Cuando comenzaron las fuertes lluvias, Giselli Carvalho se apresuró a volver a casa.
Estaba preocupada por su madre y por su hija de 1 año, Helena.
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En el camino, Giselli se encontró con un vecino que le dio una noticia devastadora: la casa familiar había sido arrasada por uno de los muchos deslizamientos de tierra que azotaron la ciudad brasileña de Petrópolis el 15 de febrero.
Ese día llovió en la ciudad 259,8 milímetros en 24 horas, más que las precipitaciones usuales de todo el mes, y el mayor volumen desde que comenzaron los registros en 1932.
El diluvio causó deslizamientos de tierra que mataron a más de 100 personas, incluyendo al menos ocho niños, según la Defensa Civil Nacional de Brasil.
“Me tomó nueve años quedar embarazada porque quería criar bien a mi hija”, le dijo Giselli al canal de noticias brasileño Globo TV.
“Sólo pude disfrutar de la compañía de mi bebé durante poco más de un año”, lamentó.
“Sigo pensando que es una pesadilla y que me despertaré y veré a Helena aquí conmigo”, agregó entre lágrimas.
Cuando ocurrió el deslave, la sobrina de Giselli, María Carminante, también estaba en la casa, ubicada en la favela Morro da Oficina, en el barrio Alto da Serra, uno de los más devastados por las lluvias. Los tres cuerpos fueron encontrados juntos en un sofá.
La búsqueda de cadáveres continuaba el jueves, con la ayuda de vecinos y equipos del Cuerpo de Bomberos, Ejército y Defensa Civil.
Según el portal de noticias G1, además de los muertos ya encontrados hasta el momento se han realizado 134 registros de desapariciones en la región.
Se espera que el número de muertes aumente, ya que se pronostican más lluvias en la región.
Giselli Carvalho se encuentra ahora entre los cientos de personas sin hogar que han sido llevadas a refugios improvisados en Petrópolis.
La joven había estado preparando una fiesta para el segundo cumpleaños de su hija con el tema de la película de animación de Disney “Moana”.
“Todo estaba listo para la fiesta. Ahora no sé qué hacer conmigo misma”, dijo mientras mostraba a los periodistas videos del primer día de Helena en la guardería, apenas unos días antes de la tragedia.
“No perdí a nadie, pero lo perdí todo”.
Así resume su vida Carina Santiago, de 41 años, luego de las fuertes lluvias en Petrópolis.
Carina es otra de las vecinas de Morro da Oficina.
Su historia es un ejemplo de tragedias prevenibles que se repiten.
En 1995, Carina perdió a su madre en un deslizamiento de tierra en el mismo lugar.
Más de dos décadas después, relata a BBC News Brasil qué sucedió este 15 de febrero.
“Fue horrible, estaba atrapada en el trabajo en la calle Teresa, que también se vio afectada”.
“La lluvia iba en aumento, pero no teníamos idea de que habría tanta tristeza, tanta tragedia”. Su casa ahora está inhabitable, pero sus tres hijos de 19, 16 y 13 años lograron salvarse.
“La parte de atrás [de la casa] está toda destrozada, nuestra esperanza se fue. Mucha gente quiere volver, sin entender que nuestra calle se acabó”, dice Natan Santiago Monteiro, hijo de Carina.
“Estaba en la panadería y vimos pasar el riachuelo, pasaron troncos, pasó la gente, pero no teníamos idea de que lo íbamos a perder todo. Solo tenemos la ropa puesta, ahora tenemos que ir a la iglesia y quedarnos allí”, dice el joven.
Carina relata que cuando perdió a su madre en un anterior deslave solo ella perdió su casa. Ahora, señala, la tragedia es mucho peor, ya que muchas familias están afectadas.
“Es un trauma muy grande. En ese momento [cuando perdió a su madre], yo tenía 15 años, hoy tengo 41 y miro todo lo que trabajé, las cosas que tenía, lo perdí todo, no tengo nada”.
En medio de los escombros y el lodo que quedaron del derrumbe del Morro da Oficina, un hombre busca desde hace tres días el cuerpo de su hijo.
El joven de 18 años estaba con su abuela, también desaparecida bajo los escombros, en una casa al pie de la ladera, que se derrumbó bajo las lluvias intensas.
“Solo me iré de aquí cuando lo encuentre”, le dice Paulo Roberto de Oliveira, de 40 años, asesor parlamentario, al periodista Rafael Barifouse de BBC News Brasil.
En medio de la búsqueda, Paulo convive con el horror de las pérdidas de otras personas. Cuenta que encontró en medio del lodo una pierna humana, que descendió por la ladera junto a los restos de muebles y electrodomésticos que un día pertenecieron a otros abuelos y abuelas, padres e hijos.
“Nacido y criado en Petrópolis”, esta no es la primera vez que ve afectada su vida por los efectos de fenómenos meteorológicos extremos en la ciudad.
En 2011, perdió su hogar en las fuertes lluvias que mataron a más de 900 personas en las tierras altas de Río ese año. En ese momento, toda su familia se quedó sin hogar, y debió ir a los centros de acogida.
“Solo no perdimos la vida”, le dice Paulo a BBC News Brasil, y agrega que en 2011 se cerraron 110 casas en su barrio. “Pero cuando vas hoy, todo está invadido”.
La historia revela cómo se perpetúa la ocupación irregular en zonas de riesgo, sin la acción del poder público.
La ciudad, que solía ser la escapada de verano de los monarcas de Brasil en el siglo XIX, es un destino turístico y un refugio tradicional para las personas que escapan del calor del verano en Río de Janeiro.
Pero también ha experimentado un crecimiento urbano descontrolado, con hogares más pobres avanzando por las laderas, a menudo en áreas que quedaron inestables por la deforestación y el drenaje inadecuado.
Un informe de 2017 encargado por las autoridades de la ciudad estimó que casi el 20% del área de Petrópolis estaba “en alto riesgo de deslizamientos de tierra e inundaciones”.
“El Ayuntamiento está esperando que muera más gente para hacer algo”, se queja Paulo.
Cuando le preguntan de dónde saca la fuerza para estar allí, responde simplemente “sólo Dios”.
“Mi esperanza es encontrar a mi hijo, darle una sepultura digna. Es el amor de mi vida”, dice.
Sueli Alcántara perdió cinco sobrinos, incluyendo una sobrina embarazada. “Perdí a todos mis vecinos, del lado derecho no quedó ni una casa”, dice Sueli.
Estaba en casa cuando empezó a llover. Tuvo que salir por la ventana y buscar refugio al otro lado de la colina.
Ahora, acusa a las autoridades. “¿Dónde están las autoridades locales, dónde está el alcalde? Aquí ya no hay nadie con una azada para ayudarnos. ¿Dónde está toda esta gente que nos pide que votemos?”.
Las críticas de los vecinos a la respuesta de las autoridades son generalizadas.
Con más de 80 viviendas afectadas en Morro da Oficina, vecinos informan que, el miércoles, había muchos cadáveres en el lugar y debieron usar sábanas para proteger los restos, ante la falta de plásticos adecuados.
El Ayuntamiento de Petrópolis declaró estado de calamidad pública. En los hospitales, según la autoridad local, se reforzaron los equipos para asistir a los damnificados.
Según un reportaje del diario Folha de S. Paulo, la administración del gobernador del estado de Río de Janeiro, Cláudio Castro, gastó apenas la mitad del presupuesto previsto en el programa de prevención y atención de desastres, según datos oficiales.
Castro dijo en conferencia de prensa el miércoles que hay un déficit histórico en la prevención de desastres en el estado y que “20, 30, 40 años no se resuelven en un año”.
En la rueda de prensa, el gobernador anunció la instalación de un hospital de campaña en la ciudad para atender a los damnificados por el temporal, además de la llegada de carretas con medicamentos, insumos y material de higiene.
El gobernador dijo que autorizó una renta subsidiada para evitar que la gente se quede en los albergues y anunció un programa de línea de crédito para comerciantes.
El lunes, el Cemaden (Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales) había alertado sobre el riesgo de fuertes lluvias en la región, con posibilidad de deslizamientos.
Sin embargo, las áreas de riesgo no fueron evacuadas de forma preventiva.
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