve de los candidatos apoyados por el presidente fueron elegidos gobernadores en sus estados, frente a cinco de los respaldados por Lula. Ayer se definieron los mandatarios de 15 de los 27 estados de Brasil, mientras que los de otros 12 tendrán que definirse en la segunda vuelta. En ese sentido, la batalla por San Pablo es clave: allí sorprendió el candidato respaldado por Bolsonaro, Tarcisio de Freitas (Republicanos), que quedó primero (42,32%) y disputará el ballottage con el candidato del PT, Fernando Haddad (35,70%).
El bolsonarismo es mucho más fuerte de lo que se imaginaba. “Puede festejar”, escribió la columnista del diario O Globo Miriam Leitão.
3. Dificultades para Lula en un eventual gobierno
En caso de ganar en el ballottage, Lula se enfrentará a un escenario desconocido, muy diferente al que tuvo en sus mandatos entre 2003 y 2010, con un gobierno que tendrá enormes obstáculos. Ante el avance conservador en varias regiones del país, los expertos advierten que el expresidente se enfrentaría a un escenario muy adverso en el Congreso, reacio a las reformas que intentaría aplicar el líder del PT para su agenda social.
“Su capacidad de gobernar será muy limitada. Con un Congreso como el que se conformó y varios gobernadores opositores se entorpecerán los debates sobre impuestos y reforma tributaria”, señaló Guilherme Casarões, profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV).
4. Las apuestas para el ballottage
Para Lula, el objetivo ahora es captar votos de las otras opciones, sobre todo de Simone Tebet (MDB, 4,16%), que se mostró más cerca al lulismo, y de Ciro Gomes (PDT, 3,04%), con indicios más cercanos al bolsonarismo, además de otros candidatos. Y la gran incógnita: ¿quedan en Brasil votantes moderados que no hayan ido a las urnas este domingo? Ambas campañas tendrán que reforzar su campaña de seducción, en un duelo que se anticipa decisivo en las próximas cuatro semanas.
Para la campaña del PT hay un dato clave: en las últimas cinco elecciones, con los triunfos de Lula (2002 y 2006), de Dilma Rousseff (2010 y 2014) y del propio Bolsonaro (2018), siempre el candidato que sacó más votos en la primera vuelta resultó vencedor en la segunda.
En tanto, para Bolsonaro la apuesta de cara al ballottage es que los efectos de las mejoras económicas de los últimos meses (repunte de la actividad, dos índices consecutivos de deflación y caída de la tasa de desempleo a su nivel más bajo en siete años, a 8,9%) lleguen a más brasileños que se inclinaron por otras opciones.
“La militancia bolsonarista estará muy dinamizada tras los resultados. Los candidatos electos ayudarán al presidente en esta recta final, reforzando, además, la narrativa del fraude en caso de derrota en segunda vuelta. Será una competencia feroz y potencialmente violenta”, advirtió Casarões.
5. Polarización extrema
Los resultados reflejaron la elección más polarizada desde la redemocratización. Entre Lula y Bolsonaro se quedaron con el 91,53% de los votos. El antecedente más cercano en cuanto a las cifras fue la elección de 2006, en las que el líder del PT logró 48,61% y su principal rival, Geraldo Alckmin (PSDB, y justamente su compañero de fórmula en la elección de ayer) alcanzó 41,64%, un total entre ambos de 90,25%. Además, fue la elección con menos distancia entre el primero y el segundo: 5,23% . En la de 2006 diferencia de 6,97%
Brasil quedó partido por una división política y social que no había experimentado en su historia más reciente, con un antipetismo y antibolsonarismo que fueron tan protagonistas como los propios candidatos.
Además, el porcentaje de votos blancos y nulos en la elección de ayer fue es el más bajo desde 1994. Según datos del TSE, sumaron 5,45 millones, equivalente al 4,41% del total. En 2018 habían alcanzado el 8,8% (10,3 millones).
La cantidad de sufragios nulos y blancos había fluctuado entre un 8 y un 10% en las últimas cuatro elecciones, pero cayó casi un 50% en la contienda de este año. En 1994 fueron el 4,06%.
6. Abstención
Con el voto obligatorio, la abstención en Brasil suele ser de alrededor del 20%. El consenso en estas elecciones era que el clima de crispación y polarización podía reducirla, lo cual hubiera beneficiado sobre todo al candidato del PT. Sin embargo, la tasa fue del 20,95%, superior a la registrada cuatro años atrás (20,3%). De acuerdo con el Tribunal Superior Electoral (TSE) 32.765.540 de electores habilitados no se presentaron a las urnas el domingo, una cifra a la que habrá que seguir con mucha atención en el ballottage del 30 de octubre, especialmente teniendo en cuenta que Bolsonaro necesita descontar más de cinco millones de votos a Lula.
Por Guillermo Idiart
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