La segunda vuelta de las elecciones 2021 ha supuesto que distintos políticos ofrezcan su respaldo a una de las candidaturas involucradas en la fase final de la contienda. Verónika Mendoza, excandidata a la Presidencia y lideresa de Nuevo Perú, ha elegido apoyar a Pedro Castillo. Pedro Cateriano, expresidente del Consejo de Ministros, ha dado su respaldo a Keiko Fujimori. Hoy, cada uno sustenta su posición.
Por un cambio en democracia, por Verónika Mendoza
“El profesor Castillo ha demostrado una voluntad de diálogo y amplitud de miras”.
¿Por qué apoya a una agrupación con la que en el pasado ha tenido diferencias en puntos clave?
Porque son mayores las coincidencias. Coincidimos en la defensa irrestricta de la democracia –la verdadera, la que emana de la voluntad del pueblo soberano–, coincidimos en la necesidad de reformas profundas para superar este ciclo de corrupción generalizada, precariedad de nuestras instituciones y remate de nuestras riquezas, para construir un Estado al servicio de la gente, soberano, transparente y eficiente que ponga reglas de juego claras y el piso parejo, sin abusos, monopolios ni privilegios.
Porque el profesor Castillo ha demostrado una voluntad de diálogo y amplitud de miras. Y es en ese diálogo democrático y constructivo que se procesarán las diferencias.
Porque estamos ante la oportunidad histórica de dejar atrás, por fin, esa herencia colonial que nos divide, que margina a amplios sectores del país, y construir, finalmente, una Patria que nos abrace a todos, que escuche todas nuestras voces, sin discriminación.
¿Qué riesgos concretos supone el otro candidato?
Del otro lado, tenemos a una agrupación política acusada por el Ministerio Público de ser una organización criminal que lava dinero, tiene vínculos con el narcotráfico y que obstruye la justicia. De esto último no cabe ninguna duda, hemos visto a la mayoría parlamentaria fujimorista blindar a Chávarry e Hinostroza para sellar un pacto de impunidad con ellos y rehuir la justicia. No cabe la menor duda de que, en un eventual gobierno del fujimorismo, este se traería abajo lo avanzado en la lucha contra la corrupción, en particular el caso Odebrecht.
Quienes alegan que la “Señora K” se ha comprometido a respetar la independencia de poderes olvidan lo que ha hecho con sus compromisos precedentes, en particular, el que suscribió el 2016, tras el cual se dedicó a boicotear al presidente electo, a pretender “retribuir” con leyes a medida a sus financistas y a buscar controlar el sistema de justicia.
Se ha rodeado de un “equipo técnico” reciclado de la dictadura fujimorista con la que no deslinda (Baca Campodónico, Tudela, Aguinaga) y “nuevos jales” de alto riesgo, como el señor Bustamante, que boicoteó el proceso de vacunación en curso con mentiras y discursos anticientíficos.
Finalmente, y no por eso menos importante, elegir a la “Señora K” sería una afrenta a la memoria de las víctimas de la dictadura y del pueblo que luchó para recuperar la democracia. Sería un descalabro moral.
¿Qué rol cumpliría, como política, en un eventual gobierno de su candidato?
El gobierno de Pedro Castillo debe expresar la voluntad de cambio que reclaman las grandes mayorías. No será sencillo, pues las fuerzas corruptas que defienden este modelo se van a resistir. Por eso, impulsaremos las reformas que tanta falta hacen para salvar la vida de la gente, garantizar la salud y la educación como derechos, reactivar la economía y construir una economía diversificada y sostenible que genere empleo digno e impulsar un proceso constituyente. Participaremos activamente de este proceso de cambio desde las calles, desde los barrios y las comunidades, desde nuestra organización política y nuestra bancada.
No al golpe de Estado, por Pedro Cateriano
“La señora Keiko Fujimori, a diferencia de Castillo, se ha comprometido a respetar el orden democrático y constitucional”.
¿Por qué apoya a una agrupación con la que en el pasado ha tenido diferencias en puntos claves?
Porque la dupla Castillo-Cerrón amenaza nuestra libertad, que es un valor supremo. Sus planteamientos son abiertamente antidemocráticos y golpistas. Proponen, violando la Constitución, convocar una asamblea constituyente. Frente a esta iniciativa, no cabe neutralidad ni silencio, sino optar por la candidatura que evitará el golpe de Estado y mantendrá vigente nuestro débil sistema democrático que – con todos sus defectos– ha permitido, por ejemplo, la acción de la justicia.
La señora Keiko Fujimori, a diferencia de Castillo, se ha comprometido a respetar el orden democrático y constitucional. El binomio Castillo-Cerrón no. Por esta razón –a pesar de evidentes y antiguas discrepancias– la apoyo.
Creo que en el campo económico ofrece estabilidad y progreso para los más necesitados. Castillo y Cerrón causarán hambre. Además, la iniciativa de dar directamente el 40% del canon minero a los pobladores que viven en la zona de influencia minera la avalo decididamente. Es un crimen que los gobiernos regionales y municipales no ejecuten en favor de la gente los millonarios presupuestos que tienen por ese concepto. Ahora bien, ¿mi voto significa un cheque en blanco a Keiko Fujimori? Claro que no.
¿Qué riesgos supone el otro candidato?
La dupla Castillo-Cerrón ha prometido disolver el Congreso, suprimir el Tribunal Constitucional, desactivar la Defensoría del Pueblo, nacionalizar las empresas mineras para controlarlas políticamente y crear un banco de los trabajadores con los fondos de las AFP. Estas afiebradas iniciativas afectarían sin duda la institucionalidad democrática de nuestro país. Y nos llevarían al abismo en el que se encuentra Venezuela. Ahora, por razones electorales, han retrocedido. Pero es lo que piensan y harían. Lo han expresado libremente.
Si gana Castillo, el verdadero poder lo tendrá Cerrón, dueño de un partido marxista, leninista y mariateguista, que no cree ni en la Constitución, que les ha permitido candidatear, ni en la independencia de los poderes y menos en la libertad de prensa, que desean regular. Los congresistas electos de Perú Libre responden a Cerrón, no al profesor cajamarquino.
La presencia de las huestes de Antauro Humala en las movilizaciones de Perú Libre y el ofrecimiento de indultarlo son otra señal de alarma que algunos no quieren ver, pero que prueba la dúctil manera de hacer política que tiene Castillo. Él cree que el fin justifica los medios.
Castillo y Cerrón no respetan el régimen de una economía social de mercado consagrado en la Constitución. En el campo económico proyectan repetir un programa que ya fracasó. El Estado empresario creado durante la dictadura de Velasco y llevado a su máxima expresión durante el primer gobierno de García nos trajo pérdidas millonarias y ocasionó una de las mayores hiperinflaciones del mundo y la quiebra del Estado. Un caos similar al venezolano es el ejemplo más cercano de lo que prometen como cambio.
Finalmente, ¿podemos confiar en un hombre que vemos diariamente modificar sus propuestas y que no honra su palabra?
¿Qué rol cumpliría como político, en el eventual gobierno de su candidata?
Un rol cívico, crítico e independiente, como el de ahora. Como el que asumí desde que decidí incursionar en política.