Cuatro años y cuatro meses después de su última reunión en La Habana, el Gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) volverán a sentarse el lunes a la mesa, esta vez en Caracas y con Gustavo Petro como presidente, para reiniciar las negociaciones de paz.
La última reunión entre las partes fue el 1 de agosto de 2018 en La Habana, durante el Gobierno de Juan Manuel Santos. Ese encuentro fue el sexto ciclo de diálogos y concluyó sin conseguir ningún acuerdo, seis días antes de la llegada al poder del presidente Iván Duque, que puso los diálogos en el congelador.
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En esta nueva etapa de diálogos, Cuba y Noruega vuelven a ser países garantes junto con Venezuela, que juega un papel crucial por su vecindad con Colombia y porque en su territorio se refugian desde hace años miembros de la guerrilla, según las autoridades colombianas.
De momento no se sabe cuál va a ser la metodología, o si todos los ciclos serán en Venezuela e, incluso no hay claridad sobre el papel que van a desempeñar países como España o Chile, que se han puesto a disposición del Gobierno colombiano para lo que sea útil.
La composición total de los equipos negociadores se conocerá este lunes en Caracas. Sin embargo, del lado del Gobierno están confirmados Otty Patiño, exguerrillero del M-19 que será el jefe del equipo negociador, y el presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan), José Félix Lafourie, enconado enemigo de la guerrilla.
Igualmente, se rumorea que también harán parte de este equipo los congresistas María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro, el comandante del M-19 que firmó la desmovilización de esa guerrilla y que fue asesinado en 1990 cuando era candidato presidencial; e Iván Cepeda, senador y defensor de los diálogos de paz.
Por el lado del ELN, del que el Gobierno dijo que ya tiene a sus representantes, cuenta con Israel Ramírez Pineda, alias “Pablo Beltrán”, -segundo al mando de esa guerrilla- como jefe de delegación.
Beltrán ya fue el jefe de la delegación de paz para los diálogos iniciados en 2017 por Santos, que comenzaron en Quito y al año siguiente fueron trasladados a La Habana.
LA IZQUIERDA COMO CONTRAPARTE DEL ELN
Desde antes de su llegada a la Presidencia, Petro ha enfatizado que una de las prioridades de su Gobierno es la “paz total”, cuya piedra angular está en los diálogos con el ELN.
Dentro de esa política, Petro también busca algún acuerdo o sometimiento a la justicia de otros grupos armados ilegales, como las disidencias de las FARC y bandas criminales.
Estas conversaciones en Caracas tienen varias particularidades, entre ellas que se reinician en medio de situaciones locales e internacionales que no se habían dado antes.
Una de ellas es que por primera vez el ELN se acerca a una mesa de diálogos en la que el Estado estará representado por un Gobierno de izquierda. En las anteriores negociaciones lo hizo con gobiernos pertenecientes a los partidos tradicionales o a coaliciones de derecha.
Esos intentos tuvieron como contraparte los gobiernos de César Gaviria en 1991 y 1992; Ernesto Samper (1998), Andrés Pastrana (1999), y entre 2005 y 2007 se hicieron fases exploratorias en Cuba y Venezuela con el Gobierno de Álvaro Uribe.
Esa situación “podría abrir oportunidades, pero también generar tensiones sobre cómo se concibe la solución de los asuntos estructurales y la terminación del conflicto armado”, según un reciente análisis de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), un centro de pensamiento independiente.
“El ambiente es favorable, pero no está exento de las complejidades que han acompañado los acercamientos con esta guerrilla”, indica la FIP, que recuerda que el ELN no es una organización del todo jerárquica y que las decisiones las toma por consenso.
GUERRILLA BINACIONAL Y FORTALECIDA
El ELN, que nació en Colombia en 1964 siguiendo el modelo de la revolución cubana, ha sufrido cambios: el principal es que logró en los últimos años convertirse en un movimiento alzado en armas binacional al consolidar su presencia en Venezuela.
Conocedor de que parte de su fuerza se basa en la obtención de recursos para financiar sus actividades ilícitas, el ELN tiene fuerte presencia en zonas fronterizas de los dos países.
También tiene fuerte influencia en zonas claves de extracción de recursos y, además, parte de sus comandantes están en Venezuela.
“Este es un desafío binacional que requiere una respuesta binacional, entendiendo las diferencias en la forma de operar, su organización, su relación con las instituciones y el control territorial en ambos lados de la frontera”, indicó el informe de la FIP.
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