Morir por una pandemia en el siglo XXI es impensable, pero morir por falta de un bien tan esencial como el oxígeno, es francamente imperdonable. Sin embargo, todos hemos sido testigos de la terrible situación ocasionada por la pandemia, y agravada por la falta de oxígeno, que duplicaba o triplicaba las posibilidades de morir por esta enfermedad.
A pesar del enorme esfuerzo que han venido haciendo el Estado peruano y el sector privado para dotar de este vital producto, todavía existen hospitales en el Perú que no tienen el servicio de oxígeno asegurado; y esto es especialmente grave ante la posibilidad de una tercera ola del Covid-19.
Por ello, es importante que se sigamos procurando darle autonomía a los hospitales; es decir, permitir que produzcan su propio oxígeno, especialmente a los hospitales ubicados fuera de Lima.
Para lograrlo es indispensable el despliegue de plantas generadoras de oxígeno que se conecten a las redes hospitalarias para atender directamente a sus camas.
Este despliegue debe hacerse con sumo cuidado, no sólo por el alto costo de estos equipos, sino también que deben considerarse como destinatarios de estos despliegues a Instituciones que tengan experiencia en la gestión de este tipo de equipos, y que ofrezcan además solvencia en su cuidado y mantenimiento.
No se trata, pues, de que se entreguen plantas de oxígeno sin el cuidado adecuado. No vaya a ser que, en poco tiempo, dejen de operar por falta de mantenimiento o por algún descuido.
Ante la llegada de una tercera ola, es previsible que volvamos a tener una enorme demanda de camas UCI adecuadamente equipadas. El no tener un adecuado abastecimiento de oxígeno, sería inaceptable.
¡Tres veces no capan al Gato!