Más de 1,5 millones de personas consultan cada año la base de datos digital del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (Cemla) en busca de datos de la travesía transatlántica de los inmigrantes europeos que llegaron a Argentina en los siglos XIX y XX huyendo del hambre o las guerras.
Fundada por la orden de los Padres Escalabrinianos, encargados de atender en un primer momento a los inmigrantes italianos llegados al país austral, según reza su página web, la institución lleva más de 30 años recopilando datos.
Entre sus mas de “siete millones” de referencias, la más documentada es la gran ola migratoria que entre 1882 y 1960 llevó a Argentina a millones de ciudadanos que escapaban del hambre, las guerras o la represión política.
Solo desde España viajaron hacia la considerada como tierra de las oportunidades “más de un millón y medio de personas”, tal y como explicó a Efe el presidente del Cemla, Irineu Zotti.
La institución se nutre de los libros de registro manuscritos de la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina, así como de revistas, investigaciones o diarios de la época que, “excesivamente deteriorados por el uso”, empujó a este centro a iniciar un ambicioso proyecto de recuperación en 1992.
Ahora, con un “97 % del material digitalizado” y más de “7 millones” de referencias indexadas en una página web y un programa creado específicamente por expertos para esta tarea, son muchas las personas que se ponen en contacto con la organización en un viaje de regreso a sus raíces.
Solo en 2015 “fueron 1.600.000 personas las que ingresaron a la página web, con un tiempo promedio de 7 minutos” de revisión de la documentación que conforma esta aplicación, asegura Zotti.
Para el presidente del Cemla son tres los motivos principales que animan a la gente a consultar esta base de datos.
Por un lado, la necesidad de una certificación oficial que acredite la llegada de un familiar al país por cuestiones burocráticas; como puede ser la obtención de la doble nacionalidad.
También la curiosidad de los descendientes por descubrir los verdaderos orígenes de su familia o las condiciones del viaje; así como la labor investigadora de estudiosos o especialistas en cuestiones migratorias que visitan este organismo considerado como una fuente “rica” en información migratoria.
La obtención de este certificado puede conseguirse acudiendo directamente a la sede del Cemla, donde el personal entrega al instante la documentación; o a través de una solicitud por correo electrónico que llegará a su domicilio por correo certificado en solamente unos días.
Basta con saber uno de los datos para tirar del hilo y descubrir el lugar de procedencia de un familiar, el barco en el que viajó, el puerto de salida, así como el estado civil o la profesión, entre otros datos.
A falta de un 3 % del material por indexar a la plataforma del Cemla, la organización trabaja ahora en idear nuevos “aplicativos” que permitan clasificar más fácilmente este tipo de datos para, a continuación, poder “cruzar” las referencias y “localizar información específica” con la que contribuir a la realización de nuevas investigaciones con las que facilitar la lectura de la historia.
En este sentido, el padre Zotti considera que la migración continúa de plena actualidad por lo que la institución que preside tiene por delante el “gran desafío” de “seguir innovando” hacia otras vías para evaluar y mirar la emigración del pasado, presente y futuro.
“Después de 1960 hay mucha emigración por estudiar”, remarcó.
Juan Guillermo Callau es uno de los usuarios del Cemla. Su abuelo viajó desde Croacia hace más de cincuenta años y su familia ha podido saber más sobre sus orígenes gracias a esta base de datos.
Para Callau el buscador “es muy útil y está acorde con los tiempos”, aunque le gustaría que, en un futuro, pudiera incluir “fotografías o vídeos” de la época. EFE