Ahora que se viene un cambio de gobierno cabe preguntarnos por las metas de la política exterior peruana de cara al bicentenario de la independencia.
Un tema fundamental es la confianza de la opinión pública en el liderazgo del presidente y su canciller. Esta situación se presentó favorable durante el litigio contra Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), pues la población comprendió cabalmente el planteamiento de las cuerdas separadas, tanto como aceptó el manejo reservado de la estrategia aplicada por Torre Tagle.
Con la misma discreción y acierto debe manejarse la venidera agenda con los países fronterizos, cuya conducción requiere de una especial delicadeza. Estos son los casos de Chile y Bolivia que esperan un fallo de la CIJ para el 2019 y cuyas repercusiones deberá administrar el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.
Al respecto, es pertinente que la cuestión del mal llamado “triángulo terrestre” entre el Perú y Chile se encuentre zanjada cuando se lea la referida sentencia. Al mismo tiempo, resulta deseable que la cancillería analice los diversos escenarios que esta circunstancia podría acarrear. Recordemos que, de acuerdo con el Tratado de 1929, el Perú debe aprobar o rechazar cualquier cesión chilena de territorios de Arica a una tercera potencia. Por eso, el país debe estar preparado ante la eventualidad que los jueces de La Haya obliguen a nuestros vecinos a negociar y que estos planteen una solución al norte del referido puerto.
En el plano regional, el debilitamiento del bloque chavista y la inminencia de que Panamá y Costa Rica se integren a la Alianza del Pacífico permitirá consolidar este foro económico, ampliar más nuestro mercado común y posicionarnos mejor en el mundo globalizado. Asimismo, a principios de mes Argentina fue aceptada como país observador de la Alianza del Pacífico al punto que su presidente, Mauricio Macri, asistirá a su próxima cumbre, que se realizará en Puerto Varas, Chile, a inicios de julio.
La XXIV Cumbre de la APEC es otro desafío que se encuentra a la vuelta de la esquina, pues se realizará en Lima entre el 17 y 19 de noviembre del presente año. Bajo el lema “Crecimiento de calidad y desarrollo humano” recibiremos a los 21 jefes de Estado de los países que la integran y se realizarán, además, 160 reuniones técnicas que abordarán cuestiones como el comercio, mediana y pequeña empresa, turismo, agricultura, medio ambiente e inclusión social. Su anfitrión, Pedro Pablo Kuczynski, deberá marcar la pauta sobre objetivos comunes de recíproco beneficio.
En un plano más global, el principal desafío del Perú en el corto plazo es alcanzar la membresía plena en el Centro de Desarrollo de la OCDE que agrupa a las principales economías del planeta. Dicha membresía nos permitirá formar parte de los países más atractivos y con mayor estabilidad jurídica para la inversión. Sin embargo, para lograrlo debemos cumplir una serie de requisitos vinculados a los valores democráticos. Al mismo tiempo, nos obliga a implementar un plan de desarrollo económico sostenible.
Durante el régimen que termina, el problema no fueron los cancilleres, sino llevar desde Palacio de Gobierno a Torre Tagle una agenda propia vinculada con la política interna. Por eso es importante que el gobierno que iniciará funciones el 28 de julio tenga claras las metas y objetivos de nuestra política vecinal, regional y global.
Al momento de decidir quiénes nos representarán ante la comunidad internacional, es preciso recordar que la alta calidad de nuestro servicio diplomático es la mejor garantía para proyectar una imagen positiva del Perú ante el mundo, tanto como para festejar el bicentenario de la independencia convertidos ya en líderes regionales.