SAMANTHA PEARSONCorresponsal en Brasil
Financial Times. Guarden las borlas de pezones y desmantelen las carrozas: Se ha cancelado el carnaval. Algunos pueblos y ciudades de todo Brasil se están viendo obligados a eliminar el desfile anual del carnaval conforme el país se prepara para lo que se anticipa sea la peor recesión desde al menos la década de 1930.
La tradicional celebración de 5 días, prevista para principios de febrero de este año, generalmente ofrece un alivio de los problemas de Brasil. Incluso la crisis financiera mundial de 2008 no logró opacar ni los espíritus ni los gastos.
Pero con el país atrapado en una profunda recesión; con el desempleo y la inflación en aumento; y con el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff sumido en el escándalo de corrupción más grande en la historia del país, los brasileños no están de humor para celebrar.
Campinas, en el estado de São Paulo, —hogar de 3 millones de personas— es una de las ciudades que se ha visto obligada a frenar las festividades, incluyendo la eliminación de la financiación pública del tan popular desfile de las escuelas de samba locales. Gabriel Rapassi, director de cultura de la ciudad, declaró que el gobierno local no podía pagar la cuenta de R$1,3 millones (US$322.000) del carnaval de este año debido a una enorme caída de los ingresos del impuesto sobre las ventas por parte de negocios locales que están experimentando dificultades financieras.
“Los servicios no esenciales son los primeros en sufrir”, agregó Rapassi. “El 2015 ya había sido un año muy difícil para nosotros y ahora estamos oyendo que el 2016 será aun peor”.
A dos horas de distancia, en Porto Ferreira, también se ha cancelado el carnaval, siendo la primera vez que el desfile se ha suspendido desde que la ciudad comenzó a organizar el evento hace más de 30 años. El alcalde de Porto Ferreira indicó que la decisión se había tomado para ayudar a ahorrar los R$120.000 necesarios para la compra de una nueva ambulancia.
Macapá, capital del estado norteño de Amapá, y Lavras do Sul, en el sur, también han suspendido las festividades, y se anticipa que más municipios hagan lo mismo durante las próximas dos semanas.
Aunque es muy probable que se lleven a cabo fiestas callejeras informales, las celebraciones seguramente serán menos animadas.
La hedonista celebración del carnaval se considera la fiesta más importante de todo Brasil, con los espectaculares desfiles de Río de Janeiro atrayendo a cerca de 1 millón de turistas el año pasado. Aunque los festejos colman las calles, lo más destacado en la mayoría de las ciudades es el desfile oficial organizado por las escuelas de samba con el respaldo financiero del gobierno local.
Olga Valles, propietaria de Condal —una de los mayores productoras de máscaras de carnaval en Río de Janeiro— declaró que las ventas han bajado casi un tercio antes de las festividades del año. Ella admitió que no podía recordar un año peor para su negocio desde que llegó de España en 1994.
“La situación económica aquí es incluso peor de lo que la mayoría de la gente se imagina. Tiendas que estaban gastando entre R$40.000 y R$50.000 con nosotros ahora están haciendo pedidos de R$3.000”, agregó Valles.
Claudia Sakuraba —propietaria de la Carnaval Store en São Paulo, la cual suministra la tela para más de 90.000 piezas de vestuario al año— dijo que el 2016 parecía que iba a ser el año más difícil desde que inició su negocio hace más de una década, con ventas un 15% más bajas.
“Así es que muchas tiendas cercanas a la mía han quebrado debido a la recesión”, contó Sakuraba.
Además de la incertidumbre sobre el futuro económico y político de Brasil, el debilitamiento del real también ha hecho que las telas importadas sean más costosas.
El pesimismo es evidente en el índice de confianza del consumidor de la Fundação Getúlio Vargas (FGV), el cual ha caído a nuevos mínimos durante los últimos meses. Los índices de aprobación de Rousseff han mostrado una trayectoria similar.
Alberto Ramos, economista principal para América Latina de Goldman Sachs, explicó: “El panorama económico es disfuncional: el crecimiento sigue contrayéndose, el desempleo está aumentando y la inflación se mantiene en dos dígitos”.
La economía de Brasil se contrajo en un 3,7% en 2015, según los economistas sondeados por el banco central. Ellos predicen que se contraerá en un 2,99% adicional este año.
La desilusión pública es todavía más pronunciada debido a que numerosos brasileños creen que los problemas económicos fueron autoinfligidos.
El gobernante Partido de los Trabajadores de Rousseff —envalentonado por las ganancias de la bonanza de las materias primas— pasó gran parte de sus últimos 13 años en el poder implementando políticas fiscales expansionistas y populistas, pero haciendo caso omiso de lo que los economistas aseguran son las reformas estructurales más amplias necesarias para un crecimiento sostenible.
Si bien esta generosidad fiscal ayudó a sacar a millones de la pobreza y a fortalecer a los brasileños más pobres, también preparó el terreno para la crisis actual al dejar la economía vulnerable ante la caída de los precios de las materias primas.
El mes pasado, Fitch se convirtió en la segunda agencia de calificación crediticia en reducir la deuda de Brasil a la categoría de basura en medio de preocupaciones sobre su creciente déficit fiscal. Rousseff también se enfrenta a un juicio político, mientras que un gran escándalo de corrupción en Petrobras, la compañía petrolera estatal, ha implicado a muchos en su coalición gubernamental.
Durante los días de carnaval, los brasileños más pobres tradicionalmente han usado máscaras de algunos de sus héroes, incluyendo de Rousseff y de su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva. Según Valles, incluso ellos no son populares entre los juerguistas en esta ocasión.
“Solo nuestras máscaras de brujas y de monstruos están teniendo éxito”, agregó. “Los políticos no están teniendo un buen año”.