El temor de una guerra total en Medio Oriente, con consecuencias devastadoras para la región y más allá, está en su momento más crítico desde el inicio de la guerra en Gaza el pasado 7 de octubre.
Hezbolá confirmó este miércoles que uno de sus altos mandos militares murió en un ataque aéreo israelí en Beirut, la capital del Líbano.
MIRA: Cómo queda Hamás tras el asesinato de dos de sus máximos líderes (y quién es ahora el objetivo prioritario de Israel)
El grupo armado apoyado por Irán dijo que el cuerpo de Fuad Shukr fue encontrado entre los escombros de un edificio que fue atacado el martes.
Anteriormente, el ejército israelí indicó que Shukr había sido el objetivo de una “eliminación basada en inteligencia”.
Israel informó que el ataque fue una respuesta a la ofensiva con cohetes que mató el sábado a 12 niños y adolescentes en los Altos del Golán, ocupados por Israel.
Este ataque disparó la tensión entre Israel y Hezbolá hasta un nuevo nivel de amenaza.
Las autoridades israelíes alegaron que Shukr había contribuido a planificar el ataque. El grupo armado libanés, por su parte, negó ser responsable.
Así, la situación en los Altos del Golán, un territorio que Israel arrebató a Siria en 1967 y se anexionó en 1981, ha llegado a su punto más crítico de los últimos nueve meses.
Desde el estallido de la guerra en Gaza en octubre, Israel y Hezbolá han estado intercambiado fuego a través de su frontera común casi a diario.
“Si este conflicto se intensifica hasta desembocar en una guerra total, podría empequeñecer la destrucción de Gaza, atraer a las milicias respaldadas por Irán en Irak, Siria y Yemen, esparcir las brasas por Oriente Próximo y poner en aprietos a Estados Unidos. El propio Irán podría intervenir directamente”, analiza Orla Guerin, corresponsal internacional de la BBC.
Desde su creación, Hezbolá ha sido acusado de llevar a cabo una serie de atentados contra objetivos judíos e israelíes.
Está designada como organización terrorista por Estados Unidos, Israel y otros países de la Liga Árabe.
De igual forma, su brazo militar figura en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea (UE).
“Hezbolá es actualmente la fuerza militar no estatal más poderosa del mundo”, le dijo en octubre pasado a BBC Mundo, Firas Maksad, experto en política libanesa y geopolítica de Medio Oriente del centro de estudios Middle East Institute (MEI) con sede en Washington.
Hezbolá -cuyo nombre significa partido de Dios- es un partido político islamista chiita y un grupo paramilitar respaldado por Irán que ejerce un gran poder en Líbano.
Desde 1992 ha sido dirigida por Hassan Nasrallah y en la actualidad ha pasado a ser la fuerza militar más poderosa de la nación árabe.
El grupo también ha ganado gradualmente influencia en el sistema político de Líbano y tiene poder de veto en el gabinete.
Algunos libaneses consideran que la organización es una amenaza para la estabilidad del país, pero sigue siendo popular entre la comunidad chiíta libanesa a quien representa.
Los orígenes precisos de Hezbolá son difíciles de rastrear, pero sus precursores surgieron después de que Israel invadiera una parte del sur de Líbano en 1982 como respuesta a una serie de ataques de militantes palestinos contra Israel, especialmente el intento de asesinato del embajador israelí en Reino Unido.
Ariel Sharon, quien era entonces ministro de Defensa israelí, pretendía purgar la Organización de Liberación de Palestina (OLP) del sur de Líbano y detener las incursiones del grupo a través de su frontera.
Como el primer ministro actual, Benjamin Netanyahu, Sharon también prometió cambiar Medio Oriente con su ofensiva.
Algunos líderes chiitas en Líbano querían una respuesta militante a la invasión y se separaron del Movimiento Amal, un grupo político que pasó a ser una de las milicias musulmanas chiitas más importantes durante la Guerra Civil Libanesa (1975-1990).
Los rebeldes formaron un movimiento militar chiita que recibió apoyo militar y organizativo de la Guardia Revolucionaria de Irán y que fue bautizado como el Amal Islámico.
Poco después, esta organización se alió con otros grupos y creó Hezbolá.
Hezbolá anunció oficialmente su creación en 1985 mediante la publicación de una “carta abierta” que identificó a Estados Unidos y la Unión Soviética como los principales enemigos del islam.
En el controvertido manifiesto, Hezbolá también planteó la destrucción de Israel como un objetivo clave.
“Es el enemigo odiado contra quien tenemos que luchar hasta que los odiados obtengan lo que merecen”, reza el texto.
“Este enemigo es el mayor peligro para nuestras generaciones futuras y el destino de nuestras tierras, particularmente porque glorifica las ideas de asentamiento y expansión, iniciados en Palestina”.
El gobierno estadounidense responsabiliza al grupo de orquestar los atentados con bombas contra la embajada y el cuartel de los marines estadounidenses en Beirut en 1983, que en conjunto dejaron 258 estadounidenses y 58 militares franceses muertos y provocaron la retirada de las fuerzas de paz occidentales.
Después de que el ejército sirio impusiera la paz en Líbano en 1990, poniendo fin a la guerra civil, Hezbolá continuó su guerra de guerrillas en el sur del país.
Pero también comenzó a desempeñar un papel activo en la política libanesa.
En 1992 participó por primera vez en las elecciones nacionales obteniendo más escaños que cualquier otro partido.
La organización emitió un nuevo manifiesto político en 2009, tras obtener 10 escaños en el Parlamento, para resaltar la “visión política” del grupo.
Eliminó del manifiesto de 1985 la referencia a la necesidad de crear una república islámica, pero mantuvo su línea dura contra Israel y Estados Unidos e insistió en que Hezbolá necesitaba conservar sus armas.
Por su influencia política, militar y de seguridad y también por los servicios sociales que provee, en Líbano se le considera un Estado dentro del Estado, rivalizando con las instituciones del gobierno, lo que le genera críticas en el país.
Sus capacidades incluso exceden a las del ejército libanés.
La violencia en Gaza ha avivado las tensiones entre Israel y Hezbolá, que ha expresado su solidaridad con el pueblo palestino.
La última vez que el grupo militante libanés se enfrentó a Israel fue en 2006.
Ese año, militantes de Hezbolá lanzaron un ataque transfronterizo en el que ocho soldados israelíes murieron y otros dos fueron secuestrados.
Hezbolá exigía la liberación de prisioneros libaneses a cambio de los soldados israelíes.
Pero la respuesta de Israel al ataque fue rápida y masiva.
Aviones de combate israelíes bombardearon bastiones de Hezbolá en el sur de Líbano y en los suburbios del sur de Beirut, mientras que Hezbolá disparó unos 4.000 cohetes contra Israel.
Más de 1.125 libaneses, la mayoría civiles, murieron durante los 34 días que duró el conflicto, así como 119 soldados israelíes y 45 civiles.
Hezbolá se sobrepuso del conflicto y desde entonces ha mejorado y ampliado su arsenal y reclutado decenas de nuevos combatientes.
De acuerdo con Firas Maksad, experto en política libanesa, Hezbolá es hoy “exponencialmente más poderoso” de lo que era en 2006.
“Ha ganado mucha más experiencia, luchando en la guerra de Siria y entrenando y apoyando a milicias pro-Irán en Irak y Yemén”, explica el experto.
“Se cree que su arsenal militar es también mucho más amplio y preciso en términos de misiles, en comparación al 2006”.
En 2021, el líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, aseguró que el grupo tenía 100.000 combatientes, aunque las estimaciones de otras fuentes independientes los reducen a entre los 50.000 y los 20.000.
Muchos están bien entrenados y tienen experiencia de combate, muchos de ellos, de hecho, lucharon en la guerra de Siria.
Asimismo, se calcula que Hezbolá posee entre 120.000 y 200.000 cohetes y misiles, según el Centro Internacional de Estudios Estratégicos e Internacionales.
La mayor parte de su arsenal está formado por pequeños cohetes de artillería no guiados.
Pero también se cree que dispone de misiles antiaéreos y antibuque, así como de misiles guiados capaces de alcanzar el interior de Israel.
Se trata de armamento mucho más sofisticado que el que tiene Hamás en la Franja de Gaza.
Por estas razones, Maksad considera que una guerra total entre Hezbolá e Israel sería “devastadora” tanto para los libaneses como para los israelíes.
Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, Irán proporciona a Hezbolá “la mayor parte“ de su financiación, además de entrenamiento, armas y explosivos.
Teherán también le facilita “ayuda política, diplomática, monetaria y organizativa”, denuncia Washington.
Además, tanto las agencias antidrogas estadounidenses como las europeas acusan al grupo libanés de beneficiarse del tráfico de drogas.
Hezbolá ha negado repetidamente dichas acusaciones alegando que para ellos “está religiosamente prohibido fabricar, vender, comprar, contrabandear y consumir” drogas.
El Departamento de Estado estadounidense señala que Hezbolá también se beneficia del contrabando de mercancías, falsificación de pasaportes, tráfico de narcóticos, lavado de dinero y fraude con tarjetas de crédito, inmigración y bancos.
Los combates esporádicos se intensificaron el 8 de octubre, un día después del ataque de Hamás contra Israel, que desató la guerra en Gaza. Ese día Hezbolá disparó contra posiciones israelíes, en solidaridad con los palestinos.
Desde entonces, ha lanzado cohetes contra el norte de Israel y posiciones israelíes en los Altos del Golán, ha disparado misiles antitanque contra vehículos blindados y ha atacado objetivos militares con drones explosivos.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han respondido con ataques aéreos y fuego de tanques y artillería contra posiciones de Hezbolá en Líbano.
Un análisis de la BBC ha desvelado la magnitud de los daños que han dejado esos nueve meses de combates.
Fotos de satélite, imágenes de radar y registros de actividad militar muestran que comunidades enteras han sido desplazadas, con miles de edificios y grandes extensiones de terreno afectadas en la frontera entre Israel y Líbano.
Por el momento, ambas partes no se han enzarzado en una guerra total, pero los ataques casi diarios han devastado comunidades tanto en Israel como en Líbano.
Los análisis revelan que más del 60% de las comunidades fronterizas de Líbano han sufrido algún tipo de daño como consecuencia de los ataques aéreos y de artillería israelíes. Hasta el 10 de julio, más de 3.200 edificios podrían haberse visto afectados.
Las conclusiones han sido elaboradas por Corey Scher, del Centro de Postgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Se basan en comparaciones de dos imágenes distintas, que revelan cambios en la altura o la estructura de los edificios que sugieren daños.
Las ciudades de Aita el Shaab, Kfar Kila y Blida parecen haber sido las más afectadas.
Según la ONU, los ataques han obligado a más de 90.000 personas a abandonar sus hogares en Líbano, y unos 100 civiles y 366 combatientes de Hezbolá han muerto en ataques israelíes.
En Israel, según las autoridades, 60.000 civiles han tenido que abandonar sus hogares y 33 personas han muerto, 10 de ellas civiles, a causa de los ataques de Hezbolá.
A pesar de los combates, los observadores afirman que hasta ahora ambas partes han intentado contener las hostilidades sin cruzar la línea de la guerra a gran escala. Pero se teme que un incidente especialmente mortífero pueda hacer que la situación se descontrole.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- “Muchos chavistas se pasaron a la oposición y votaron por Edmundo como una forma de votar por María Corina Machado”
- ¿Entrega o traición? Qué se sabe sobre cómo fue la caída de ‘El Mayo’ Zambada, el líder histórico del Cártel de Sinaloa
- “Maduro se quedó sin pueblo”: Por qué los barrios populares lideran las protestas contra el fraude en Venezuela
- “Un fraude como nunca ha ocurrido”: Cómo Maduro ganó las elecciones en Venezuela contra cualquier pronóstico
- Chile reforzará su frontera norte por posible nueva ola migratoria desde Venezuela
Contenido Sugerido
Contenido GEC