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La humilde vivienda de Alexander Mora Venacino se ha convertido en una tumba. Desde el pasado 26 de setiembre, su padre no perdía las esperanzas de que apareciera con vida. Sin embargo, hoy se confirmó que el joven que soñaba con convertirse en maestro y sacar a adelante a su familia, nunca volverá.
Alexander Mora, un joven de 21 años huérfano de madre que vivía junto a su padre en una casa del Pericón, Tecoanapa, en el estado mexicano de Guerrero, es el primero de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, cuya muerte ha sido confirmada por la fiscalía mexicana.
Quien lo conoció afirma que Alexander era un joven educado y de familia humilde. Él, sus dos hermanos, y su padre, un taxista que usaba un vehículo ajeno para trabajar, vivían en una casa con techo de calamina, sin comodidades, de acuerdo con el portal SinEmbargo.mx.
El joven abandonó la Universidad Autónoma de Guerrero, donde seguía Desarrollo Regional, porque quería estudiar para maestro en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa relata el medio digital mexicano.
Alexander Mora formaba parte del equipo de fútbol de El Pericón, no bebía y era amable con sus vecinos en el pueblo, contó José Isabel García Mora, familiar del joven mexicano.
Hoy, la fiscalía mexicana confirmó que parte de los restos óseos encontrados en un basurero y un río de Cocula, que fueron analizados por el laboratorio de la Universidad de Innsbruck en Austria, corresponden a Alexander.
“Su único pecado fue ser pobre, muy humilde y querer ser maestro”, dijo García Mora, quien contó que Ezequiel Mora Chora, el padre de Alexander, estaba destrozado tras conocer la noticia de la muerte de su hijo.
“Cuando llegamos a la Normal, sus dos hijos que siempre lo acompañan no estaban con él. Estaba destrozado, nos vio y nos abrazó con los ojos llenos de lágrimas, le dijimos que nos quedaríamos con él, pero nos dijo: ‘vayan a marchar, vayan, la lucha sigue, tiene que seguir’, estaba con la frente en alto, lleno de dolor, pero con la frente en alto”, dijo José Isabel a SinEmbargo.
Alexander Mora, cuya madre murió hace dos años, tenía tres hermanos. Uno de ellos trabaja como jornalero en el corte de uva en un campo agrícola de Sonora.
DURA VIDA DE ESTUDIANTE
Aunque su padre se opuso en un primer momento a que dejara la universidad para estudiar en la normal de Ayotzinapa, Alexander demostró su gran deseo de ser maestro y se preparó mucho para pasar los exámenes de admisión, por lo que finalmente su padre aceptó el camino que eligió.
Alexander Mora estudiaba primer grado en la normal Raúl Isidro Burgos y, como todo alumno que recién ingresa a esa insititución, ocupó las habitaciones más precarias. Ahí, tuvo que soportar la humedad y la inseguridad de puertas y paredes rotas y con agujeros. Se bañaba con agua helada. No tenía lujos.
No volvió a su casa en tiempos recientes y no volverá para ser enterrado. “Su padre ni siquiera tiene un cuerpo que enterrar”, comentó García Mora.
Alexander y otros 42 compañeros de una escuela rural de magisterio desaparecieron la noche del 26 de setiembre en Iguala (Guerrero) tras ser atacados a tiros por policías locales.
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Expertos realizaron búsquedas en un basurero de Cocula. (Foto: El Universal, México/ GDA)
Vecinos, amigos y compañeros estudiantes han ido llegando a la vivienda de color azul de la familia de Alexander desde que el sábado se conoció que es el primero de los 43 estudiantes desaparecidos en setiembre del que hay pruebas de su muerte.
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Ezequiel Mora, padre de Alexander (Reuters)
En su memoria prepararon un pequeño altar con velas, varias fotografías del muchacho y una playera de fútbol, su gran pasión junto a la lectura, recuerdan.
También hay imágenes de su madre, fallecida en marzo de 2010 por diabetes.
A El Pericón, una empobrecida comunidad montañosa de 1.800 habitantes, no ha llegado ningún representante del Gobierno estatal ni federal. La familia asegura que tampoco ha recibido la llamada de ninguna autoridad ni nunca les dieron ninguna ayuda.
Los restos del joven fueron encontrados en la misma zona donde sicarios de un cártel narcotraficante declararon haber asesinado a los 43 jóvenes e incinerado sus cuerpos.
La identificación fue realizada por un prestigioso laboratorio de Austria y ahora su padre está a la espera de que le envíen los restos de su hijo, apenas un hueso y una muela, para darles sepultura.
“Somos gente humilde que vivimos del campo. Queremos darle un sepelio como se hace aquí, honradamente, pobremente”, explica su hermana Edith.
Fuente: SinEmbargo, México/ Agencias