“Yo era capitán del Ejército, tenía 25 años y me acababa de estrenar como comandante del componente Ejército de las Fuerzas Especiales Antiterroristas, cuando me dijeron que teníamos una misión de seguridad nacional. El mensaje nos llegó por los beepers que había entregado el Gobierno de Estados Unidos, y, aunque no nos dieron más datos, ya se hablaba de las dificultades que estaba pasando el gobierno Gaviria por los excesos y crímenes de Pablo Escobar en la cárcel La Catedral, en Envigado”.
Por primera vez, el coronel retirado del Ejército de Colombia César de la Cruz accedió a dar detalles de cómo fue la accidentada toma de la llamada ‘cárcel privada de Escobar’, el miércoles 22 de julio de 1992, el día que el narco se les escapó a las autoridades y puso de nuevo en jaque el país.
El oficial asegura que se registró una crisis en el mando militar y que una cadena de errores permitió que el capo y sus lugartenientes se esfumaran del penal, con la complicidad de funcionarios corruptos y la ventaja de haber construido La Catedral a su antojo y medida.
Según bitácoras oficiales, la orden de tomarse militarmente la cárcel y reemplazar la guardia adscrita a la Dirección Nacional de Prisiones por Ejército la impartió el ministro de Justicia Rafael Pardo, a las 3 de la tarde del 21 de julio de 1992. Y el siguiente paso era trasladar al jefe del Cártel de Medellín y sus sicarios a una guarnición militar. Pero nada de eso se cumplió.
“A nosotros nos vinieron a reunir a las 9 de la noche (seis horas después), en la XIII Brigada, con el general Jesús Vergara Aragón. Solo nos dijeron que teníamos que ir a una misión de rescate de dos rehenes: el viceministro de Justicia, Eduardo Mendoza, y el director de Prisiones, coronel Hernando Navas Rubio. Salimos de inmediato para el aeropuerto de Catam y llegamos a las 10:30 de la noche. Nos metieron en un avión Hércules y nos pusimos el uniforme nocturno de penumbra para ejecutar el rescate. Pero el Hércules permaneció casi 5 horas en la pista”, señala De la Cruz.
Y recalca que en ese momento, el general Luis Eduardo Roca Maichel, comandante general de las Fuerzas Militares, no pudo hacerse cargo del operativo porque estaba en recuperación en Miami por una trombosis.
“El llamado a asumir la misión era el general Faruk Yanine, jefe de Estado Mayor, pero por antigüedad estaba por debajo del comandante de la FAC, el general Forero. En resumen, la orden de desplazarnos a La Catedral la terminó impartiendo el general Vergara, que no tenía nada que ver con nosotros. Luego vinieron otras demoras inexplicables que a la final permitieron que Escobar se volara”, dice con firmeza el oficial en retiro.
Y agrega que está convencido de que si su escuadrón antiterrorista hubiera salido de inmediato hacia Envigado, habrían llegado a la medianoche al penal, a tiempo para al menos tratar de frenar su huida.
De hecho, el presidente César Gaviria dijo en su momento que el capo se escapó porque no se cumplieron las órdenes impartidas por el ministro de Defensa, y señaló directamente como responsable al general Gustavo Pardo Ariza, comandante de la IV Brigada de Medellín.
“Despegamos a las 3:35 de la madrugada de Bogotá y terminamos aterrizando a las 4:15 a. m. en Rionegro, en donde no nos esperaban camiones del Ejército. Íbamos desorientados. La confusión era tal que nos tocó preguntar en la policía cómo se llegaba a La Catedral. Y cuando encontramos el camino nos paró un retén del Ejército diciendo que no sabían de la orden de rescate –señala De la Cruz– (...). Ellos eran el tercer anillo de seguridad, y algunos elementos estaban comprometidos (...).
Finalmente llegamos sobre las 4:45 y después de hablar con el general Pardo Ariza, ingresamos media hora después. Yo grité: “No queremos problemas, solo rescatar a los rehenes. Pero varios de los guardianes abrieron fuego. Nos tocó romper los candados con explosivos y entrar. Éramos 15 unidades de la Armada, 15 de la Fuerza Aérea y 15 del Ejército. Aunque contamos con apoyo de francotiradores, en ese momento dieron de baja a uno de mis hombres”.
Los hallazgos
El coronel también recuerda cómo fue el rescate del viceministro Mendoza, que era conocido como el James Bond del momento por sus conocimientos en inteligencia y seguridad.
“Comenzamos a avanzar rápidamente por el penal y en la cocina localizamos al primer rehén: el viceministro estaba de rodillas, y un sujeto que tenía el uniforme de guardián le tenía un revólver en la cabeza. Dimos de baja al sujeto y sacamos a Mendoza de inmediato”, asegura De la Cruz.
Y agrega que, minutos después, Escobar se comunicó con él por radio y le dijo que si lo contactaba con el presidente Gaviria, él saldría de la caleta en la que estaba escondido: “Después supimos que para ese momento ya había salido de la cárcel y estaba viendo la toma desde una zona alta de Envigado”.
De la Cruz asegura que encontraron en el apartamento del capo teléfonos satelitales que ni siquiera tenía el Ejército y un DVD sofisticado en el que hallaron una cotización que un empleado de la fábrica de camionetas Hummer le había mandado al capo.
“En esa época, en Colombia no había ni una de esas camionetas. Y él ya las estaba mandando traer. Entre los videos también encontramos uno de dos cotizadas actrices colombianas que aparecían corriendo desnudas en un potrero de la hacienda Nápoles para ganarse un carro Renault 21. Y encontramos varias fotos en las que Escobar aparecía con traje de cirugías en procedimientos invasivos. Creemos que por eso le gustaba que le dijeran ‘el Doctor'”.
De la Cruz, quien después pasó a ser oficial de seguridad de los ministros de Defensa Gilberto Echeverry, Rodrigo Lloreda y Luis Fernando Ramírez, guarda decenas de fotos inéditas en las que aparecen desde la casa de muñecas que el capo le armó a su hija Manuela hasta el gimnasio, la sala de juegos y otros lujos de la cárcel que Escobar levantó a su medida.
“Tres días después del operativo me llamaron de la Fiscalía para interrogarme por la bajas que se produjeron en la toma de La Catedral. Casi no me dejan ascender por haber cumplido con mi deber. Por el contrario, a quienes permitieron esos lujos, funcionarios de turno del Ministerio de Justicia, les terminaron tumbando las sanciones”, cuestiona el oficial retirado.
Después de hacer un curso de piloto y estar un par de años en misión diplomática, el coronel volvió al país para ser comandante del Batallón Cazadores en San Vicente del Caguán, Caquetá, la misma unidad que fue sede de los negociadores del gobierno Pastrana en el fallido proceso de paz de hace dos décadas. Luego se convirtió en jefe de Estado Mayor de la Brigada XII y se retiró voluntariamente en el año 2006, con todos los secretos y recuerdos de la toma de La Catedral.
Fuente: “El Tiempo” de Colombia, GDA