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Tixtla, EFE
La escuela Normal del barrio de Ayotzinapa lleva un mes sin 43 estudiantes que desaparecieron tras una noche de violencia en las ciudad de Iguala, una fecha que se ha conmemorado con un gran corte de carretera para decir que los familiares piensan seguir luchando para que aparezcan vivos.
Poco después de las 11:00 hora local (17:00 GMT), medio millar de estudiantes de la escuela bloquearon en Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, la Autopista del Sol que une a la capital mexicana con el turístico Puerto de Acapulco, una vía muy transitada, especialmente en fin de semana.
Han sido centenares los afectados por este bloqueo que, según aseguraron los estudiantes a EFE, se levantará en las próximas horas. Esta acción se realizó en una zona conocida como Parador de Marqués, en donde precisamente fallecieron por disparos de policías dos jóvenes de esa misma escuela en una protesta en el año 2011.
En aquella ocasión y en otros bloqueos similares las fuerzas de seguridad intervinieron para frenar a los jóvenes, pero esta vez los están dejando hacer, pues son demasiados los ojos que hay sobre este caso, condenado por decenas de organismos internacionales.
Los estudiantes, apoyados por compañeros de otras escuelas, llegaron en varios autobuses a este lugar y, tapados con máscaras o pañuelos, tomaron varios camiones de mercancías y los cruzaron en la carretera para impedir la circulación de vehículos en ambos sentidos.
Desde hace un mes, estudiantes, maestros y familiares de los 43 desaparecidos se han manifestado para presionar a las autoridades a dar resultados sobre el paradero de los jóvenes.
La noche del 26 de setiembre policías municipales de Iguala y Cocula, por orden del entonces alcalde, José Luis Abarca, atacaron a los estudiantes causando seis muertos y 25 heridos, además de los 43 desaparecidos que según las investigaciones fueron entregados al grupo criminal Guerreros Unidos para su desaparición.
Desde entonces familiares de los estudiantes, todos de bajos recursos y muchos de lejanos estados, se trasladaron a vivir a la escuela desde donde esperan noticias de los jóvenes.
“Ayotzinapa vive”, dice hoy una manta colgada del pabellón principal, y es que pese a que ya ha pasado un mes en este barrio del municipio de Tixtla, todos quieren seguir creyendo que los jóvenes están vivos y que volverán a estudiar en sus aulas.
Se resisten a creer testimonios como el del sacerdote Alejandro Solalinde, quien asegura que según le han contado testigos de la agresión, los estudiantes están todos muertos, ya que fueron llevados a un cerro, quemados vivos y enterrados.
En el día de hoy el religioso, activista de los derechos humanos de los migrantes, acudió a la escuela a oficiar una misa pero fue rechazado por los padres, quienes están muy ofendidos por sus declaraciones.
Según explicó, había acordado oficiar la misa con un grupo de padres con los que se había reunido esta semana en el Distrito Federal, pero al llegar a Ayotzinapa otro grupo de padres lo rechazó.
Tras mantener una reunión de unas dos horas con los familiares el sacerdote se marchó, aclarando a los medios que ya no hará declaraciones sobre este caso.
“Soy respetuoso, yo voy a estar en suspenso, hasta que me pidan ayuda”, dijo el religioso, quien explicó que son ellos, los familiares, los que tienen que procesar la información.
“Yo no voy a encabezar nada, no soy líder de nada, no soy vocero suyo, ni voy a usurpar liderazgos. Solo quiero decirles que si en algo puedo servirles”, me lo digan, señaló.
Además de la aparición con vida de los estudiantes, uno de los reclamos de las familias era la dimisión del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, y esta se produjo el pasado jueves, cuando solicitó licencia para facilitar las investigaciones, que están en manos de la Procuraduría General de la República (PGR).