El hombre fuerte de Israel, Benjamin Netanyahu, está a punto de ser removido del cargo de primer ministro. En un inesperado viraje, la oposición liderada por Naftali Bennett y Yair Lapid, logró unirse para formar un nuevo gobierno.
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“Es un pacto inédito. En una misma bolsa se han mezclado izquierda, derecha y de todo”, dijo a El Comercio el analista internacional Carlos Novoa, quien se sorprende que, tras el último enfrentamiento entre Israel y Hamas, Netanyahu haya perdido el crédito frente a sus pares.
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“El peligro permanente que vive Israel, que está rodeado por países musulmanes, hace que el gobierno tenga que ser fuerte. Allá se habla de halcones, la derecha más radical, y de palomas, la izquierda que en los 90 fracasó en negociar con los palestinos”.
Allí es que Netanyahu --para Novoa, uno de los políticos más importantes de su país solo detrás de David Ben-Gurión, quien fundó el estado israelí-- consolidó su imagen de protector del país, a lo que sumó el manejo de una economía que, mal que bien, era sólida.
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Pero los doce años le pasaron factura.
“Ha tenido problemas con la justicia, denuncias de corrupción y se ha salvado varias veces. El tema es que el ciudadano de a pie ya está cansado de él. Como cualquier gobierno de larga data, hay un desgaste”.
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EL USO DE LOS CONFLICTOS
Aunque no se puede afirmar que Netanyahu o Israel hayan causado los problemas con sus vecinos, Novoa anota que el primer ministro sí aprovechó ciertas coyunturas para quedarse en el gobierno.
“Desde afuera, un podría pensar que el manejo del último conflicto con Hamas le dejó algunos créditos, pero no es tan cierto. Este es el cuarto conflicto similar durante la gestión de Netanyahu”.
El primero, anota Novoa, fue en Gaza a finales del 2008 e inicios del 2009, y sí que supo mostrarse como “el hombre que necesitaba el país en cuestiones de seguridad”. Pero los tres que siguieron ya fueron demasiado.
“Aun así, yo pensé que, luego del último, Netanyahu iba a volver formar gobierno. Pero lo que ha sucedido ahora es una locura”.
¿A qué se refiere Novoa?
Para explicarlo, el especialista sienta las bases: Israel es una democracia parlamentaria, así que el partido que gana las elecciones (con una mayoría en el congreso de 120 escaños), tiene un tiempo determinado para establecer un gobierno.
“La particularidad es que los partidos están muy atomizados, incluso algunos son representados por tres o cuatro legisladores. Tienes una derecha y sus variantes ortodoxa, ultraortodoxa, una que está más pendiente de los temas económicos, otra más radical, así como el centro, una izquierda más cercana a los palestinos, otra más ideológica, etc.”.
Eso significa que, para gobernar en Israel, es preciso llegar a acuerdos. Y eso fue exactamente lo que logró Yair Lapid, “exestrella de televisión” de gran atractivo político.
“Esta coalición ha decidido que, de los cuatro años de gobierno, los dos primeros sean liderados por el ultranacionalista Naftali Bennett, y luego ya le tocará a Lapid”.
Habría que ver, se pregunta Novoa, si es que, en efecto, lograrán gobernar durante cuatro años, algo que ni siquiera Netanyahu pudo lograr (“cuando perdía el apoyo parlamentario, volvía a formar gobierno”).
¿La coalición podría disolverse antes de despedir formalmente a Netanyahu?
Novoa opina que no.
“El plazo que Lapid tenía para formar gobierno venció ayer y ahora le toca hablar con el presidente, quien no es el jefe del gobierno, para informarle qué hará. Luego, tiene una semana para terminar de perfilar el gobierno y que el parlamento, en una sesión, confirme la investidura. Pero el acuerdo ya está hecho, lo más difícil ya está hecho”.
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