El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se emocionó este jueves al afirmar que “jamás” pensó que el hambre volvería al país y afirmó que su “misión estará cumplida” si “cada ciudadano vuelve a desayunar, almorzar y cenar” cada día.
“Disculpen”, dijo al interrumpir su discurso en una reunión con parlamentarios con los ojos llenos de lágrimas, y recordar que esa promesa de que todos los brasileños puedan comer todos los días la hizo ya hace dos décadas, el 1 de enero de 2003, cuando asumió el poder por primera vez.
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”Lo prometimos y cumplimos”, pero “jamás imaginamos que el hambre volvería” y que afectaría, como ocurre hoy, a unos 33 millones de brasileños, declaró Lula, quien derrotó en las elecciones del pasado 30 de octubre al actual mandatario, Jair Bolsonaro.
Según el presidente electo, el país ha vuelto a esa situación “por la falta de compromiso” de gobernantes como el líder de la ultraderecha, que “nunca se preocuparon” con los más pobres.
”Las personas han sido llevadas a sufrir para garantizar la tal estabilidad fiscal”, por “gente que dice todo el día que hay que recortar gastos” y “deja al pueblo pobre fuera de la discusión sobre la macroeconomía”, declaró.
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También aseguró que el Gobierno que iniciará el próximo 1 de enero estará guiado por “la credibilidad, la estabilidad política, económica, jurídica y social” y “la previsibilidad, pues la sociedad no puede ser tomada por sorpresa”.
Garantizó además que, en lo económico, mantendrá los mismos parámetros de “responsabilidad fiscal” que tuvo mientras ejerció el poder entre 2003 y 2010, e insistió en que “gobernará para todos”, pero que se ocupará “prioritariamente de los más necesitados”.
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Como prometió en su campaña, subrayó que también es necesario “discutir el mundo del trabajo” y revisar una dura reforma de las leyes laborales aprobada en 2017, que acabó con una serie de derechos y garantías que amparaban a los trabajadores.
”Hoy tenemos millones que trabajan como esclavos, sin ninguna garantía ni previsión de futuro”, por lo que es “imperioso” que se “discutan el capital y el trabajo en el Siglo XXI”, sin “abdicar de derechos que le dan seguridad al trabajador más humilde”, dijo.
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