Las últimas cifras del BCR reflejan cálculos que, lamentablemente, ponen al Perú en una situación complicada. La inversión privada cayó un 12% en el primer trimestre del año, lo que representa un golpe duro para la economía del país. La causa: una fuerte contracción en la inversión minera, que lleva varios años estancada, probablemente desde el inicio del gobierno de Pedro Castillo que no hizo más que aumentar la conflictividad social.
Lo más triste es que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ya lo veía venir y los especialistas, tanto en economía como en minería, advertíamos que este panorama sombrío llegaría pronto. Veíamos con mucha preocupación al sector minero debido a la falta de grandes proyectos. Quellaveco, Marcobre y la ampliación de Toro Mocho marcaron el ritmo de las inversiones, pero estos proyectos ya están en etapa final y no dejan la posta, en el corto plazo, a ninguno que se les asemeje en envergadura dentro de la cartera presentada por el Ministerio de Energía y Minas. Tampoco se observa una estrategia óptima para destrabar Tía María o Conga que, de obtener la venia social, se empezarían a construir de inmediato.
En tanto, a nivel internacional, la imagen del país como plaza para futuros proyectos mineros no es la más fructífera. Los inversionistas ven al Perú como un país difícil para asegurar el retorno de sus inversiones. Las experiencias de los últimos años solo demuestran que, desde el ámbito político, el gobierno prefiere no abordar los conflictos sociales y que en cualquier momento podría cambiar las reglas del juego.
En tiempos de Pedro Castillo no hubo voluntad para aprovechar los precios de los minerales en el mercado internacional y el mensaje fue el equivocado en cuanto a avalar actos vandálicos contra las unidades mineras. Hoy, con un gobierno inestable que ha afrontado paralizaciones en los corredores producto del rechazo popular, tampoco vemos esfuerzos por acelerar esa importante cartera de proyectos cupríferos que nos permitirían duplicar nuestra producción actual. El cobre es uno de los minerales del futuro, tan necesario para la transición energética como el litio que, en la actualidad, genera debates acalorados en diversas zonas del país.
Seguimos dejando pasar las oportunidades que el entorno y el mercado nos ofrecen. Tenemos toda la infraestructura para sacar adelante al sector minero que mueve la economía del país. Si ya conocíamos que las inversiones privadas presentarían una caída tan estrepitosa, ¿qué hará ahora el Gobierno que sabe que en los próximos años se auguran cifras similares? La respuesta solo amerita acciones inmediatas.