El 25 de mayo, los argentinos celebramos nuestro primer grito de libertad y comenzamos a recorrer un largo camino, de encuentros y desencuentros, hasta declarar nuestra independencia en julio de 1816. El acontecimiento que celebramos hoy, aunque esencialmente argentino, tuvo una proyección continental, y hasta universal, por sus fundamentos ideológicos. En mayo de 1810 fue la eclosión en nuestra patria del pensamiento republicano, que proclamaba que la dignidad del hombre solo es concebida en la plenitud de la libertad. Este fue el mensaje que diseminaron nuestros libertadores, San Martín y Bolívar, por todo el continente y que los pueblos americanos hicieron suyo.
La extraordinaria gesta sanmartiniana, desde su inicio en Buenos Aires hasta su culminación en la Plaza de Armas de Lima, el 28 de julio de 1821, no hubiera sido posible sin el apoyo y solidaridad entre nuestros pueblos. Es quizás aquí donde comienza a construirse la hermandad entre peruanos y argentinos, cuando surge el sentimiento de pertenencia a la gran familia latinoamericana asociada a la construcción de un proyecto compartido de integración regional.
En tiempos de pandemia, hoy más que nunca, resulta propicio resaltar el espíritu de hermandad y de cooperación que ha caracterizado históricamente la relación bilateral entre el Perú y la Argentina. La construcción de consensos y principios compartidos en temas de interés común se han reflejado en acuerdos que hicieron posibles avances significativos en lo político, cultural, económico, en inversiones, en cooperación técnica e integración. Todo ello signado por posiciones coincidentes, orientadas al fortalecimiento de la democracia representativa, al pleno respeto de las libertades fundamentales y de los derechos humanos como única garantía de paz entre las naciones y el desarrollo sostenible de los pueblos.
La Argentina siempre recuerda con orgullo y emoción el respaldo incondicional brindado por el entonces presidente del Perú, Fernando Belaúnde Terry, durante el conflicto de 1982, y agradece el reiterado apoyo peruano a los derechos soberanos argentinos sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, tanto bilateralmente como en los foros multilaterales. Quiero, además, hacer público mi agradecimiento al Gobierno del Perú por todo el apoyo brindado en el repatrio de más de 6.000 ciudadanos argentinos varados en este país durante el año pasado. El apoyo, solidaridad, contención y profesionalismo de los diplomáticos peruanos fue fundamental para superar tremendo desafío.
La crisis es una oportunidad para trabajar conjuntamente en el fortalecimiento de nuestras capacidades científico-técnicas, a través de la formación de cadenas regionales de valor. Este tipo de asociatividad empresarial nos permitirá sumar valor agregado a nuestras exportaciones y generar mayores y mejores oportunidades laborales para nuestros ciudadanos. La pandemia nos ha demostrado que la inversión en I+D y en innovación tecnológica es fundamental para atender las crecientes necesidades de la sociedad y enfrentar crisis como la actual. Ambos países contamos con nichos tecnológicos altamente desarrollados que podrían ser pasibles de coproducciones en áreas estratégicas como son las telecomunicaciones, energías sostenibles, la industria del conocimiento, el software, el sector farmacéutico, la agroindustria, los biocombustibles, entre otros.
Hoy enfrentamos un contexto de mucha incertidumbre. Por eso estoy convencido de que es a través del fortalecimiento de los lazos de hermandad como lograremos superar los retos que tenemos por delante. Este año se conmemorará el Bicentenario de la Independencia del Perú, agenda que Argentina está acompañando desde sus inicios. El próximo año se cumplirán 200 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Argentina y Perú, hecho que también nos compromete, aun más, a seguir trabajando en forma mancomunada por la libertad, la igualdad, la inclusión, la solidaridad y la integración entre nuestros pueblos.