Francisco Carrión, Desde El Cairo
El Estado Islámico de Iraq y Siria, recién rebautizado como Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés), borró en las últimas semanas las fronteras trazadas por el Reino Unido y Francia tras la I Guerra Mundial e instauró un califato que controla un territorio cinco veces más extenso que el Líbano.
Desde la toma de Mosul, la segunda ciudad de Iraq, el pasado 9 de junio, el avance de los yihadistas ha sido imparable. El IS, conocido por sus crímenes sanguinarios, se expande desde la provincia siria de Alepo (norte) hasta la iraquí de Diyala (este) y controla importantes puestos fronterizos y refinerías de petróleo.
En los últimos días, además, sus conquistas han crecido gracias a la retirada de algunas plazas del Frente al Nusra, la filial de Al Qaeda que ha luchado contra el IS, y otros grupos insurgentes sirios. “El IS no se considera ya una organización sino un auténtico Estado. Tiene más de 10.000 miembros desplegados en Iraq y Siria”, explica a El Comercio el politólogo Ayman Jawad, experto en el grupo.
Miles de sus entusiastas muyahidines (guerreros santos) fueron reclutados en Europa. A mediados de junio, la policía española desarticuló una red dedicada a formar y enviar a jóvenes a Siria.
En el último año y medio, más de 100 combatientes salieron de Ceuta, una ciudad española limítrofe con Marruecos, rumbo a Siria y la organización estableció un campo de entrenamiento en Ávila, en plena península.
Fascinados por la retórica del IS y su maquinaria propagandística, amplificada por las redes sociales, otros miles partieron de Reino Unido, Alemania y Francia para enrolarse en sus filas.
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EL MILLONARIO BOTÍN
Sus escuadrones –entrenados en el cuartel general de Raqqa, la ciudad siria más importante bajo su yugo– se completan con una estructura económica perfectamente engrasada.
“No sabemos cuánto dinero atesora, pero actualmente es el movimiento yihadista que más riqueza acumula. No tiene competidores”, agrega Jawad.
Su fortuna se ha disparado en las últimas semanas. La noche en la que las tropas iraquíes huyeron de Mosul, los militantes del IS se apoderaron de US$400 millones depositados en el Banco Central y limpiaron también las cajas fuertes de otras entidades.
Poner coto a su emporio se ha convertido en la obsesión de Estados Unidos. El secretario de Estado, John Kerry, ha pedido a los países del Golfo Pérsico que congelen las ayudas económicas a los grupos rebeldes sirios, incluidos los de tendencia moderada.
Una de las fuentes de financiación para la expansión del IS llega, precisamente, de países como Arabia Saudí, Qatar o Kuwait.
“Se benefician de las donaciones de hombres acaudalados del mundo musulmán, mayoritariamente de países del golfo. Pero no se puede decir que esté financiado a través de canales oficiales o por el Estado. Son donantes privados que creen en su proyecto de estado islámico y que quieren contribuir en la lucha contra sus enemigos: Damasco y Bagdad”, afirma a este Diario Hasan Hasan, analista del centro de estudios Delma de Abu Dabi.
La contribución de las donaciones a la estructura financiera del IS, sin embargo, es cada vez menor.
“El grupo ha logrado autofinanciarse. Tras la expansión por Siria, se hizo con el control de recursos muy lucrativos como campos de petróleo, plantas de gas y otras compañías. Además, tienen la costumbre de desmantelar las empresas y venderlas por partes dentro y fuera de Siria”, cuenta Hasan, que subraya las jugosas cantidades obtenidas mediante el secuestro, la extorsión o la toma de arsenales. “Han hecho millones y millones con estas operaciones”, añade.
En declaraciones al diario iraquí “Niqash”, el ex jefe de la policía de Mosul, el general Mahdi Gharaui, explicó que el IS se embolsa mensualmente unos US$8 millones en “impuestos revolucionarios” que ya cobraba antes de la ofensiva de este mes.
Una vez en el poder, es previsible que creen nuevas tasas para ofrecer un “transporte seguro” por las carreteras que administran o, según el Gobierno Iraquí, para que las familias cristianas que permanecen en la ciudad puedan comprar su paz.
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Su irrupción en Iraq, no obstante, contó con el beneplácito de parte de la población, cansada de las políticas sectarias del primer ministro iraquí, el chiita Nuri al Maliki. Los sunitas han abrazado a los encapuchados del IS a pesar de la interpretación fundamentalista de la sharia (ley islámica) que imponen a su paso, y de las graves violaciones de los derechos humanos en la vecina Siria.
En un periódico repartido por Mosul, los nuevos gobernantes han prohibido el alcohol y el tabaco y han pedido a las mujeres que “permanezcan en el hogar y no salgan si no es necesario”.
En su avance por los ríos Tigris y Éufrates, han logrado forjar alianzas con comunidades tribales y otros grupos sunitas, como el Ejército de los Hombres de la Cofradía Al Naqshbandia, dirigido por Ezat Ibrahim al Duri, ex vicepresidente de Saddam Hussein.