Cuidar las playas
Joanna Alfaro Shigueto
“Bañarse en una playa que se encuentra altamente contaminada puede causar problemas en la salud”.
Las áreas costeras son de suma importancia, pues albergan ecosistemas únicos e importantes tanto para especies como para la sociedad. Entre ellas están los manglares, humedales, roqueríos, playas, etc. Algunos de ellos poseen una gran diversidad de flora y fauna, y sirven como sitio de descanso para muchos animales marinos como las aves migratorias, por ejemplo.
Por otro lado, brindan diversos servicios ecosistémicos, como la protección costera; soportan la actividad económica en comunidades costeras mediante la pesca o el turismo; son zonas de recreación, deporte… En general, son áreas de estrecha conexión entre humanos y naturaleza.
Sin embargo, algunas playas se encuentran en constante alerta por el incremento de la basura marina que ingresa por diversas fuentes: la principal es la terrestre (80%), por residuos generalmente no manejados que generan lo que llamamos basura marina. Entre estos residuos se encuentran materiales sólidos persistentes, no naturales, fabricados o procesados que ingresan directa o indirectamente al ambiente marino como, por ejemplo, residuos de madera, vidrio, plástico, metal y textiles.
Esta basura que se acumula en las playas puede causar problemas en la salud humana y a la fauna y flora que las habitan. Bañarse en una playa que se encuentra altamente contaminada puede causar problemas en la salud, como dermatitis, hongos, cólicos, diarreas, conjuntivitis, entre otros; mientas que, en los animales, puede causar problemas más graves, ya que pueden enredarse, lesionarse –llegando al extremo de que alguna extremidad se vea afectada– e incluso ahogarse tras ingerir algún desecho. En cuanto al ecosistema marino, este se puede ver afectado por los contaminantes químicos de los desechos, los que también pueden llegar al fondo marino o servir como medios de transporte de especies invasoras. También pueden degradar el hábitat de estas especies mediante el enredo, la reducción de hábitats apropiados o la afectación de hábitos alimenticios, causando deterioro en su salud.
Entonces, como ciudadanía, ¿cómo podemos ayudar? Aquí algunas recomendaciones. Primero, al llegar a una playa ubica el contenedor de basura más cercano. En caso de que no haya, reúne la basura generada en una bolsa y llévala a casa. Luego se debe evitar dejar cualquier resto de basura, como envases de plástico, bolsas, colillas de cigarro, restos de frutas u otros alimentos. En caso se encuentre con algún residuo en la arena o cerca de la orilla, recójalo y colóquelo en un contenedor de basura si está en sus posibilidades.
Asimismo, se debe evitar el uso de plásticos de un solo uso (bolsas, cubiertos, cañitas, vasos), se deben utilizar productos biodegradables, como bloqueadores o bronceadores que sean amigables con el medioambiente, así como apoyar e involucrarse en iniciativas que realicen actividades como limpieza de playas o talleres de concientización sobre la contaminación marina.
Con respecto a lo que pueden hacer las autoridades, está la implementación de planes de manejo de residuos (basura) en las playas e informar a la población sobre cómo participar en su implementación.
Las playas y su recurrente contaminación
Juan Carlos Riveros
“Se requiere un profundo cambio en nuestra relación con el medio ambiente y con las playas en particular”.
Para la gran mayoría de peruanos el verano es sinónimo de temporada de playas. Sin embargo, lo que debiera ser una experiencia divertida y saludable de contacto con la naturaleza puede llegar a ser un riesgo para la salud. Muchas de nuestras playas están regadas de basura o bien las aguas del mar tienen residuos o microorganismos que podrían causarnos enfermedades. Esta situación se repite año tras año y, salvo algunos sitios en los que los municipios o los voluntarios recogen periódicamente la basura, es el común denominador de nuestras playas.
Esta situación obedece a tres causas principales. La primera, y más difícil de cambiar, se genera por el comportamiento de los veraneantes que no saben o no quieren desechar sus residuos de manera adecuada y segura. A esto se une la ausencia o escasez de tachos de basura en las playas y otras facilidades para que los visitantes puedan depositar sus desechos al término de su estadía. Finalmente, los sistemas de manejo de residuos sólidos, si existen, no tienen la capacidad suficiente para atender las necesidades de una creciente población urbana. Algo similar ocurre con el tratamiento de aguas servidas que apenas alcanza para una fracción de todo lo que debiera procesarse. Además, hay que considerar a los ríos de la vertiente del Pacífico que arrastran en su recorrido residuos industriales, fertilizantes, contaminantes diversos y aguas sin tratar. Todo ello termina en el océano frente a nosotros.
Diversos estudios han documentado los impactos sobre la salud humana de la contaminación en las playas. Afecciones a la piel y a los ojos son comunes, pero también pueden darse situaciones más graves si se afecta el sistema digestivo por ingestión de agua contaminada, como en el caso de niños y jóvenes que no se resisten a un buen chapuzón. Por otra parte, a la vida marina también le afecta la basura pues esta puede ser confundida con alimento por los animales, otras veces se enredan con el plástico e incluso se generan condiciones para la proliferación de pestes como ratas y moscas.
La solución de corto plazo es mejorar la infraestructura de colecta de residuos en las playas y monitorear de manera regular la presencia de basura para poder retirarla a la brevedad. Lamentablemente una playa que se ve sucia no va a crear compromiso con sus visitantes y es muy probable que estos la sigan ensuciando. Esta es una muestra más de la teoría de las ventanas rotas, según la cual, si a un edificio le rompen una ventana y esta no es reparada, con el tiempo le destrozarán más ventanas. Los municipios tienen el rol clave de asegurar la limpieza de las playas en el ámbito de su gestión y los vecinos deberían asegurarse de que así se cumpla. En el mediano y largo plazo se requiere un profundo cambio en nuestra relación con el medio ambiente y con las playas en particular. Ya sea a través de la educación como de la vigilancia ciudadana libre de clasismos, aún tenemos oportunidad de crear espacios compartidos para disfrutar de la naturaleza.