La historia que derivó en una masacre empezó con una pelea de estudiantes en el centro de Ciudad de México.
El grupo antimotines de la policía capitalina, conocido como Cuerpo de Granaderos, intervino para calmar la riña. Pero lo hizo de manera brutal.
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Golpeó a decenas de estudiantes y testigos de la pelea. Persiguió a los jóvenes hasta las escuelas donde buscaron refugio y también allí agredió a alumnos y profesores que impartían clase.
Era el 23 de julio de 1968. En esa época la policía mexicana tenía fama de cometer abusos, pero la agresión a los estudiantes fue excesiva.
Cuatro días después, estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) organizaron una marcha contra la violencia policial.
Pero la caminata, a la que se sumaron miembros del Partido Comunista Mexicano, fue reprimida por los granaderos.
A partir de ese momento empezó un movimiento estudiantil que en pocas semanas creció rápidamente. La UNAM, el IPN y otras universidades del país se declararon en huelga.
Las autoridades reportaron autobuses quemados y el estallido de artefactos explosivos. Decenas de jóvenes fueron detenidos y en el Zócalo, la plaza central del país, se desplegaron tanquetas y decenas de militares.
El Ejército ocupó las instalaciones de la UNAM y el IPN, pero no logró contener el movimiento agrupado en el Consejo Nacional de Huelga (CNH).
El rector de la Universidad Nacional, Javier Barros Sierra, renunció en protesta por la invasión a la autonomía universitaria.
El movimiento sólo fue contenido hasta la tarde del 2 de octubre. Ese día se había convocado una nueva marcha de protesta que partiría de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
Cientos de soldados rodearon el sitio. Cuando los estudiantes anunciaban que se cancelaba la caminata para evitar violencia, inició una balacera contra la multitud.
Más de cincuenta años después, aún no está claro dónde empezaron los disparos. Tampoco se sabe realmente cuántas personas murieron o fueron heridas.
Pero el ataque se convirtió en un parteaguas en la historia del país. Desde el 2 de octubre de 1968 México fue otro, social y políticamente distinto al del día anterior.
Esta es la historia que se recuerda cada año durante el aniversario de la masacre.
Pero se habla poco del entorno social y político que había en el país por esos años, que motivó el acelerado crecimiento del movimiento estudiantil de 1968.
Un momento que explica también la fuerte reacción del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Desde los años 50 y en la siguiente década, en el país se registró una serie de movimiento de médicos, ferrocarrileros, electricistas, campesinos y estudiantes.
En todos los casos, las protestas fueron disueltas por policías y militares.
Las movilizaciones estudiantiles de 1968 fueron consecuencia de ese largo proceso, explica Gilberto Guevara Niebla, uno de los fundadores del CNH.
“El movimiento de 68 no se comprendería si no se considera que en esa época existía un régimen autoritario y represivo”, le dice a BBC Mundo.
“Sobre todo en los años 60 hubo una sucesión de intervenciones militares en las universidades, que fue creando un ambiente de descontento y de malestar entre la juventud”.
Ese 1956, por ejemplo, los estudiantes del IPN protagonizaron una huelga que terminó con la ocupación militar de sus instalaciones. La vigilancia de los soldados permaneció durante un año.
Otro caso fue la huelga de 1963 en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, también disuelta por el Ejército.
Dos años más tarde, hubo una serie de paros y marchas de médicos y enfermeras en demanda de mejor salario.
A las protestas se sumaron también estudiantes de la carrera de medicina.
Esos acontecimientos estaban muy presentes en el ánimo de los estudiantes en 1968, recuerda Rolando Cordera quien fue consejero por la Escuela de Economía ante el CNH.
“En algunos que se convirtieron en dirigentes de la movilización existía algún tipo de memoria”, le dice a BBC Mundo.
“Antes de nosotros hubo otros mexicanos que habían reclamado más o menos lo mismo: cumplimiento de la ley, respeto a los derechos y la Constitución”.
Pero el enojo por las intervenciones militares y la decisión de las autoridades para disolver las protestas son una parte de la historia tras el movimiento de 1968.
Ese año en Europa ocurrió una serie de protestas estudiantiles, sobre todo en Francia. Un elemento que influyó en México, pero su impacto fue menor a lo que sucedía en Estados Unidos, recuerda Guevara Niebla.
En ese país había una intensa oleada de protestas contra la guerra en Vietnam, la lucha por los derechos civiles de algunas minorías así como un creciente proceso de liberalización sexual y feminismo.
“Coincidieron muchos factores”, recuerda el fundador del CNH. “A través de la televisión sabíamos lo que ocurría en Estados Unidos y con los jóvenes de Francia”.
“Los estudiantes de México vivíamos en un mar de estímulos que jugaron un papel decisivo para explicar la revuelta estudiantil”.
Rolando Cordera recuerda. “Los estudiantes del 68 en México se unieron a un reclamo internacional frente al orden existente en aquel tiempo”.
“En el caso nuestro era un orden muy autoritario, que no respetaba las movilizaciones de reclamo social”.
Con tal escenario el movimiento estudiantil creció en poco tiempo. A las primeras manifestaciones, en julio de ese año, acudieron cientos de jóvenes.
Al paso de los meses aumentó el número de asistentes. En la llamada Marcha del Silencio, el 13 de septiembre, participaron más de 150.000 personas.
No todos eran estudiantes. El movimiento logró el respaldo de sindicatos, grupos de vecinos y hasta amas de casa. Las protestas se extendieron por varias ciudades del país.
Las demandas del CNH también cambiaron. Al inicio era la disolución del cuerpo de granaderos, eliminar de las leyes el delito de disolución social y castigo a los responsables de agredir estudiantes.
Luego el pliego petitorio incluyó la liberación de todos los presos políticos, y un diálogo público y abierto del Consejo Nacional con el gobierno federal.
Más allá de la creciente inconformidad, ¿por qué ocurrió la masacre en Tlatelolco?
Hubo varios elementos, coinciden algunos historiadores. Ese 1968 México era sede de los Juegos de la XIX Olimpiada, programada para empezar el 12 de octubre de ese año.
Semanas antes del evento llegaron periodistas enviados por medios internacionales. Además sería la primera vez que los Juegos Olímpicos se transmitirían por satélite a todo el mundo.
Para ese momento, las protestas estudiantiles eran más intensas. Muchos periodistas empezaron a cubrir las movilizaciones.
No era la imagen de país que pretendía enviar el gobierno de Díaz Ordaz. Además, el presidente estaba convencido que los estudiantes formaban parte de una especie de conjura comunista en contra de los juegos.
La decisión fue enviar un mensaje contundente para terminar con la rebeldía de varios años, señala Guevara Niebla.
“Después de 1968, Díaz Ordaz declaró que al enfrentar el conflicto se habían agotado los recursos políticos y se tuvo que acudir a la fuerza”, recuerda.
“Lo que se quería era destruir de un solo golpe el movimiento estudiantil para dar paso a las Olimpiadas. La represión tuvo lugar diez días antes de que empezaran, estaban obligados a sofocar las protestas, pero lo hicieron de una manera brutal”.
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