En estos momentos aciagos, viene a nuestra memoria abril del 2011. ¿Recuerdan a todos los periodistas que nos advirtieron de la amenaza chavista que se cernía sobre nosotros? Si tan solo los hubiéramos escuchado. Si tan solo le hubiéramos hecho caso a las cientos de portadas y horas de televisión donde nos advertían en todos los tonos posibles los males estatistas y autoritarios que invadirían nuestra patria si elegíamos a Ollanta Humala, hoy la situación de nuestro país sería otra.
Pero no hicimos caso. Los llamamos exagerados, tendenciosos y hasta poco éticos. Y hoy sufrimos las consecuencias: El modelo económico fue cambiado y ahora tenemos un asfixiante intervencionismo estatal, las expropiaciones por “interés social” son pan de cada día y la inflación resulta cada vez más agobiante. Y a ello hay que sumar lo ocurrido con las libertades políticas: los medios de prensa maniatados y los principales líderes opositores presos o deportados. Todo ello en medio de un claro intento por perpetuarse en el poder por parte del presidente, quien ya anunció la convocatoria a una asamblea constituyente para ese propósito.
¡Lo que daríamos por volver a abril del 2011! Pero eso no es posible. Por lo pronto, es de justicia brindar un justo acto de desagravio a aquellos periodistas que se la jugaron para evitar que Ollanta Humala saliera elegido presidente y acabase con nuestra democracia. Sin duda alguna, todas las noches se van a dormir con la conciencia tranquila, sabiendo que cumplieron a cabalidad con su rol de periodistas.