Verónica GoyzuetaDesde Sao Paulo para El Comercio
Los hábitos paulistas de lavar diariamente las veredas con mangueras, semanalmente los autos y de tomar entre dos y tres baños cuando hace calor están cambiando forzosamente por la inimaginable falta de agua. A pesar de los constantes desmentidos de la compañía de agua Sabesp, sobre racionamientos y cortes, hace meses aumentan las quejas sobre falta de agua en bares, restaurantes y barrios alejados del centro. Algunos paulistas cuentan que volvieron al gimnasio no por las ganas de ponerse en forma, sino por la posibilidad de ahorrar el agua del baño que a veces falta en casa.
La sequía que afecta hace meses al estado más rico del país, y ya comienza a contagiarse en Río de Janeiro y en otros estados, parece surrealista, en un país que es dueño del 12% del agua dulce superficial del planeta. “El volumen de las lluvias en los últimos dos años no fue tan bajo al punto de disminuir tanto la generación de las hidroeléctricas”, dice el presidente de la consultora de energía PSR, Mario Veiga. “Lo que pasa es que los reservorios se están agotando más rápidamente de lo esperado”.
El sistema Cantareira, que abastece a 20 millones de personas de la Gran Sao Paulo, está prácticamente seco. El gobierno paulista trató de desviar el agua de otras represas, pero no ha sido suficiente para atender a toda la población y está usando una reserva técnica de 400 millones de metros cúbicos de agua conocida como “volumen muerto”, que también comienza a correr peligro. Este reservorio junta el agua que está abajo del nivel de las compuertas y que está siendo retirada con ayuda de bombas fluctuantes.
Según los especialistas, el uso de esta agua de subsuelo puede crear más problemas ambientales e hídricos, además de perjudicar la salud de la población por contener metales pesados.
REFLEJOS ECONÓMICOSLa sequía está comprometiendo importantes cuencas hidrográficas y debe desencadenar problemas en la economía, así como ocurrió con la crisis energética del 2001. Como en el año del apagón, especialistas apuntan que el problema no fue solo la falta de lluvias, sino la falta de previsión administrativa y de infraestructura de las principales empresas públicas de agua.
Según la World Meteorological Organization (WMO), el nordeste brasileño, la región desértica del país que más sufre con sequías, ya registró pérdidas equivalentes a US$8 mil millones entre el 2010 y 2013. Por otro lado, un estudio de la consultora PSR muestra que la falta de agua en las hidroeléctricas también aumentó la cuenta eléctrica, al hacer funcionar en su lugar las centrales termoeléctricas. Según la PSR, el Gobierno ya gastó alrededor de US$20 mil millones entre enero del 2011 y octubre de este año para compensar con termoeléctricas la falta de agua en las hidroeléctricas.
Según el estudio, algunos motivos de esta crisis son la sedimentación de los reservorios, el desvío de agua para irrigación y la pérdida de eficiencia en las turbinas. El problema no debe resolverse automáticamente con el regreso de las lluvias, previstas para este mes y que siguen atrasadas.
Con la sequía en Sao Paulo, el país también registra pérdidas en el sector agrícola. De acuerdo con la consultora MB Agro, los productores de caña de azúcar, uno de los principales productos del estado, ya registran este año un 18% menos en su facturación. La situación se repite en el centro-oeste y en el nordeste del país.
Mientras no llueve, no hay previsión de cuándo las cosas pueden mejorar y la duda que más preocupa es si las noticias no van a empeorar después de la elección del domingo.