El presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentra en medio de una tormenta política. Su partido nominó a Félix Salgado Macedonio, quien ha sido acusado por cinco mujeres de violación y acoso sexual, como candidato a gobernador del estado de Guerrero.
Entre las denuncias: Una mujer dijo que cuando tenía 17 años, en 1998, fue violada por Salgado en su casa. Otra mujer dijo que fue drogada, golpeada y violada por él en 2016. Una tercera mujer lo acusó de acoso sexual en 2007.
Las protestas no tardaron en llegar. La mayoría de los mexicanos cree que López Obrador debería retirar su apoyo a la candidatura de Salgado. Incluso dentro del propio partido del presidente, Morena, más de 100 senadores y diputados exigieron el retiro de la nominación. Personas que han sido leales acérrimos al partido han amenazado con dimitir.
Hasta el momento, el partido Morena, el más grande de México, había estado unificado en su apoyo a su principal líder y fundador, López Obrador. Ahora, sus integrantes están cuestionando abiertamente su liderazgo. El resultado puede ser la fractura del partido, quizás el desarrollo político más importante en México en una década.
Además, a pesar de que su gabinete tiene más mujeres que ninguno de los anteriores, López Obrador cree que el feminismo es una batalla equivocada. Él piensa que la raíz de la pobreza y la desigualdad de género en México es el resultado de un gobierno que durante décadas se ha comprometido corruptamente a proteger a un grupo de empresarios que amasaron fortunas gracias a su proximidad al poder y no a la arraigada misoginia del país.
Soy una mujer mexicana y estoy de acuerdo con López Obrador en muchos puntos. Pero a diferencia de él, sé que incluso si se redistribuye la riqueza, los abusos y las desigualdades que sufren las mujeres permanecerán. Las mujeres no deberían tolerar esta mentira que sigue defendiendo el presidente.
Tampoco tolerar la candidatura de Salgado. Más del 40% de las mujeres mexicanas han sido víctimas de alguna forma de agresión sexual. El acoso sexual que sufrimos no se resolverá mediante la economía de goteo, sino mediante el castigo a los abusadores.
La pobreza también ha aumentado entre las mujeres y ha disminuido entre los hombres: 32 millones son pobres, un 10% más que el número de hombres.
Este es el resultado de una historia que ha sido forjada por hombres codiciosos, que han dirigido exclusivamente el espectáculo.
Nuestra economía, moldeada por los hombres, está repleta de privilegios para ellos. Se basa en el trabajo no remunerado de millones de mujeres que cuidan a niños y ancianos para que ellos puedan estudiar o realizar trabajos remunerados.
Cuando López Obrador fue elegido presidente en 2018, se comprometió a librar la guerra contra la injusticia social. Muchas mujeres pensamos que eso significaba que él lucharía por nosotras, porque si los pobres fueran lo primero, como él declaró en sus discursos de campaña, entonces las mujeres deberían estar al frente de su agenda.
Desde su elección, no ha escuchado nuestro mensaje.
Debemos cambiar nuestras tácticas y dejar de gastar nuestras energías tratando de convencer a López Obrador de que nuestra lucha contra la violencia sexual y por la igualdad de género es legítima y esencial. Insistir en la retirada de la candidatura de Salgado no es una cuestión de conservadurismo o liberalismo, de derecha o de izquierda. Es una cuestión de decencia humana básica. Y si el presidente no entiende esto, es hora de buscar nuevos líderes.
No basta con tener liderazgo femenino para ganar la batalla por las mujeres. Debemos luchar por la justicia social, política y económica que se nos ha negado y debemos compartirla con los demás. Solo así seremos capaces de ampliar las oportunidades para todos los mexicanos.
–Glosado y editado–
© The New York Times