Bagdad (AP)
El grupo extremista Estado Islámico ha tomado el control de una importante instalación de armas químicas al noroeste de Bagdad donde están almacenados 2.500 cohetes con gas sarín rebajado, además de otros agentes químicos, informó el Gobierno de Iraq en una carta que ayer circuló en la sede de Naciones Unidas.
El Gobierno de Estados Unidos restó importancia a la amenaza, al afirmar que en la instalación no hay armas químicas intactas y sería muy difícil, sino imposible, usar el material para propósitos militares.
Mohamed Alí Alhakim, embajador de Iraq ante la ONU, dijo en una carta dirigida al secretario general de la organización, Ban Ki-moon, que “terroristas armados” entraron a la instalación de Muthanna el 11 de junio, detuvieron a oficiales y soldados de la fuerza de protección y les quitaron sus armas. A la mañana siguiente, el director del proyecto observó en un video de vigilancia el robo de varios equipos antes que los terroristas desactivaran las cámaras, dijo.
El Estado Islámico (antes ISIS), que controla también partes de Siria, envió a sus combatientes al vecino Iraq el mes pasado y rápidamente capturó gran parte del territorio a ambos lados de la frontera entre los dos países. La semana pasada, el líder del grupo, Abu Bakr al Bagdadi, declaró el establecimiento del Estado Islámico, en los territorios bajo su control.
Alhakim dijo que como resultado de la toma de Muthanna, Iraq no puede “cumplir sus obligaciones de destruir armas químicas” debido a la mala situación de seguridad. Agregó que el país volverá a cumplir sus obligaciones “tan pronto como la situación de seguridad mejore y las autoridades recuperen el control de la instalación”.
Alhakim mencionó la captura de los búnkeres 13 y 41 en el amplio complejo, ubicado a 56 kilómetros (35 millas) al noroeste de Bagdad.
La ONU considera que los cohetes con sarín eran “de mala calidad” y en “gran medida habrían quedado degradados después de años de almacenamiento en malas condiciones”.
Las noticias sobre le toma de la instalación llegan en momentos de incertidumbre política en Iraq, cuando los líderes del país deben formar un nuevo gobierno que pueda hacer frente a la ofensiva extremista que ha hecho a la nación caer en su peor crisis desde que los soldados estadounidenses se marcharon en el 2011.