En noviembre, el Reino Unido dará la bienvenida a los países del mundo en Glasgow para la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, COP 26. Esta es nuestra oportunidad de encaminar al mundo para combatir la enorme amenaza del cambio climático, construyendo un futuro más limpio y brillante para todas las personas.
Sabemos lo que tenemos que hacer porque ya hemos acordado los objetivos. En el 2015, el mundo firmó el Acuerdo de París. Un tratado internacional que nos compromete a limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados, porque la ciencia nos dice que evitaría los peores efectos del cambio climático.
Sin embargo, desde que se estableció este objetivo, el mundo no ha hecho lo suficiente y nuestro planeta se está calentando. En mi papel de presidente designado de la COP 26 he sido testigo de primera mano del impacto: derretimiento de glaciares, degradación de cultivos y pobladores obligados a abandonar sus hogares. Si no hacemos cambios, estos efectos empeorarán y se acelerarán.
Debemos actuar ahora con el fin de realizar un esfuerzo consistente y coordinado para reducir las emisiones durante los próximos diez años y aprovechar la recuperación del COVID-19 para reimaginar nuestras economías. Esto es lo que hace que la COP 26 sea tan crucial. Junto con el primer ministro de Reino Unido, los compañeros ministros y toda la red diplomática británica, estoy impulsando la acción en torno a cuatro objetivos clave.
Primero, debemos poner al mundo en la ruta de la reducción de emisiones hasta que se alcance el cero neto a mediados del presente siglo. Necesitamos que los países presenten objetivos de reducción de emisiones claros y basados en ciencia.
También necesitamos ver acción en los sectores que más contaminan. Glasgow debe ser la COP que envíe la energía del carbón a la historia, pida un respiro a la deforestación y marque el fin de los vehículos contaminantes. Para ello estamos trabajando con los gobiernos y a través de organizaciones internacionales con el fin de suspender el financiamiento internacional del carbón, una de mis prioridades personales. Instamos a los países a que abandonen la energía del carbón, en tanto trabajamos con los países en desarrollo para apoyar su transición a la energía limpia.
Nuestro segundo objetivo es proteger a las personas y la naturaleza de los peores efectos del cambio climático. La crisis climática ya está aquí y debemos actuar sobre la necesidad real de contar con sistemas contra inundaciones y de alerta, así como otros esfuerzos vitales para minimizar, evitar y enfrentar las pérdidas y los daños causados por el cambio climático.
Nuestro tercer objetivo es el financiamiento, sin el cual la tarea que tenemos por delante es casi imposible. Los países desarrollados deben entregar los US$100 mil millones al año que prometieron para apoyar a los países en desarrollo. El Reino Unido está predicando con el ejemplo, habiendo comprometido 11.600 millones de libras esterlinas entre el 2021 y el 2025. Y necesitamos que todos los países desarrollados den un paso al frente.
Cuarto, debemos trabajar juntos para lograr estos objetivos. Eso incluye la construcción de consensos entre los gobiernos para que las negociaciones en Glasgow sean un éxito, además de hacer que las empresas y la sociedad civil se unan a los objetivos de la COP 26 y fomentar la colaboración internacional en sectores cruciales.
Hago un llamado a todos los países para que redoblen sus esfuerzos con el fin de lograr estos objetivos porque la COP 26 es nuestra última esperanza de mantener viva la meta de 1,5 grados, nuestra mejor oportunidad de construir un futuro mejor.
Este es nuestro momento. No hay segundas oportunidades. Aprovechémoslo juntos.