El ministro de Educación de Brasil, Milton Ribeiro, dimitió este lunes en medio de graves sospechas de corrupción que además salpican a pastores evangélicos que integran la base política del presidente Jair Bolsonaro.
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Ribeiro, también pastor de una iglesia presbiteriana, estaba en la cuerda floja desde la semana pasada, pero Bolsonaro hasta ahora lo respaldaba, al punto de declarar que ponía “cara en el fuego” por el ministro, quien fue el cuarto ocupante de ese despecho desde 2019, cuando el líder de la ultraderecha llegó al poder.
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La renuncia de Ribeiro, anunciada por él mismo en un comunicado, ocurre en vísperas de una gran reforma del Gobierno, que Bolsonaro anunciará posiblemente el viernes, forzado por la decisión de 10 de sus 23 ministros de renunciar para aspirar a un cargo electivo en los comicios de octubre próximo.
Las sospechas nacieron de un audio obtenido por el diario Folha de Sao Paulo en el que Ribeiro comenta que los presupuestos del Ministerio de Educación tienen entre sus prioridades los proyectos que impulsan pastores de iglesias pentecostales afines al Gobierno.
“Mi prioridad es atender, primero, a los municipios que más precisan, y segundo, a todos los amigos del pastor Gilmar”, dice el ministro en referencia a un líder religioso muy cercano a Bolsonaro, y agrega que ese es “un pedido especial” del propio “Presidente de la República”.
Ribeiro desmintió que Bolsonaro le haya hecho algún pedido en ese sentido, pero tanto la Fiscalía como la Corte Suprema consideraron que las sospechas son “graves” e instauraron una investigación.
Su situación se agravó este lunes, cuando influyentes pastores de iglesias evangélicas, que tienen un enorme poder en la base política de Bolsonaro, se sumaron a la oposición para exigir su renuncia.
Ribeiro había asumido en julio de 2020 en lugar del economista Carlos Alberto Decotelli, quien estuvo en el cargo sólo cinco días y renunció en medio de denuncias de falsedades en su currículum.
A su vez, Decotelli había asumido en lugar de Abraham Weintraub, un polémico agitador de ultraderecha que había renunciado un mes antes en medio de fuertes presiones de la base parlamentaria del Gobierno.
Weintraub se comportó más como activista que como ministro y su actitud causó serios recelos hasta en los sectores más moderados que respaldan al Gobierno.
El primer ministro de Educación de Bolsonaro había sido el filósofo colombiano naturalizado brasileño Ricardo Vélez Rodríguez, quien también impuso una fuerte carga ideológica a su breve gestión, que duró tres meses y acabó con su renuncia exigida, como sucedió con Weintraub, hasta por sectores afines al Gobierno.
Este mismo lunes ya se conjeturaba la renuncia de Ribeiro, en coincidencia con la reforma de gabinete que Bolsonaro anunciará esta misma semana.
Según fuentes cercanas al oficialismo, pese a defender a Ribeiro, Bolsonaro decidió aprovechar esa reforma para facilitar su salida, a fin de minimizar el impacto de un supuesto caso de corrupción en momentos en que el mandatario se prepara para intentar la reelección.
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