Fue “un chascarrillo” que se le chispoteó. En la recta final de la campaña para la presidencia de México, Claudia Sheinbaum, quien aspira a reemplazar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), señaló que las elecciones de este 2 de junio “son un mero trámite”. La licenciada en Física y doctora en Ingeniería Ambiental está tan segura de que obtendrá la victoria sobre su rival, Xóchitl Gálvez, que se le desbordó la confianza, aunque luego salió a corregirse. “Un chascarrillo”, soltó. Una broma vestida de arrogancia o un lapsus de quien cree que ya ganó por adelantado.
La exjefa de Gobierno de la Ciudad de México está primera en las encuestas, y con bastante diferencia. Algunas le dan incluso hasta 30 puntos de ventaja sobre Gálvez. Otras son más mesuradas, pero son pocos los sondeos que esbozan algún empate técnico. Con todos los cuestionamientos que hay sobre las encuestas en el mundo, sigue siendo poco probable que los números se alteren de tal manera como para pensar en la victoria de la candidata opositora. Sin embargo, y aunque suene a cliché, nada está dicho.
Xóchitl Gálvez, una mujer que ha demostrado un arrastre político impresionante, siempre dijo que Sheinbaum tiene todo el aparato estatal a su disposición para la campaña y que el tablero ha estado desde el inicio inclinado a favor de Morena, el partido de AMLO.
Y no deja de tener razón. El presidente alteró el cronograma electoral adelantando fechas y procesos para hacer más sencilla la elección de Sheinbaum como candidata oficialista, dando por descontado su triunfo en las generales. Sin embargo, nunca pensó que alguien como Gálvez –que no estaba en el panorama de nadie hasta hace un año– le haría una campaña competitiva. Porque, si Xóchitl entró fuerte en la carrera y se convirtió en opción presidenciable, no fue por representar al PRI, al PRD y al PAN, los partidos tradicionales mexicanos, sino a pesar de ellos, sosteniéndose en su carisma y en su perfil personal y profesional.
Por otro lado, si Sheinbaum gana no será por sus credenciales académicas o de gestión, sino porque es la candidata de AMLO, un mandatario con un altísimo apoyo, pese a su autoritarismo y sus falencias en la gestión pública. Después de las elecciones, y si logra la victoria, la gran pregunta será qué tan autónoma será Shienbaum, que además pasaría a ser la primera mujer presidenta de México. ¿López Obrador y su inmenso ego dejarán gobernar tranquila a su sucesora?