El rechazo al texto de la nueva Constitución en Chile supone un duro revés para el presidente del país, Gabriel Boric. Pero también es visto como una repentina prueba de liderazgo para el jefe de Estado más joven de América Latina.
Boric asumió el cargo en marzo como abanderado del clamor por profundas reformas en Chile, incluido el proceso que estaba en marcha para cambiar la Constitución de 1980 heredada del régimen militar de Augusto Pinochet.
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Pero el texto de la nueva carta fundamental que redactó una convención electa especialmente para ello, apoyado por Boric, naufragó estrepitosamente en un plebiscito el domingo: tuvo 62% de votos de rechazo según los resultados parciales, más de lo que anticipaban las encuestas.
El presidente izquierdista anunció el mismo domingo por la noche que buscará acordar a partir de este lunes “un nuevo proceso constitucional” con el Congreso, fuerzas políticas y sociedad civil.
“Recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio”, dijo en referencia al resultado del plebiscito.
“Hay que escuchar la voz del pueblo”.
De hecho, la votación marca “una primera gran derrota política” para Boric y la generación de políticos que ascendió al poder junto con él, señala Patricio Fernández, un exconvencional y escritor que conoce al presidente desde hace años.
“Es una derrota grande, inesperada, que de alguna manera hace temblar los cimientos del proyecto político original”, dice Fernández a BBC Mundo.
“La oportunidad es que (Boric) podría tener la ocasión de demostrar un gran liderazgo y estatura, asumiendo que el proceso no termina”.
Boric entró en la escena política chilena como uno de los líderes de las protestas estudiantiles de 2011, pero su llegada a la Presidencia está directamente vinculada a la búsqueda de un cambio constitucional tras el estallido social de 2019.
El entonces diputado Boric fue una de las caras más visibles de la izquierda en la firma del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución del 15 de noviembre de ese año, que buscaba sacar a Chile de su colosal crisis.
Eso le valió críticas de quienes se oponían al pacto, incluso en su propio partido.
Pero la propuesta de reemplazar la Constitución recibió 78% de apoyo en el plebiscito de 2020 y Boric se proyectó como un líder pragmático, capaz de sintonizar con las demandas de cambio expresadas en las calles.
Candidato presidencial de la alianza de izquierda Apruebo Dignidad, Boric ganó la segunda vuelta de las elecciones chilenas en diciembre pasado con 56% de los votos.
Al asumir en marzo con apenas 36 años de edad, el presidente anunció que iba a “apoyar decididamente” el trabajo de la Convención constituyente, que había sido electa con 50% de mujeres, escaños indígenas, una mayoría independiente de los partidos tradicionales y varios activistas de izquierda.
El texto elaborado por esa Convención planteaba grandes cambios, incluida la definición de Chile como un Estado “plurinacional” con autonomías regionales indígenas.
O como un “Estado social y democrático de derecho” que provee bienes y servicios para garantizar los derechos de las personas.
El debate estuvo marcado además por controversias que salpicaron a la Convención y una gran desinformación sobre el alcance de las modificaciones planteadas.
En procura de reducir la incertidumbre y el temor al cambio, el oficialismo liderado por Boric se comprometió a “mejorar” el texto constitucional si era aprobado.
Pero en un país que enfrenta también problemas económicos, de seguridad y un conflicto violento en La Araucanía (sur) con radicales mapuches, el peso del presidente fue insuficiente para inclinar la balanza a favor del “apruebo”.
Algunos analistas han observado que las encuestas de semanas recientes mostraron que el apoyo al cambio constitucional caía de forma similar al índice de aprobación de Boric.
“Muchos en Chile vieron esto (el plebiscito constitucional) como un referéndum sobre su gobierno”, dice Peter Siavelis, un experto en política chilena de la Universidad de Wake Forest,.
Y agrega que Boric “va a estar más débil porque esto será una derrota para él, pero si ejerce el liderazgo puede construir algún tipo de coalición para reformar la Constitución, porque hay consenso en que debe hacerse”.
Es demasiado pronto aún para saber si las distintas fuerzas políticas chilenas seguirán el llamado de Boric a insistir rápidamente con el cambio de Constitución.
Tampoco está claro si se haría convocando a una nueva Convención constituyente o por otro camino.
Boric definió el domingo por la noche que “el Congreso Nacional deberá ser el gran protagonista” del entendimiento y lanzó distintos llamados a la unidad nacional.
“El maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”, sostuvo.
Los analistas destacan que desde la derecha política chilena, que tiene la mitad del Senado y más de 40% de los diputados, han dado señales de apertura a una nueva Constitución que incluya demandas como la consagración de un Estado democrático de derecho.
Esto puede dar espacio para un amplio acuerdo en temas importantes para el proceso constituyente, como por ejemplo los derechos sociales, observa Guillermo Larrain, profesor de economía en la Universidad de Chile.
“El rol del gobierno va a ser crucial porque el texto constitucional actual le da mucho poder al presidente y, por lo tanto, le abre una oportunidad de guiar mejor el proceso que lo que ocurrió ahora con un proceso que empezó un gobierno y terminó otro”, dice Larrain a BBC Mundo.
Sin embargo, añade que Boric también deberá asegurarse el apoyo de los distintos grupos que componen su propia coalición y base de apoyo.
Algunos izquierdistas y exconvencionales ya habían visto con recelo el compromiso oficialista antes del plebiscito de “mejorar” el proyecto propuesto si resultaba aprobado.
En su discurso del domingo por la noche, Boric lanzó un mensaje a sus fuerzas al mencionar la necesidad de “ser autocríticos sobre lo obrado”.
Y anunció “prontos ajustes” a sus equipos de gobierno para enfrentar los nuevos desafíos.
Fernández anticipa incluso que la “malla de gobierno tendría que cambiar mucho” e incluir a otras políticos más allá de la coalición del presidente.
“Se inicia un nuevo capítulo del gobierno de Boric”, sostiene.
Suele decirse que en política se aprende más de los tropiezos que de los triunfos. La pregunta ahora es qué lección sacará el joven mandatario chileno de su clara derrota del domingo.
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