Si la saga de “Star Wars” fuera un país, teniendo en cuenta su PBI, estaría ubicado en la mitad del ránking de los 193 países que existen en el planeta, dice Cass Sunstein.
Son muchas las razones que explican su éxito. Una de ellas es que la saga refleja la vida del mundo real, en el que la falta de institucionalidad conduce al fracaso de los sistemas políticos y el consiguiente camino a la arbitrariedad.
“Star Wars” contrasta diversas alternativas políticas para gobernar una galaxia. Y el éxito o fracaso en el camino de mantener la paz en ella depende de la fortaleza o debilidad de sus instituciones políticas y de sus relaciones con los ciudadanos.
El ser humano es imperfecto. En innumerables ocasiones sus decisiones son irracionales o inmorales. Confiar en su racionalidad o bondad no necesariamente nos conduce a un mundo mejor. El conflicto entre la Fuerza y el Lado Oscuro está finalmente en la esencia de la naturaleza humana.
De allí que el ser humano necesite límites, reglas de juego que lo encaucen a mejores resultados. En “Star Wars” las reglas fracasan una y otra vez y los protagonistas se esfuerzan para volver a instaurarlas. Esas reglas son las instituciones, necesarias para generar predictibilidad.
Como dice Douglas North, los marcos institucionales están compuestos por reglas formales, informales y mecanismos de coerción, y sirven no solamente ante las situaciones predecibles, sino especialmente ante situaciones en las que las personas se desvían del camino esperado. Así, cuanto más sólidas son las instituciones de una sociedad, esta será más “elástica” y estará mejor preparada para sus propios desvíos.
Hay tiranías más sutiles que la de los sith, pues gozan de la legitimidad a la que aspira todo tirano: dado que es aceptada la regulación irreflexiva como un ejercicio necesario del poder político, se asume que el Estado no debe probar la necesidad y corrección de las reglas que propone, cuando debe ser precisamente a la inversa. Se cree que el ejercicio del poder se legitima por su mero ejercicio; es decir, que se justifica a sí mismo. Ello es, sin embargo, un razonamiento circular.
Una de las maneras de fortalecer las instituciones democráticas es entonces acercar las normas al ciudadano y empoderar a este para contribuir a la formación de un sistema jurídico razonable y coherente que limite el uso del poder. Es imposible avanzar allí donde no se incorpora un enfoque que considere los derechos de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas, por más técnicas que estas sean.
Como señala la asociación civil Transparencia, la evidencia empírica muestra que mientras mayor sea la calidad de las leyes, mayor es su cumplimiento, y que mejores leyes y un mayor cumplimiento de ellas impacta positivamente en el ingreso promedio de los países. Existe, pues, una fuerte correlación entre la calidad y la eficacia regulatoria de un país en desarrollo e ingreso. Muchas normas ineficientes y de mala calidad son la antítesis de un ambiente propicio para la inversión, generación de riqueza y mejora de las instituciones.
En el Perú hemos tenido avances. Fue innovadora la creación del sistema de eliminación de barreras burocráticas que limitan la individualidad, impiden el desarrollo y promueven la informalidad. Pero como en la saga en cuestión, el Imperio contraataca. Los trámites y las regulaciones se multiplican más rápidamente de lo que el Indecopi puede eliminarlos.
Afortunadamente, la PCM reaccionó. Ahora las entidades del Poder Ejecutivo están obligadas a realizar un análisis de calidad regulatoria de sus disposiciones normativas de alcance general, a fin de eliminar las que sean innecesarias. Ojalá el Congreso hiciera lo mismo.
Poner en práctica esta nueva institucionalidad no es tarea fácil, dado que plantea un cambio radical en las reglas de juego. Pretende controlar al Lado Oscuro liberando la capacidad de la Fuerza entendida como iniciativa e interacción entre individuos. Esta, que le da el poder a los jedis, “es un campo de energía creado por las cosas vivientes [...] y mantiene unida a la galaxia”, como dice Obi Wan Kenobi. Que la Fuerza nos acompañe.