Un intento fallido de un levantamiento militar en Venezuela el 30 de abril es el último capítulo en la lenta marcha del país hacia la catástrofe. La situación ahora tiene implicaciones internacionales más amplias, extendiéndose más allá de la región.
El mes pasado, los rusos enviaron a cerca de 100 contratistas militares privados a Caracas. Ellos continúan vendiendo armas al gobierno de Maduro y defendiéndolo en las Naciones Unidas. Sus amigos en Cuba han estado merodeando por Venezuela durante años y ahora están ocupando un papel más crucial que antes, probablemente alentados por Rusia.
La administración de Trump tiene razón al comprometerse con los cubanos en su búsqueda por resolver el estancamiento político en Venezuela. Pero si los funcionarios dan un paso en falso, se podría abrir el camino para una participación más profunda de Rusia.Estados Unidos debe seguir presionando a Cuba, y luego sugerir a Moscú y La Habana que puede aflojar los problemas si Miguel Díaz-Canel (presidente de Cuba) y Castro ayudan a resolver la crisis venezolana. Es posible que Cuba no tenga muchas opciones, especialmente si Rusia está convencida para que la empuje en esa dirección.
Por primera vez desde que el Título III de la Ley Helms-Burton se convirtió en ley en 1996, la administración de Trump está permitiendo que los ciudadanos de Estados Unidos busquen una compensación por las propiedades incautadas en el gobierno de Fidel Castro en los tribunales federales. Si bien es poco probable que recuperen los bienes perdidos en un futuro cercano, los inversionistas estadounidenses, europeos, canadienses y latinoamericanos en Cuba que usan propiedades confiscadas también pueden ser demandados o se les puede revocar sus visas estadounidenses.
Trump también ha reforzado las restricciones de viaje para los estadounidenses que viajan a Cuba y ha limitado las remesas a US$1.000 por persona, por trimestre.
En abril, Castro advirtió sobre las inminentes dificultades económicas. Su seguridad de que la isla no experimentaría un nuevo “período especial”, como sucedió cuando la Unión Soviética colapsó durante los años 90, no consoló a nadie. La isla produce muy poco y tiene poco dinero para gastar en importaciones. A partir de la semana pasada, los huevos, el pollo y el cerdo se están racionando, mientras el país lucha por hacer frente a la escasez de alimentos básicos. Si la situación persiste, el régimen puede enfrentar una verdadera protesta por primera vez desde que la URSS colapsó en 1991. Rusia podría preferir concentrar sus esfuerzos en salvar a Cuba, en lugar de centrarse en ella y Venezuela simultáneamente.
Generalmente se citan tres razones para explicar la creciente participación de Rusia en Venezuela. Primero, para proteger y recuperar los más de 60 mil millones de dólares que diferentes entidades venezolanas deben a varios bancos y compañías rusas. Un gobierno posterior a Maduro puede no reconocer estas deudas, muchas de las cuales no fueron aprobadas por la Asamblea Nacional de Venezuela.
En segundo lugar, Putin está hurgando en la nariz de Estados Unidos al ser una molestia en su patio trasero, en respuesta a lo que Moscú considera la interferencia de la OTAN en los asuntos de Europa del Este.
Por último, Rusia espera proyectar el poder en una región que el gobierno estadounidense considera su esfera de influencia. Rusia ha mantenido estrechos vínculos con La Habana durante 60 años. Al otorgar préstamos a Argentina, Bolivia y Ecuador, Putin está tratando de expandir la influencia de Rusia en la región.
Washington tiene una mano fuerte para jugar, pero debe hacerlo con prudencia. Si, de hecho, Trump quiere acabar con ambos gobiernos en Cuba y Venezuela, o si realmente está buscando un cambio de régimen solo en Cuba, esto llevará al fracaso e invariablemente enojará a los socios democráticos del país en América Latina y Europa. Con las excepciones de Nicaragua, Bolivia, Uruguay y México, la región quiere que Maduro salga. Pero no apoyará a Trump en ningún esfuerzo por desalojar a la dictadura cubana.
En cambio, Trump debería continuar presionando a Cuba para que se una a sus esfuerzos de eliminar a Maduro. El país puede desempeñar un papel crucial ofreciéndole un refugio seguro y participando en los arreglos de transición que garantizarían un cambio democrático: liberar a todos los presos políticos y permitir que todos los líderes de la oposición se postulen para un cargo en elecciones libres y supervisadas internacionalmente, restablecer la libertad de prensa y asociación, reduciendo gradual y pacíficamente su presencia en Venezuela. Trump debería involucrar a Rusia para persuadir a los cubanos de que lo hagan.
–Glosado y editado–© The New York Times