Era 1885 y Daniel Alcides Carrión, un joven estudiante de sexto año de medicina, impulsado por un deseo apasionado de contribuir a la investigación de la verruga peruana, realizó un proceso de autoexperimentación permitido en la época, que lo llevó a la muerte, pero que contribuyó a tener información para la investigación futura de la denominada enfermedad de Carrión.
Hoy, 134 años después, un grupo de especialistas del Instituto Nacional de Salud (INS) sigue investigando y brindando soluciones de atención para esta enfermedad en los valles interandinos de Áncash, Amazonas, Cajamarca, Cusco, Huánuco, La Libertad, Lima y Piura, donde es un problema de salud pública. ¿Por qué?
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Para empezar, la enfermedad de Carrión es un mal endémico o local, que se presenta en hogares con infraestructura sanitaria deficiente y en climas donde prevalece el mosquito transmisor de la enfermedad, atacando sobre todo a población desnutrida.
Está vinculada a la pobreza y pobreza extrema, y genera poco interés para la investigación mundial, cayendo en el grupo de enfermedades olvidadas, pero a la que se ven expuestas cerca de 300 mil personas al año.
La detección temprana para el tratamiento de la enfermedad es clave, pero los métodos existentes son especializados y costosos para incorporarlos en los establecimientos de salud más básicos.
Por ello, investigadores del INS diseñaron y desarrollaron un kit de diagnóstico rápido, fácilmente transportable y de bajo costo. Para ello, tuvieron acceso a fondos concursables de Concytec y Grand Challenges Canadá.
En los dos primeros años, 6.300 pacientes con síntomas accedieron a un diagnóstico temprano, y 90 % de ellos tuvieron un resultado confirmatorio en menor tiempo y tratamiento oportuno si era necesario. El kit va en camino a ser patentado en Indecopi y su producción a ser escalada para su uso a nivel nacional.
¿Qué podemos aprender de esta experiencia que ganó el Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública? Según la OCDE, para lograr mejoras en los servicios públicos, se requiere un cambio cultural en la administración pública orientada a la innovación.
Ello implica una gestión de personas que forme capacidades, liderazgo, incentivos y autonomía para la experimentación, así como equipos, laboratorios y redes de innovación. Algunos países de la OCDE cuentan con fondos concursables o fuentes de financiamiento en el presupuesto público para desarrollar soluciones innovadoras en el sector.
La experiencia del INS puede ser la base para crear un sistema de fomento de la innovación pública en el Perú que impulse una administración pública más efectiva en la generación de bienestar para todos.