El clima social de polarización en el país va ‘in crescendo’: lo vemos en las calles, en las redes sociales, en los enfrentamientos entre poderes públicos, entre los integrantes de los organismos públicos y de la población civil con sus autoridades.
¿Es posible reconstruir el puente de la confianza que nos lleve a trabajar con esperanza, sin sobresaltos y a la vez con realismo? Creo que sí, a condición de que todos pongamos de nuestra parte para evitar descalificar al oponente como si fuera un vil enemigo, a poner de manifiesto los errores, pero no para hacer leña del árbol caído, sino para proponer soluciones. La crítica destructiva mina el tejido social; la constructiva, la fortalece.
Si no a diario, al menos cada semana se publica algún ‘escándalo’ de la clase política, sea del partido que sea, al punto de que –expresado con una antigua frase castiza– la conclusión parecería ser apaga la luz y nos vamos todos. Pero ¿a dónde? La situación es compleja. Ya no se cree en el diálogo, no se tiene confianza en la palabra ajena: se busca solucionar las diferencias ante los tribunales o con destituciones a cualquier nivel, lo que aumenta el enfrentamiento y crispa aún más las relaciones sociales.
En esa línea, un tema que preocupa especialmente es la delincuencia, que está llevando a que la población busque aplicar, por sus propias manos, lo que entiende que es la justicia, pero que se convierte en venganza y en desfogue por los abusos sufridos. Escuchamos que, mientras que el ministro del Interior asegura que la inseguridad ha disminuido en los lugares en los que se ha implantado el estado de emergencia, la mayoría de la población no tiene esa misma percepción. ¿No convendría entonces que el ministerio informe, con datos concretos, cuántos actos delictivos se cometieron en esos distritos antes de empezar el estado de emergencia y cuántos durante este último? La verdad clarifica el panorama y permite no dejarnos llevar por impresiones subjetivas, sino con base en la realidad de los hechos.
Por otro lado, considero que los medios de comunicación pueden contribuir decididamente a bajar los decibeles de este enfrentamiento. Las noticias negativas deben ser publicadas sin cargar las tintas. También ayudaría mucho conocer, con datos fidedignos, acciones positivas realizadas en algún lugar del país por autoridades y particulares. No todo es negativo, pero podemos tener esa impresión si de lo único de lo que se nos informa es de acciones reprobables. El Perú está lleno de personas generosas, honradas y trabajadoras. Hay que darles espacio para que nos ayuden a recuperar la esperanza de que juntos podemos superar esta crisis.