La presión en Medio Oriente se intensifica con el paso de los días.
Desde el ataque sorpresa de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, donde murieron más de 1.400 personas, una campaña de bombardeos sobre Gaza, liderada por el ejército israelí, ha dejado una tragedia humanitaria, con más de 3.300 fallecidos y cientos de miles de desplazados.
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La situación empeoró aún más este martes, luego de que un proyectil impactara a un hospital en Gaza, dejando cientos de muertos en el ataque más mortífero en lo que va del conflicto y del que se culpan mutuamente israelíes y palestinos.
Estos últimos 11 días de horror en la región han venido acompañados de advertencias de lado y lado.
Israel ha prometido “borrar a Hamás de la tierra” mientras que Irán, el principal patrocinador y aliado de Hamás, ha advertido sobre los riesgos que podría tener una escalada del conflicto en Medio Oriente si es que el país liderado por Benjamin Netanyahu no detiene su agresión.
Específicamente, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Hossein Amirabdollahian, se ha referido a una eventual contraofensiva del llamado “eje de la resistencia”, la alianza con la que Irán impulsa su influencia en la región.
Junto con advertir que se está “acabando el tiempo para una solución política”, Hossein Amirabdollahian aseguró que este grupo podría llevar adelante una “acción preventiva” si no cesan los “crímenes de guerra contra los palestinos”.
Pero ¿a qué o quiénes se refiere la autoridad iraní cuando habla del “eje de la resistencia”? ¿Qué tanta importancia tiene en el Medio Oriente y cómo se articula?
En los últimos años, la influencia iraní se ha reforzado a través de una red de aliados en varios países vecinos, al que se le denomina “eje de la resistencia”.
Esa influencia se da en el contexto de conflictos como el de Siria o Yemen, y en la lucha contra el Estado Islámico en Irak.
Según el servicio persa de la BBC, este eje, marcadamente antiestadounidense y antiisraelí, está compuesto principalmente por Irán, Siria, el grupo Hezbolá en el Líbano, las milicias chiitas en Irak, Afganistán y Pakistán, grupos militantes en territorios palestinos y por los hutíes de Yemen.
Aunque el denominador común de estos grupos es que son chiitas, como la mayoría de la población de Irán, en el eje también se incluye un grupo sunita: Hamás.
“Irán ha logrado tener aliados leales y representantes en el Líbano, territorios palestinos, Irak, Siria y Yemen. Todos ellos son utilizados por Irán para promover sus objetivos políticos”, le explica a BBC Mundo Lina Khatib, directora del Instituto de Medio Oriente de SOAS, con sede en Londres.
“Y hay que hacer una distinción: estos grupos no están conectados con la Autoridad Nacional Palestina”, agrega la académica.
En un artículo publicado en 2020 por BBC Mundo, Kayvan Hosseini, periodista del servicio persa de la BBC, afirmó que todos estos grupos reciben “apoyo logístico, económico e ideológico” por parte de Irán.
El arquitecto de esta red de influencia iraní fue Qasem Soleimani, quien era el comandante del grupo élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, organización responsable de las acciones militares encubiertas de las fuerzas iraníes en el extranjero y a través de la cual se articulan los lazos de Teherán con grupos y milicias en otros países.
Soleimani fue muerto por Estados Unidos en enero del 2020 en un ataque con dron cuando salía del aeropuerto de Bagdad, la capital de Irak.
De acuerdo con Lina Khatib, la gran mayoría de las milicias que conforman el eje “surgieron de agravios ante las realidades políticas de sus países”.
Así, “generaron apoyo popular local al presentarse como personas que buscaban cambiar el status quo para mejorarlo”, dice la académica.
Poco a poco se fueron convirtiendo en actores políticos clave, al punto que muchos de ellos tienen más respaldo en la población que sus propios gobiernos.
“Estamos hablando de grupos enormemente influyentes que han logrado más poder político que otros en la región”, afirma Khatib.
Uno de los grupos más antiguos y poderosos -y sofisticadamente armados- es la organización islámica libanesa Hezbolá.
Este movimiento fue fundado con apoyo de Irán en 1982 en respuesta a la ocupación israelí en Líbano, pero desde 2006 también tiene un brazo político y ha logrado un papel importante en la política de ese país.
Para Israel, Hezbolá es una amenaza muy importante en la región.
Más recientemente, las guerras en Siria y Yemen dieron a Irán la oportunidad de seguir expandiendo su influencia en el Medio Oriente.
Y es que Irán es uno de los principales aliados de Bashar al Asad -miembro de una secta chiita heterodoxa- en Siria.
En Yemen, en tanto, Teherán apoya al movimiento rebelde de los hutíes, que desde 2015 se enfrenta a una coalición dirigida por Arabia Saudita, el gran rival regional de Irán.
Una situación similar se da en Irak, donde Irán ha sido aliado de las milicias chiitas que lucharon contra el Estado Islámico desde 2014 y que se agruparon en las llamadas Fuerzas de Movilización Popular (PMP, por sus siglas en inglés), que hoy en día constituyen un importante actor en el sistema político de ese país.
Para Lina Khatib, hoy la articulación del “eje de la resistencia” podría significar una gran amenaza para Israel.
“Todos estos grupos son aliados políticos y militares desde hace tiempo, no sólo para lograr objetivos nacionales, sino también objetivos geopolíticos para Irán en el Medio Oriente”, explica.
“Esto significa que si Irán toma la decisión ahora de coordinarse entre todos esos grupos en contra Israel, tiene la capacidad de hacerlo”, agrega.
El propio ministro de Relaciones Exteriores iraní ha sostenido en estos días que los líderes de los grupos de resistencia “disfrutan de cohesión, han diseñado los escenarios y tienen las manos en el gatillo”, según declaraciones recogidas por la Agencia de Noticias de la República Islámica (IRNA).
Del otro lado, las advertencias también han sido claras.
Al ser consultado sobre la posibilidad de una intervención de Irán o de su aliado libanés Hezbolá, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo: “Que no lo hagan”.
Los estadounidenses desplegaron dos grupos de portaaviones en el Mediterráneo oriental para enviar un claro mensaje: si Irán y sus aliados intervienen en este conflicto, tendrán que tener en cuenta el poder militar estadounidense, no sólo el de Israel.
Ciertamente, el último ataque al hospital en Gaza empeora las cosas.
A través de una declaración pública, el gobierno iraní afirmó que el acontecimiento es un “punto de inflexión” y que “este crimen no quedará sin respuesta”.
Instó, además, a los países y grupos que “buscan la libertad” a unirse para “brindar apoyo total a la resistencia del pueblo palestino”.
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