Muy pocos dudan de que, aparte de haber conducido con éxito la transición democrática hasta el 28 de julio, el logro más importante del gobierno de Francisco Sagasti fue el proceso de vacunación y la lucha contra la pandemia.
Asumir el gobierno en noviembre del 2020 –tiempo en el que se especulaba el inicio de una segunda ola– sin vacunas, con el sector salud en crisis y con financiamiento recortado, era un reto gigantesco. Esto, sin contar con el descubrimiento del escandaloso ‘Vacunagate’, gestado en el gobierno anterior, que llevó a cambios drásticos en el Ministerio de Salud y la cancillería.
Se definieron tres estrategias prioritarias. La primera, articular el conjunto del sector salud, público y privado, para actuar unificadamente. Fue prioritario garantizar la continuidad y ampliación de los contratos de personal que se frenaron en enero del 2021 por recortes presupuestales. Asimismo, lo fue fortalecer el primer nivel de atención para diagnosticar a tiempo los casos nuevos y su aislamiento en los centros de atención temporal. Aunque también lo fue la ampliación del número de camas hospitalarias y, en particular, de las camas UCI, que en diciembre del 2020 eran solamente 1.500 y para julio del 2021 se lograron duplicar. Pero el reto mayor fue la ampliación del oxígeno medicinal para enfrentar el déficit que teníamos. En enero, al inicio de la segunda ola, fue de 110 toneladas métricas (TM) diarias; para marzo había crecido hasta 150 TM diarias. Esta situación crítica se atendió mediante la importación de 950 TM de oxígeno, donaciones de Southern por 2.500 TM y 1.000 TM por parte de la Sociedad Nacional de Minería; así como la adquisición de plantas de oxígeno por el Estado y donación de plantas de oxígeno por Respira Perú, que en diciembre eran 70 y en julio se sobrepasaron las 300 fijadas como meta. Ello, junto con la reducción de la demanda, ha hecho que desde junio ya no haya déficit de oxígeno, sino superávit. Así se elaboró un plan para enfrentar una posible tercera ola, que hoy está sirviendo de base para que el gobierno del presidente Pedro Castillo lo mejore y lo aplique.
La segunda estrategia ha sido la vacunación, que a principios de año estaba en cero. De un lado, la adquisición de las vacunas mediante un trabajo en equipo liderado por el propio expresidente Sagasti e integrado por la primera ministra Violeta Bermúdez (coordinación intersectorial), el canciller Allan Wagner (negociación con gobiernos y empresas a través de nuestros embajadores en el exterior), el ministro de Economía Waldo Mendoza (financiamiento de los contratos) y el ministro de Salud (responsable de proponer las necesidades, firmar los contratos y dirigir el Plan Nacional de Vacunación). Esto permitió suscribir contratos hasta por 98 millones de dosis: 32 millones con Pfizer, 20 millones con Gamaleya (Sputnik V), 16 millones con Sinopharm, 14 millones con AstraZeneca y 13,2 millones con el mecanismo Covax Facility, promovido por la OMS. A esta cifra se le deben incluir las donaciones de 2 millones de Pfizer por el Gobierno de Estados Unidos y 100 mil de AstraZeneca por el Gobierno de España. Así se logró superar la meta propuesta de 4,5 millones de personas vacunadas al 28 de julio, alcanzándose cerca de 5 millones de personas vacunadas, y dejando contratadas alrededor de 80 millones de dosis para el gobierno del presidente Castillo. Por eso ya se ha llegado a 7,5 millones de personas vacunadas con dos dosis y 9,7 millones con una dosis.
La tercera estrategia fue garantizar el financiamiento para lograr los objetivos anteriores. Cuando empezó la pandemia, el presupuesto del sector público en salud era de S/18.500 millones, totalmente insuficiente. Por tal motivo, se le incrementó hasta S/27.500 millones. Sin embargo, el presupuesto aprobado por el Congreso para el 2021 fue reducido a S/20.900 millones, lo que ató de manos en un inicio al gobierno del presidente Sagasti. Progresivamente se transfirieron S/7 mil millones al sector público de salud, con lo cual al 28 de julio ya tenía un presupuesto de S/27.900 millones, superando al del 2020, aunque necesitándose aún un presupuesto adicional para culminar el año 2021. Por eso debemos saludar el anuncio del ministro Francke de incorporar un presupuesto adicional de S/2.700 millones en el futuro inmediato. Pero es necesario decir que esos incrementos no incluyen el pago de vacunas contra el COVID-19 por aproximadamente S/3 mil millones; estos provienen de la reserva de contingencia administrada directamente por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Los avances logrados por el gobierno del expresidente Sagasti son producto de políticas de Estado que deberían servir para la gestión del presidente Pedro Castillo en el marco de los nuevos retos que incluyen el fortalecimiento y la articulación del sector Salud en el enfrentamiento a la pandemia.