Beirut. [AFP]. La ira popular se manifestó contra los bancos en Líbano, país sumido en una crisis económica y un callejón sin salida político, con actos de vandalismo contra establecimientos que adoptan restricciones cada vez más severas contra sus clientes.
Las acciones de violencia en el distrito comercial de Hamra comenzaron el martes por la noche después de los enfrentamientos frente al Banco Central, cuando la policía disparó gases lacrimógenos y cargó a cientos de manifestantes para obligarlos a alejarse. Estos últimos respondieron lanzando piedras.
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Las fuerzas de seguridad anunciaron 59 detenciones, mientras que los enfrentamientos causaron, al menos, 37 heridos entre civiles y policías, informó un portavoz de la Cruz Roja libanesa a la AFP.
El martes por la noche, los manifestantes rompieron máquinas expendedoras de billetes, incendiaron contenedores de basura y atacaron bancos, usando extintores de incendios, tablas de madera o postes del metal de los paneles de señalización para romper las ventanas.
El miércoles por la mañana, las agencias bancarias volvieron a abrir a pesar de sus fachadas dañadas, constató un corresponsal de la AFP. Los empleados recogían los cristales rotos o trataban de limpiar la pintura de los graffitis, mientras que algunos inspeccionaban los distribuidores dañados y las cortinas de hierro.
Los empleados municipales también sustituyeron los semáforos demolidos por los manifestantes.
Los bancos están cristalizando gran parte de la ira pública debido, entre otras cosas, a las restricciones cada vez más severas impuestas desde septiembre.
Restricciones draconianas
En medio de la escasez del dólar, utilizado en el Líbano al igual que la moneda nacional, los bancos impusieron restricciones a los retiros (limitados a unos 1.000 dólares al mes), transferencias y conversiones en dólares, causando largas colas y a veces altercados entre clientes y cajeros.
Oficialmente, la moneda libanesa, atada al dólar desde 1997, mantiene la misma cotización fijada en 1.507 libras por dólar.
Pero en las casas de cambio perdió casi la mitad de su valor, a veces hasta 2.500 libras por dólar.
Los ahorristas acusan a los bancos de tomar su dinero como rehén, al mismo tiempo que permiten a los políticos y a los altos funcionarios efectuar transferencias al extranjero.
El Banco Central anunció que estaba investigando fugas de capital. También indicó que quería unificar y proporcionar una “cobertura legal” a las restricciones draconianas de los bancos.
Después de una pausa que coincidió con las fiestas de fin de año, las manifestaciones populares se reanudaron el sábado. En las últimas semanas, sólo se habían celebrado reuniones simbólicas y de menor magnitud, especialmente ante el Banco Central.
La situación se complica por el estancamiento político. Desde la dimisión a finales de octubre del primer ministro Saad Hariri, su gobierno, encargado de los asuntos corrientes, es acusado de inercia.
Hasán Diab, nombrado su sucesor el 19 de diciembre, todavía no formó un equipo. Si bien los participantes en las protestas callejeras exigen un gabinete compuesto exclusivamente por tecnócratas independientes, los principales partidos políticos siguen negociando para preservar su representación.
El coordinador especial de las Naciones Unidas para el Líbano, Jan Kubis, lamentó las “manifestaciones cada vez más violentas” y la “economía en caída libre”.