Entre el 24 de abril de 1915 y el año 1923 fueron asesinadas 1,5 millones de personas a manos del Imperio Otomano. Esa es la versión armenia, la nacionalidad de las víctimas. Turquía niega dicho genocidio y habla de una guerra civil que se juntó con una hambruna que terminaron matando a entre 300.000 y 500.000 armenios y otros tantos turcos.
Han pasado 100 años y Armenia no cede en su propósito de que el genocidio se reconozca internacionalmente. Ahora la batalla es diplomática.
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El tema es tan sensible que todo aquel que hable de “genocidio armenio” se arriesga a ser censurado por Turquía.
El último personaje prominente que se atrevió a mencionar la frase fue el papa Francisco, quien habló del “atroz y descabellado exterminio” de los armenios que, recordó, “generalmente viene considerado como el primer genocidio del siglo XX”.
La reacción del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fue ordenar el retiro de su embajador en el Vaticano. Así las cosas, oficialmente, el genocidio armenio ha sido reconocido más o menos explícitamente por los parlamentos de 22 países: europeos, como Francia, Alemania, Italia, Canadá, Grecia o Rusia, y latinoamericanos (Uruguay, Argentina, Venezuela, Chile y Bolivia). Como mecionamos, este episodio no es más que el último de una larga historia de enfrentamientos Turquía y aquellos que hablen de “genocidio armenio”. Revisemos algunos antecedentes:
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ARMENIOS EN EL IMPERIO
Entre los últimos años del siglo XIX y principios del XX, aproximadamente dos millones de armenios vivían en el Imperio Otomano, actual Turquía. La relación que mantenían con los locales era cordial, llegando incluso a alcanzar puestos políticos importantes.
Sin embargo, el imperio ya no era el mismo de antes. Las grandes potencias europeas, principalmente católicas, les habían arrebatado grandes territorios originando que millones de musulmanes escaparan y se refugiaran en regiones próximas a Europa del Este y Asia.
A este creciente conflicto religioso se sumaba la deplorable situación económica por la que atravezaban los otomanos. Con estos elementos las agresiones contra los armenios, quienes vivían en situación de dhimmis -cristianos que viven bajo las leyes de un líder musulmán pagando un impuesto especial- fueron aumentando.
Ante esta situación los armenios decidieron unirse en organizaciones como la Federación Revolucionaria Armenia o el Partido Hunchack, que pedían la intervención de las potencias europeas para que los apoyen.
Fue esa asociación la que originó los episodios sangrientos. Miles de armenios fueron asesinados en violentos enfrentamientos registrados en 1891, 1896 y 1909.
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LAS DEPORTACIONES
La participación del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial fue desastroza. Una apabullante derrota ante los rusos había tenido eco en todo el continente. Pese a que la causa principal fue la fallida estrategia aplicada por sus generales, los otomanos le atribuyeron la culpa a los armenios, argumentando que habían realizado misiones de espionaje para Rusia.
Estas acusaciones coincidieron con los levantamientos de las organizaciones armenias en varias ciudades de la actual Turquía. Aprovechando la situación, las autoridades locales decidieron actuar.
El 24 de abril de 1915, fuerzas otomanas capturaron a 250 intelectuales y líderes armenios en la actual Estambul. El grupo fue deportado a Ankara para ser ejecutado. El Imperio Otomano había iniciado una limpieza étnica que luego sería normada en la Ley de Traslado y Reasentamiento, aprobada un mes después.
Armenios ejecutados en una plaza de Ankara. (Archivo histórico Reuters)
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Con excepción de Estambul y Esmirna, por oposición de las autoridades locales ante la medida, los armenios fueron perseguidos por toda Turquía. Incluso los que servían para el ejército imperial fueron obligados a entregar sus armas. Diversos historiadores cifran el total de deportados en aproximadamente un millón y medio de personas.
Los grupos eran separados por edades y sexo para luego ser deportados a los desiertos de Siria. Sin embargo, eran pocos los que realmente llegaban vivos.
La mayoría de armenios pereció en el camino que atravesaba la extensa estepa de Anatolia. Sin alimento ni agua, los deportados debían, además, superar enfermedades o ataques de bandas kurdas, turcomanas y circasianas, quienes los asesinaban para secuestrar a las mujeres.
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¿GENOCIDIO?Uno de los puntos que mayor polémica ha generado en torno a este histórico episodio es la denominación que recibe. Para ello recogimos tres puntos de vista diferentes: el de Naciones Unidas, Armenia y Turquía.
1) — Naciones Unidas. Según el artículo 2 de la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, celebrado en 1948, se considera genocidio a los siguientes actos:
a) Matanza de miembros del grupo.b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo.c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo.e) Traslado por fuerza de niños de un grupo a otro.
Sin embargo, las últimas declaraciones oficiales de la ONU respecto al tema, producidas un día después a las del Papa Francisco, hicieron referencia a un “crimen atroz” y no a un genocidio.
“El Secretario General de la ONU está completamente al tanto de la naturaleza delicada de la caracterización de lo ocurrido en 1915 (...) una investigación de colaboración fortalecerá nuestra determinación colectiva para evitar que vuelvan a suceder en el futuro crímenes atroces semejantes”, anunció Stepahne Dujarric, portavoz de Ban Ki-moon.
2) — Armenia. La postura de Armenia a lo largo de los años ha sido la misma: lo cometido a inicios del siglo XX fue un genocidio. El último pronunciamiento oficial sobre el tema estuvo a cargo del presidente Serge Sargsian.
“El genocidio es un fracaso de la comunidad internacional y su impunidad es la premisa para su repetición”, dijo el mandatario armenio.
Sargsian añadió que la negativa de Turquía para reconocer el hecho como un genocidio propiciaría una nueva ola de odio nacional y reviviría los conflictos históricos.
“La negación del genocidio contiene elementos de una nueva ola de odio nacional y está acompañado en muchas ocasiones de intolerancia y justificación de los genocidios cometidos”, aseguró.
3) — Turquía. Con la misma seguridad que el otro protagonista de la historia, el Gobierno Turco se ha dedicado a rechazar la denominación de genocidio.
La versión oficial e histórica propuesta por Turquía es que durante la Primera Guerra Mundial, muchos armenios murieron, al igual que turcos, y se cometieron masacres por ambas partes como consecuencia de la violencia interétnica.
El más reciente pronunciamiento al respecto fue el brindado por el presidente Recep Tayyip Erdogan, al responderle al Papa Francisco.
“No dejaré que eventos históricos sean llevados fuera de su curso y convertidos en una campaña contra nuestro país y nuestra nación”, aseveró Erdogan.