Este es el año del bicentenario y los jóvenes de estos tiempos estarán marcados por lo simbólico de la efeméride, así como por los complejos momentos que vivimos: crisis política, económica y consecuencias por la propagación del COVID-19, además de un sentimiento creciente de desconfianza en nuestras instituciones. Por la acción decisiva que la juventud peruana tomó en el 2020, el bicentenario se presenta como la oportunidad para que se consolide un nuevo grupo generacional con mayor participación en el proceso de toma de decisiones de nuestro país tras este difícil tiempo de pandemia. La juventud siempre ha sido el motor del desarrollo político, social y económico del Perú; sin embargo, no siempre sus aportes fueron considerados en la visión del futuro nacional. Hoy, por acción misma de la juventud, esa invisibilización se termina.
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Esta generación es muy distinta a otras. En nuestros jóvenes existe hoy una presencia mucho más activa de mujeres, de ciudadanos de distintas procedencias y existe participación en la acción pública en todas nuestras regiones. Creo que es allí donde radica una de las fortalezas de la actual juventud peruana. Todas y todos los jóvenes sienten insatisfacción frente al presente y, ante sus ojos, ven un proceso social, político y económico que fundamenta una urgente necesidad de cambio. Y esta juventud, aunque diversa, es al mismo tiempo tolerante, articulada y convocante –especialmente por las facilidades de comunicación existentes propias del siglo XXI, como por las redes sociales– y actúa de manera decidida.
En el Cabildo Bicentenario que realizamos con la presencia del presidente Francisco Sagasti y jóvenes el 15 de enero pasado, comprobamos que muchos de ellos ya han iniciado, e incluso consolidado, proyectos de innovación social o trabajan en iniciativas que benefician a niños y adolescentes, a mujeres, a personas vulnerables, etc. Esa acción social y ese compromiso con lo público –desde el sector público en algunos casos y desde la sociedad civil en otros– es la muestra clara de que esta juventud está en marcha de manera permanente por un Perú mejor.
Los jóvenes de hoy, muchos de los que se han sumado ya al Voluntariado del Bicentenario (que en esta pandemia ha hecho el seguimiento de la salud de nuestros adultos mayores), están dispuestos a entregar sus ideas y su fuerza para alcanzar el bienestar de todas las peruanas y los peruanos, en especial de aquellos que, 200 años después, siguen experimentando diversas formas de exclusión por su género, por hablar otra lengua distinta al español o por tener alguna forma de discapacidad, entre otras formas de discriminación o invisibilización.
Estos voluntarios son una muestra viva de los valores del bicentenario: la solidaridad, la unión y el compromiso por un país mejor. En estos días de cuarentena en muchas de las regiones de nuestro Perú, este grupo de jóvenes colaborará activamente respondiendo las consultas de la ciudadanía y aportando en la capacitación digital de la población, para que los servicios públicos sean más fluidos y se eviten aglomeraciones. Estos valores expuestos por la generación del bicentenario señalan nítidamente una esperanza de que, como nación, unidos lograremos vencer esta difícil situación. La juventud está poniendo el hombro por el Perú como todos nosotros tenemos que hacer, acatando las medidas que exige la pandemia, siendo responsables y, finalmente, vacunándonos para contar todos con un escudo de defensa frente al COVID-19.
El bicentenario, más que un hito histórico, es para esta juventud el contexto propicio para reflexionar e imaginar el país que soñamos: un Perú donde, finalmente, se cumpla “la promesa de la vida republicana” –recordando a Basadre–; es decir, una nación unida, inclusiva, convencida de que su diversidad cultural es un activo valioso, que cree en un desarrollo verdaderamente sostenible, en la que prime la justicia, la igualdad, sin corrupción, y consciente de sus fortalezas y potencialidades.
El bicentenario es, finalmente, un momento en el que podemos renovar y reafirmar nuestra peruanidad, con orgullo de ser parte de un país que es cuna de la civilización y que tiene entre sus mayores fortalezas a una cultura milenaria que sigue viva en nuestro territorio.
Este proceso que inicia este 2021, dinámico y desafiante, es la oportunidad de las y los jóvenes peruanos de cumplir los ideales con los que nació nuestra república hace casi 200 años. Es nuestro deseo que la generación del bicentenario continúe involucrándose cada vez más en lo público para que juntos, con su convicción y energía, podamos devolver la confianza y la esperanza a todo el Perú.