Crisis existencial
Alejandra Cruz
"Es probable que la democracia colombiana sobreviva a Petro o a Hernández, pero no por ello será poco doloroso”.
Final de infarto. Los colombianos elegiremos presidente entre dos opciones con talante antidemocrático y antisistema. Los comicios se han convertido rápidamente en una palpable amenaza a nuestra institucionalidad disfuncional, pero resiliente. La democracia en Colombia camina hacia una crisis existencial, independientemente de quién gane.
El discurso y las propuestas de Rodolfo Hernández no llegan a ser siquiera populistas. Son apenas demagogia, vulgaridades y soluciones simples a problemas complejos. Constantemente, deja ver rasgos que lo acercan a líderes que, con apoyo popular, han llevado a países de Europa y Latinoamérica hacia sendas de autoritarismo: si gana, declarará estado de conmoción interior para legislar sin requerir del Congreso, quiere despolitizar la justicia mediante una reforma constitucional y dice que, si es necesario, se “tumbará” a la Corte Constitucional. Propuestas que hacen eco de las de Hugo Chávez y Rafael Correa; pero esto no parece preocupar a la estirpe conservadora colombiana, liderada por el expresidente Álvaro Uribe, que lo apoya.
El discurso de Gustavo Petro no está libre de riesgos que van mucho más allá de su agenda de “izquierda”. En el pasado, ha dicho que en Colombia no existe democracia y ataca a la Constitución del 91. Ahora se ha moderado: jura que no convocará una asamblea nacional constituyente y que respetará la independencia entre las ramas del Estado. Pero también ha anunciado que declararía un estado de conmoción para legislar sin pasar por el Congreso y promete reformas profundas en varios frentes a pesar de que su historial en cargos públicos está lleno de problemas de ineptitud gerencial.
¿A qué le temen muchos con Petro? A que, con el transcurso de los meses, los moderados abandonen su proyecto y se quede solo con la línea radical. Un miedo basado en que es la primera vez que la izquierda tiene tantos votos, aunque no llega a ser mayoría en el Congreso.
¿Cuál es el gran problema con Rodolfo? Es un candidato sin parlamentarios y con desdén por las instituciones que está acusado penalmente por corrupción y su futuro judicial estaría en manos de la misma clase política que promete acabar. No se requiere de una bola de cristal para ver en nuestro futuro un enfrentamiento abierto entre presidente y Congreso, y la posibilidad de que sea sacado del cargo antes de que termine su mandato.
Con Petro hay un último riesgo: la profunda transformación que ha anunciado el candidato para la Fuerza Pública. Las declaraciones del general Eduardo Zapateiro en su contra son beligerancia política militar sin precedentes y son la punta de lanza de una desconfianza profunda que le tienen los militares.
Cómo sopesemos los indecisos estos riesgos será lo que al final defina la decisión del domingo. Es muy probable que la democracia colombiana sobreviva a Petro o a Hernández, pero no por ello será poco doloroso o peligroso. En especial, pues donde se encuentran ambos candidatos es en un discurso de crítica que convierte en enemigo del pueblo a cualquier institución legal y democrática que no hace lo que ellos quieren.
Colombia en el umbral de un incierto futuro
Carlos Novoa Shuña
“¿Qué pasó en Colombia para que su próximo presidente sea elegido entre una opción de izquierda y un populista de derecha?”.
Colombia decidirá en un par de días su suerte en una segunda vuelta electoral que se ha convertido en una de las más inquietantes de su historia porque no se sabe si se tratará de un tránsito hacia un incierto futuro o del paso a un proceso de desinstitucionalización, como ha ocurrido en otros países de la región.
Un empresario de centroderecha, Rodolfo Hernández, y un político de izquierda como Gustavo Petro, disputarán este domingo quién será el próximo inquilino del Palacio de Nariño para los próximos cuatro años. La campaña, como ya es costumbre en este tipo de instancias, está altamente polarizada con una serie de acusaciones entre ambos candidatos y una guerra sucia que seguro traerá secuelas una vez que se sepa quién será el próximo presidente de Colombia.
Petro, de 62 años, exalcalde de Bogotá y exguerrillero del M-19, asoma con una propuesta de cambio con un discurso que ha calado entre los jóvenes y pobres, pues ha subrayado que reformulará el modelo económico aumentando los impuestos a los dueños de grandes tierras improductivas.
Hernández, de 77 años, arremetió en las semanas previas a la primera vuelta del 29 de mayo. Con un discurso populista que incluye una fuerte presencia en la red social TikTok, este ingeniero exalcalde de Bucaramanga es un político independiente y no quiere cambiar el modelo económico neoliberal. Su propuesta ofrece una frontal lucha contra la corrupción y mejorar el desempleo.
Sin embargo, es tildado como un conservador populista, con impulsos agresivos y un discurso políticamente incorrecto, lo que ha generado polémica en Colombia.
¿Qué pasó en Colombia para que su próximo presidente sea elegido entre una opción de izquierda y un populista de derecha, ambos alejados de los partidos políticos tradicionales?
Petro perdió las elecciones hace cuatro años contra Iván Duque, el actual presidente de derecha que no ha sabido contener el hartazgo de una sociedad, sobre todo el sector joven, que sufre una asfixiante realidad económica. El punto de quiebre de Duque se dio el año pasado, cuando promovió una reforma tributaria con el aumento de los impuestos a la clase media en un país agobiado por la pandemia que provocó una ola de protestas que fue reprimida por las fuerzas del orden, dejando casi medio centenar de muertos.
Ese fastidio social y ese vacío político fue aprovechado por Petro para consolidarse con una propuesta de cambio radical que se ha plasmado en la votación que lo ha colocado en esta segunda vuelta electoral.
Como era de esperarse, la contraparte se dio con el surgimiento de Hernández, que representa una opción para hacer frente a la “amenaza” de la izquierda colombiana, pero sin convertirse en una opción de gobierno seria.
Lo único cierto, por ahora, es que la elección tendrá una final de infarto, pues de acuerdo con las encuestas ambos candidatos se encuentran empatados.