Nadie en el régimen de Nicolás Maduro se ha pronunciado sobre la fuga del ex comisario de policía y hombre de inteligencia Iván Simonovis. En Venezuela se especula que Maduro no quiere aceptar la humillación de que uno de los presos políticos más importantes se le haya volado. Y otros atribuyen ese silencio al calibre de la información que Simonovis se llevó en su cinematográfico escape.
En la madrugada del 16 de mayo colgó unas sogas por la ventana que daba al patio trasero de su casa, donde cumplía prisión domiciliaria. Descendió 25 metros con un grillete electrónico de vigilancia, que cortó con una sierra, y burló la vigilancia del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebín).
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Funcionarios activos del régimen lo esperaban en una Toyota que primero lo llevó a una casa de Caracas y luego, a una embajada en donde duró escondido cuatros semanas. Esos ex aliados de Maduro lo llevaron hasta la costa oriente, en donde tomó una lancha rumbo al caribe. Allí lo esperaba una avioneta que lo dejó en un aeropuerto privado de Washington.
En las dos semanas que lleva en libertad, ha sostenido reuniones con los influyentes senadores Marco Rubio y Mario Díaz-Balart. Pero también con agentes del FBI, la CIA y la DEA. Y se reunirá con miembros de la Dirección Nacional de Inteligencia de Colombia para entregar información relevante sobre el Eln.
Algunos han querido bajarle el perfil diciendo que se trata de un veterano ex policía que terminó condenado a 30 años por un fracasado golpe de Estado contra Hugo Chávez, sin acceso a información fresca. Pero los dardos que Simonovis ha lanzado en declaraciones con medios, dejan en evidencia que seguía teniendo acceso a información privilegiada, que justificó el riesgo del operativo de rescate.
“He seguido en permanente contacto con gente de inteligencia, y la prueba es que ellos me ayudaron a huir. Los que me ayudaron a salir están en tu entorno, al lado tuyo, militares activos, policías activos (...), prepárense porque estoy calentando el brazo”, le advirtió Simonovis a Maduro.
La primera carga de profundidad que lanzó se refiere a un documento que prueba que el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, uno de los poderes que sostienen a Maduro, iba a participar en el fallido intento por sacarlo del Palacio de Miraflores, el 30 abril, liderado por el presidente interino, Juan Guaidó.
Si bien Washington se había referido a esa traición, la existencia del documento y el hecho de que, según Simonovis, también esté firmado por Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, podría terminar rompiendo la frágil cohesión en las fuerzas militares venezolanas, que Maduro insiste en negar.
Simonovis, de 59 años y quien tan solo huyó con una navaja, una linterna, su expediente y la biografía de Neil Armstrong, dice que la mejor evidencia del fraccionamiento en las filas venezolanas es que Maduro tuvo que cancelar el desfile militar del 24 de junio, día del Ejército, y del 5 de julio, día de la Independencia, por temor a sufrir un nuevo intento de golpe de Estado.
Al ex policía también se le ha preguntado por Nicolás Maduro Guerra, hijo de Maduro, a quien Washington acaba de sancionar por el crecimiento desmesurado de su fortuna, ligado a supuestas actividades de narcotráfico.
“Traigo detalles que afectan a Maduro y su círculo más cercano. Es información que, luego, las autoridades deben decidir si amerita presentar cargos o sanciones”, le respondió Simonovis al ABC de España.
Y ha dicho que tiene cómo probar que los dos fusiles que aparecieron en la casa de Roberto Marrero, la mano derecha de Guaidó, fueron puestos por miembros de la inteligencia venezolana para minar la credibilidad de Guaidó y empezar a meterlos presos.
La versión fue respaldada por el ex director del Sebín, Manuel Cristopher Figueroa, quien también está en Washington colaborando con las autoridades.
El capítulo colombiano
A través del embajador de Colombia en Washington, Francisco Santos, el ex comisario también contactó a la inteligencia colombiana para entregar datos sobre las actividades del Eln en ese país. Además, para nutrir el expediente que ya se abrió sobre actividades del grupo terrorista Hezbolá, asentados en el estado de Bolívar. A esa tenaza terrorista se le unen cabecillas de Eta.
Ese punto interesa mucho a Washington, que catalogó a Hezbolá, en 2018, como la amenaza terrorista número uno.
Hasta ahora, la única reacción del régimen a la fuga de Simonovis ha sido la captura de las empleadas de su familia y de su abogado, Enrique Perdomo.
“Ese grupo de mujeres que se llevó detenido el Sebín no tienen nada que ver con mi fuga, son inocentes (...). Saquen alguna vez un solo caso y descubran quiénes fueron los que me ayudaron”, advirtió Simonovis.