“Venezuela se arregló” es una frase que ha estado circulando durante meses en las redes sociales creando polémica dentro y fuera del país sudamericano.
Muchos la pronuncian con una fuerte carga de ironía, mientras otros ven en ella el reflejo de cambios que están ocurriendo en los últimos años y que apuntan a mejoras en algunos de los graves problemas económicos que ha enfrentado el país durante los últimos años.
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Algunos usuarios atribuyen esa frase a una supuesta estrategia del gobierno de Nicolás Maduro para proyectar una imagen más favorable. El mandatario venezolano, sin embargo, no ha hecho suya esa afirmación aunque sí ha querido ganar rédito por los cambios recientes en ese país.
“Venezuela hoy puede decir que nos merecemos el Premio Nobel de Economía porque hemos echado pa'lante solitos, solitos, humildemente solitos con la agenda económica bolivariana”, dijo a finales de marzo Maduro, que ve cómo ciertas políticas de liberalización están teniendo consecuencias positivas.
Un mes más tarde, hizo referencia directa a la frase. “Alguna gente ha salido a decir que 'Venezuela se arregló'. No, no se ha arreglado. Está mejorando, Venezuela va a mejorar, crecer, pero falta mucho por hacer”, indicó en un acto con emprendedores, según reseñaron medios locales.
Luis Vicente León, presidente de la consultora Datanálisis, señala que la percepción de mejoría depende del punto de comparación y que los venezolanos vienen de vivir una “macrocrisis” en 2018, en la que se vivía una “hiperinflación brutal”, con escasez de alimentos y medicamentos en todo el país; en la que había que hacer largas colas para adquirir productos básicos y que estos muchas veces se conseguían por encima de su precio internacional. Además, las personas podían ir presas por realizar operaciones con dólares.
“Entonces, cuando tú te comparas contra el 2018, no cabe duda de que estás mejor”, señala León, quien advierte, no obstante, que entre 2013 y 2021 la economía venezolana se contrajo en 75% y que en el último año apenas hubo un crecimiento de entre 6% y 8%.
“Es como un avión que volaba a 10.000 pies de altura y empezó a caer en picado y antes de estrellarse contra el suelo logra levantar la nariz y ahora vuela a 2.500 pies. No se estrelló, pero está muy lejos de su altura inicial”, comenta.
El efecto de esta larga crisis se refleja en la realidad cotidiana de los venezolanos como muestra el estudio sobre condiciones de vida Encovi, realizado en 2021 por la Universidad Católica Andrés Bello y que revela, por ejemplo, que hay un 24,8% de los venezolanos en situación de pobreza extrema y que 60% de la población vive con inseguridad alimentaria entre moderada y grave.
Eso no quiere decir que no haya habido cambios o mejorías.
Más abajo explicaremos las causas de esta recuperación, pero ahora te contamos 5 factores que indican el cambio en las condiciones económicas del país.
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En enero de 2022, el Banco Central de Venezuela anunció que el país había cumplido el ciclo de 12 meses consecutivos con una tasa inflacionaria inferior a 50%, por lo que abandonaba formalmente año la espiral hiperinflacionaria en la que se encontraba inmerso desde 2017.
Esa buena señal se confirmó poco después, en marzo, cuando el país sudamericano tuvo una tasa de inflación mensual de 1,4%, la más baja registrada desde septiembre de 2012.
En abril pasado, última fecha disponible, la inflación mensual subió hasta 4,4% pero sigue muy por debajo del 24,6% que había registrado en abril de 2021.
La producción petrolera de Venezuela alcanzó su cota máxima por encima de los tres millones de barriles diarios en 1998 y, luego, comenzó un lento declive durante el gobierno de Hugo Chávez que se aceleró con su sucesor, Nicolás Maduro, en el poder.
Para enero de 2019, Venezuela extraía apenas unos 1.106.000 barriles diarios, lo que indicaba una reducción de la producción en dos tercios durante 20 años.
Fue entonces, cuando el gobierno de Estados Unidos decidió sancionar a la industria petrolera venezolana, a partir de lo cual la producción de crudo sufrió un retroceso histórico que la llevó hasta niveles propios de mediados del siglo XX, registrando una extracción de apenas 434.000 barriles al día para noviembre de 2020, siempre según datos de la OPEP.
Sin embargo, en el último semestre de 2021 la producción de crudo, principal fuente de riqueza para el Estado, empezó a incrementarse hasta alcanzar unos 718.000 barriles diarios para diciembre de ese año y permaneció desde entonces ligeramente por debajo de los 700.000 barriles.
Una cifra muy pequeña para el país que presume de tener las mayores reservas probadas de crudo del mundo, pero que casi duplica la registrada durante la caída histórica en 2020.
Entre instituciones y expertos en economía existe un consenso casi unánime en torno a la posibilidad de que la economía venezolana seguirá creciendo en 2022.
Las estimaciones, eso sí, varían de forma significativa. Así, el Fondo Monetario Internacional proyecta un crecimiento de 1,5%, mientras que un informe del banco Credit Suisse citado por la agencia Reuters estima el incremento del PIB venezolano para este año en 20%.
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, señala que esa consultora prevé que el PIB crezca 8% y que el consumo privado lo hará en 12%.
“Eso hay que entenderlo en el contexto de un PIB que se contrajo en 80%, por lo que estamos hablando de una economía que está en el foso, que ha caído demasiado. Eso hace totalmente posible crecer a esa tasa porque estás creciendo 8% sobre 20 y no sobre 100, que es donde estabas en 2013. Para ponerlo en términos numéricos: 8% de 20 es apenas 1,6. Entonces, estás pasando de 20% a 21,6% en comparación con tu punto inicial que es 100”, explica el experto a BBC Mundo.
Analiza además que ese crecimiento está muy focalizado en sectores como comercio, tecnología, las industrias de alimentos y de salud, mientras que otros como manufactura, construcción, banca y seguros siguen muy afectados.
Advierte que territorialmente el crecimiento no es generalizado, pues está focalizado en Caracas y otras pocas ciudades.
“También hay que destacar que es un crecimiento desigual debido a que en Venezuela es muy amplia la brecha entre quienes tienen acceso a los bienes y a poder cubrir todas sus necesidades y quienes no”, apunta.
Durante los últimos años, las historias sobre la escasez de productos en Venezuela le dieron la vuelta al mundo.
De la falta intermitente de productos básicos como leche, papel sanitario o harina de maíz para hacer las típicas arepas, se pasó en pocos años al desabastecimiento generalizado de todo tipo, incluyendo medicinas esenciales y hasta de gasolina.
En la actualidad, las imágenes de las largas colas de ciudadanos esperando a poder adquirir productos básicos en Venezuela han desaparecido con una importante excepción en el caso de la gasolina, que aún requiere de colas y esperas por parte de quienes quieren adquirirla a precios subsidiados.
“Tú hoy no estás haciendo colas en el supermercado para comprar leche. Hoy consigues abastecimiento prácticamente pleno. El problema ahora es de precios”, dice León.
Oliveros coincide y señala que en el índice de escasez de alimentos que elabora Econanalítica se registra una reducción muy importante que ha pasado de ubicarse del 80% en 2016-2017 hasta un 15-20% en la actualidad.
Sin embargo, el problema del acceso a los bienes que ahora están disponibles para quien pueda pagarlos no es un tema menor debido a los bajos ingresos de la mayoría de los venezolanos.
Según explica Oliveros, un estudio que realizaron en enero muestra que en torno al 50% de la población venezolana gana menos de US$100 al mes, mientras que otro 30% recibe entre US$100 y US$300.
“Con esos niveles queda claro que la capacidad de la gente para alimentarse como es debido es extremadamente limitada pues la canasta alimentaria mínima (un indicador que incluye los alimentos que debe consumir una familia para sobrevivir) está alrededor de los US$350 al mes, por lo que, al final, la brecha es muy grande”, explica.
Luego de una ausencia que se prolongó durante años, muchas líneas aéreas internacionales y muchos artistas extranjeros (o venezolanos residenciados afuera) están regresando a Venezuela.
Oliveros advierte a BBC Mundo que no conoce de ninguna literatura económica que use estos elementos como indicadores de crecimiento económico. Sin embargo, ambos han estado incorporados con fuerza en el debate en torno a la frase “Venezuela se arregló”.
La debacle económica vivida por Venezuela en los últimos años llevó a una reducción masiva en el número de líneas aéreas internacionales que operaban en el país, cuyo número disminuyó de 25 a 5 entre 2014 y 2022.
Muchas de esas compañías decidieron abandonar el mercado venezolano debido a que no lograban que el gobierno venezolano les pagara una deuda pendiente que entonces se estimaba en torno a unos US$3.300 millones, derivados de la venta de boletos aéreos en bolívares a un precio originalmente subsidiado por el Estado a través del control de cambios.
Sin embargo, declaraciones recientes a la prensa del presidente de la Asociación de Líneas Aéreas de Venezuela, Humberto Figueras, indican que al menos ocho aerolíneas internacionales han iniciado acercamientos con miras a la posibilidad de volver a operar en Venezuela.
En el caso de la visita de artistas internacionales al país, sus conciertos empezaron a reducirse en torno a 2014 -en principio por razones políticas pues había artistas como el español Alejandro Sanz que criticaron la represión de de Maduro a las protestas contra su gobierno- y, luego, se detuvieron por razones económicas en torno al año 2017.
En los últimos meses, no obstante, se ha producido un notable retorno de artistas internacionales (y de artistas locales pero residenciados en el extranjero) a los escenarios venezolanos.
Entre los grupos y cantantes que se han presentado en el país se encuentra la banda colombiana Morat, los cantantes mexicanos Emmanuel y Christian Castro o el cantautor mexicano Fonseca, quien tenía una década sin visitar Venezuela.
Entre los artistas que tienen previstos conciertos próximamente está el dúo Sin Bandera, la cantante puertorriqueña Olga Tañón, el cantante venezolano “El Puma” José Luis Rodríguez y el rockero argentino Fito Páez, entre otros.
El productor de espectáculos José Luis Ventura explicó a BBC Mundo que la dolarización de la economía ha sido clave para el regreso de los artistas internacionales a Venezuela debido a que estos artistas cobran en divisas.
Agregó que los costos estimados de las entradas para este tipo de espectáculos oscilan entre US$30 y US$200 aproximadamente.
Pero ¿cómo es posible que en un país dónde el salario mínimo se ubica en torno a los US$30 la gente pueda costear estos conciertos y, en algunos casos, llenar los recintos donde se realizan?
“Creo que todos los que trabajamos en esto estamos claros en que trabajamos para un sector que todavía tiene poder adquisitivo. Es un sector mínimo, no sé si será el 5% de la población, pero sí está funcionando”, responde Ventura.
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Asdrúbal Oliveros señala que hay tres factores que han confluido para la mejora del abastecimiento en Venezuela: el abandono por parte del gobierno de las políticas “draconianas” de control de cambios y de precios; la dolarización de la economía y la apertura a las importaciones.
Según explica, estas medidas permitieron al sector privado operar en mejores condiciones, sabiendo que iba a poder ajustar sus costos y garantizar su rentabilidad, al mismo tiempo que gracias a la dolarización obtenía certidumbres porque podía fijar sus precios en esa moneda y llegar acuerdos con sus proveedores para pagarles en esa misma divisa.
Sin embargo, tanto Oliveros como León coinciden en señalar que esta incipiente recuperación de la economía venezolana es muy limitada -“una recuperación en el fondo”, como la califica Oliveros- que será difícil llevar más allá si no ocurren otros cambios importantes.
Y, al mismo tiempo, un ritmo de crecimiento como el actual en torno a 6% u 8% resulta insuficiente para que la economía de Venezuela experimente una recuperación plena.
“Si tú decreciste 75% en el PIB, para que puedas recuperar los niveles del año 2013 tendrías que crecer en el PIB alrededor de 400%. Estabas en 100, terminaste en 25 y, entonces, para volver a 100 tendrías que cuadruplicarte y lo que tú subiste fue 6% a 8%. A ese paso necesitarías décadas para poder regresar al nivel del año 2013”, apunta León.
Ambos señalan que esas tasas más altas requieren de infraestructuras que permitan contar con electricidad, agua y todo tipo de servicios que en la actualidad presentan carencias y para los que se necesitan inversiones que el gobierno no está en capacidad de hacer.
“Venezuela no tiene acceso a financiamiento. Es un elemento importantísimo. Ni financiamiento público ni privado. El gran problema que tienen las empresas en Venezuela es la ausencia de crédito. Adicionalmente tienes un colapso del Estado y un colapso de los servicios públicos, lo que también se refleja en una merma importante en capacidad de producción. El caso más emblemático es la falta de energía eléctrica. Sin electricidad, es muy difícil que la industria pueda crecer”, apunta Oliveros.
El experto cree que no se podrá lograr el crecimiento requerido sin una reforma profunda y sin la construcción de un acuerdo político que permita a Venezuela acceder al financiamiento de los organismos multilaterales con cuyo apoyo, sumado a la llegada de inversión extranjera, se podría producir una recuperación en un plazo de 8 a 10 años.
“Nosotros no podemos acceder al Fondo Monetario, ni al Banco Mundial y su apoyo -que es fundamental para un programa de estabilización y reconstrucción- no lo vamos a tener hasta que se resuelva el tema político. Tampoco conseguiremos la eliminación de las sanciones económicas hasta que se resuelva ese tema político”, apunta.
Gobierno y oposición llevan años enfrentados y muchos países ni reconocen a Maduro como presidente.
Pero ¿y qué ocurrirá con la economía venezolana si no se produce ese acuerdo político?
“Si las condiciones no cambian significativamente, Venezuela puede tardar entre 40 o 50 años en recuperarse. Ahora lo que tenemos es una economía que dejó de caer y que si no cambian esas condiciones políticas económicas, se queda ahí. No va a seguir cayendo probablemente, pero tampoco va a crecer. Se quedará estancada y ese es el peligro que nosotros vemos hacia adelante”, concluye Oliveros.
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