GILLIAN TETTColumnista de mercados
Financial Times. Con los precios de los activos globales embarcándose en otra alarmante sucesión de altibajos esta semana, algunos inversionistas consideran que es el momento de tirar la toalla. En Londres, un importante fondo de cobertura ha hecho exactamente eso.
El lunes, Nevsky Capital, una respetada firma especialista en mercados emergentes, creada hace casi dos décadas, dijo a sus inversionistas que está cerrando sus puertas.
¿Y cuál es la razón? Martin Taylor, cofundador de Nevsky, piensa que la economía mundial está sujeta a tanto riesgo político que “para nosotros es más difícil que nunca pronosticar con precisión las variables macroeconómicas y corporativas”.
Una de las principales preocupaciones del Sr. Taylor, según una carta a los inversionistas reimpresa en el sitio web Zero Hedge, es el hecho de que los acontecimientos en China e India están definiendo cada vez más la economía global. El problema es que es difícil saber cómo la están definiendo. “La ofuscación y la distorsión” hacen que las cifras oficiales sobre el estado de sus economías no sean fiables.
Pero el riesgo político es de suma importancia. Aunque Nevksy se fundó en la era post-soviética, y tuvo éxito en sus inicios analizando las acciones del caprichoso gobierno ruso, se ha pasado las últimas dos décadas pensando que el mundo estaba definido por la “lógica alegría del Consenso de Washington”. Ahora teme que este consenso —basado en la fe en el libre mercado— se está resquebrajando.
“Nunca han habido tantas partes del mundo gobernadas por líderes para quienes la lógica del nacionalismo supera a todo lo demás”, escribe el Sr. Taylor. Esto, dice, está “provocando que los resultados de los modelos sean altamente impredecibles y potencialmente disfuncionales”.
Algunos lectores pondrán los ojos en blanco. Después de todo, los inversionistas inteligentes a menudo adoran el riesgo político; como presuntamente Nathan Mayer Rothschild dijo acerca de las Guerras Napoleónicas, los mayores beneficios a menudo se logran cuando “hay sangre en las calles”. Escuchar a un gestor de fondos lamentarse de la “incertidumbre” es, por lo tanto, similar a escuchar a un político o a un director ejecutivo decir que renuncia para “pasar más tiempo con la familia”.
Sin embargo, la carta de Nevsky es altamente simbólica, sobre todo en una semana en la que el precio del petróleo está cayendo, los mercados chinos han colapsado y las monedas oscilan bruscamente.
Después de todo, Nevsky no está actuando por desesperación. Por el contrario, ha producido rendimientos anuales promedio del 18% desde el inicio —mucho mejor que la mayoría de sus rivales.
Además, aunque registró ganancias de sólo el 0,4% el año pasado, esa cifra es casi impresionante en comparación con el rendimiento del índice de mercados emergentes MSCI o el índice global de fondos de cobertura, los cuales perdieron 14% y 3%, respectivamente. Además, varios fondos destacados —incluyendo a BlueCrest, Seneca, LionEye y Lucidus Capital— recientemente han llegado a esta conclusión común: los mercados se están volviendo tan impredecibles que las estrategias sobradamente probadas están resultando inútiles.
Esto resalta un tema mayor: el Sr. Taylor está simplemente articulando los temores que otros gestores de activos albergan.
Hace una década, la mayoría de los inversionistas occidentales daba por sentado que las economías se podían analizar mediante modelos “racionales”. La crisis financiera de 2008 mostró los límites de este enfoque. El sinnúmero de caprichosas intervenciones estatales que han ocurrido desde entonces ha dado una segunda lección de imprevisibilidad.
Pero ahora una serie de sacudidas políticas —como las crecientes tensiones entre Arabia Saudita e Irán— están mostrando lo absurdo de utilizar solamente la economía para pronosticar el rumbo de las economías. Hace un siglo este punto se comprendía bien: como ha señalado Niall Ferguson, historiador de Harvard, los conflictos militares eran tan endémicos en el siglo XIX y principios del siglo XX que nadie se hubiera atrevido a pensar que el dinero y los mercados (o incluso los bancos centrales) podrían separarse de la política.
Pero esto se olvidaba a menudo en los últimos años del siglo XX, cuando los acontecimientos parecían relativamente predecibles. Los inversionistas modernos no están capacitados para lidiar con un mundo definido por la política irracional y las políticas caprichosas, tanto en Occidente como en China y otros mercados emergentes.
Por supuesto, si usted desea ser optimista, es posible argumentar que esto es sólo un fenómeno de corta duración. El Sr. Taylor insiste en que todavía cree que, puesto que “las leyes de la economía nunca serán derogadas”, su enfoque racional, basado en modelos, “eventualmente” será relevante una vez más. Pero no debemos esperar que esto suceda pronto.