En los últimos días, un rumor viene circulando. Cambios en el Gabinete. Y este ruido se produce en un contexto con tres grupos de poder dentro de Palacio. Uno conformado por el ala dura del oficialismo, la facción cerronista. Otro conformado por la gauche caviar, que apoya a la primera ministra Mirtha Vásquez. Y, finalmente, el círculo más cercano del mandatario, amigos y coterráneos, los incondicionales del presidente.
Desde que Pedro Castillo nombró a Mirtha Vásquez comenzaron las pugnas internas. Con una censura contra el entonces ministro de Trabajo Iber Maraví en ciernes, el presidente decidió cambiar a un extremista como Guido Bellido por Vázquez, más cercana al ministro de Economía Pedro Francke que a Vladimir Cerrón. Sin embargo, el anuncio del cierre de cuatro minas demostró que Vásquez, más que una solución, quizá fue solo un mal menor.
Y el nombramiento en ese mismo Gabinete de Betssy Chávez, detractora desde un inicio del secretario general de Perú Libre, provocó las iras de Cerrón y, por supuesto, de su facción.
Desde entonces, los cerronistas buscan sacar del Gabinete a los ministros adeptos a la presidenta del Consejo de Ministros, mientras que Mirtha Vásquez, por su parte, no solo ha deslindado de Cerrón, sino que busca que este se mantenga fuera del radio de influencia del mandatario.
Y eso es bueno para el mercado, porque el ala dura de Cerrón habla otro idioma, no el de la economía moderna y el desarrollo; de modo que, si se impone, se allanaría el camino inevitable hacia la pobreza y millones de peruanos, los más pobres, pagarían las consecuencias.
En ese contexto, pensar en un cambio de ministros en este momento sería generar incertidumbre. A los inversores no les gusta la incertidumbre porque incrementa el riesgo. Por eso, cuando hay estabilidad política y el marco legal es propenso a la actividad empresarial, la bolsa sube.
La ausencia de ruido político tiene que ver directamente con la baja del dólar que venimos viendo. No es arbitrario que esta se dé precisamente cuando existe estabilidad política, predictibilidad jurídica y los intentos refundacionales de Cerrón por conformar una asamblea constituyente se han ido diluyendo.
El presidente debe entender, entonces, la enorme gravitación en la vida económica y política de la nación que tienen sus decisiones. El statu quo de estabilidad es la senda por la que se debe continuar. La estabilidad política tiene correlato en la estabilidad económica.
Si el extremismo o la incertidumbre se imponen, el dólar nuevamente se va a disparar, lo que reflejará una salida de capitales que son los que financian el crecimiento económico y los puestos de empleo en el país. Siga así, presidente. Siga en piloto automático y los mercados, bursátiles y mayoristas se lo van a agradecer.
*El autor es asesor de la Comisión de Economía del Congreso.